28. La vista

Hadriel removió el rastro del aperitivo de su Cenicienta. Sus dedos no pudieron evitar recorrer de nuevo aquellos labios a los que tanto había tocado. Su desconocida Cenicienta se había convertido en la persona por la que sentía más cariño y aprecio. A pesar de no saber la identidad de la mariposa, era imposible no encontrarse vinculado y cercano a ella. Había sido su primera vez, no solo en lo físico, sino en otros sentidos, como amiga, confidente y como mujer. Sin tener ninguna duda de hacerlo, volvió a tomarla en sus brazos, para propinarle un beso sincero y vivido. Ansiaba volver a estar con ella, antes de que separaran. Sin embargo, desde su ubicación vio como el claro del día ya pronto llegaría. Así que, la invitó a que la acompañara un momento y la guio, con afecto y ternura.

En lo más alto del rascacielos, en el lujoso balcón de la penthouse, Hadriel y Hellen compartían un momento de calma en la primera luz del alba. El resplandor dorado del sol que se alzaba en el horizonte c
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