¿Qué sorpresa?

Un par de días trascurrieron con rapidez. Egan finalmente volvió a cumplir su promesa y cada vez que salía, bien sea para buscar algo de ropa en casa o alguna otra reunión de trabajo, él volvía al hospital tan solo unas horas después. Los besos entre ambos no se volvieron a repetir tan a menudo. Quizás uno que otro robado de Egan, o uno que Katya pedía con dulzura cuando Egan se enojaba por cualquier motivo.

Literalmente, cualquier motivo.

Egan se enojaba con facilidad, eso era un hecho para Katya. Pero desde aquella plática que tuvieron después que Egan regresara, había hecho que Egan fuese un poco más tolerante con todo y todos los que estaban a su alrededor. Quizás no fuera un pan de Dios, pero al menos ya no tenía más deseos de matar o castigar a Boris.

El guardaespaldas, por otro parte, había sido dado de alta y Argus se encargó de darle una despedida digna. Egan no estaba en ese momento, quizás hubiese retrocedido todo lo que a Katya le costó llevarlo a su estado de tranquilidad
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