De nuevo en sus manos

– Ustedes la tienen, claro, una evidente forma de chantaje –Elian gruñó, no muy divertido ahora–. No le harán daño, claro que no. En especial si uno de los suyos es su amante. ¿Cierto, Fiore?

Argus no respondió nada, en realidad parecía a nada de explotar. Su mirada de odio hacia Elian aumentó y su dedo terminó en el gatillo, solo que la mano de Katya sobre su hombro no le dejó disparar.

– Sí, claro –respondió Argus con repugnancia–. Maldito, imbécil, desgraciado. ¡Me arrebataste lo único que me ha hecho feliz en mi vida! –Le gritó Argus a Boris, quien evidentemente lo miró con arrogancia–. Te pudrirás en el infierno y por supuesto que te llevaré yo, tenga que hacer lo que tenga que hacer.

Elian miró con confusión al alterado Argus, con una ceja interrogativa hacia Boris. Éste no respondió nada, sino que miró hacia el frente con su máscara sin emociones cual soldado.

– ¿Boris? ¿Qué significa eso?

– Significa… –empezó Katya, pero las palabras se quedaban atoradas en su garganta. No deb
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