Bari

A través del teléfono de Argus, Egan veía las noticias. La mujer rubia con voz severa hablaba sobre la información de la clínica, declarándola falsa y una completa estafa.

- ...toda una mentira -decía, un poco de indignación desbordaba su voz-. Envíamos cámaras y reporteros encubiertos a la clínica. Nada había ocurrido, todo era solamente una farsa de nuestro reportero, cuya identidad mantendremos en secreto, para ganar un minuto fama. Un minuto de fama muy corto, que repercutió daños colaterales. Por suerte, la clínica ha decidido no levantar cargos contra nosotros. Pero lo menos que podemos hacer es ofrecer una disculpa pública al personal de la clínica y al dueño mismo.

Sin duda el mensaje le había llegado dolorosamente claro y alto al querido amigo William.

Egan sonrió con satisfacción, mientras estiraba su mano para entregarle el teléfono de vuelta a Argus. Sin embargo, cuando una llamada de un número registrado por un nombre conocido para Egan, él contestó la llamada con cierta
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