—¿Estás segura que ellos te dijeron que estarían en casa? –cuestiona Alexey y yo asiento aunque ya me imagino por qué todo se ve tan solo.—Si, les mandé un mensaje para que supieran que veníamos, no hay equivocación. —Que raro que todo esté tan en silencio. Alexey abre la puerta y entra encendiendo la luz, sus padres salen de algún lugar en dónde se encontraban escondidos y gritan ¡Sorpresa! Lanzando papeles de colores a la cara de mi guapo ruso y yo río divertida.Él apenas puede creer que lo hayan recibido de esa manera, así que se gira hacia mi y me mira con sospecha. —¿Tú sabías sobre esto? –cuestiona y niego con la cabeza. —También estoy sorprendida, mira. –finjo una mueca de sorpresa pero soy mala actriz. —Si claro, muy sorprendida. –me acusa y me abraza a su cuerpo mientras sus padres se unen a este momento. —Estamos felices de que hayan vuelto. Sobre todo después de la noticia que nos ha dado Tania, ¡Tendrán un bebé? Es una maravilla. —Tania te mintió mamá, –asegura y
—Y por el poder que me fue otorgado por dios, yo los declaro marido y mujer, Sebastián, puedes besar a la novia.Sebastián levanta el velo que cubre mi rostro, sonrío nerviosa y el acaricia mi mejilla tranquilizandome, acerca sus labios a los míos y me besa sellando nuestra unión.Todos en la iglesia aplauden encantados con la escena. Este es el matrimonio más esperado en diez años y ahora que fue posible no pueden evitar sentir esa emoción que hace tiempo no se sentía en la familia de los Rivera Real, mi familia.Sebastián aleja sus labios de los míos y toma mi mano haciendo la caminata obligatoria por el pasillo de la iglesia hasta la salida en donde nos espera un precioso coche que nos llevará a nuestra recepción. Una fiesta que promete estar no solo en boca de todos, sino en oídos y ojos ya que es la boda del año.El empresario millonario, soltero codiciado, Sebastián Del Valle Montoya, se casó con nada más y nada menos que la hija de Augusto Rivera, otro hombre poderoso y asquero
—¡Cuéntame todo! ¿Cómo fue tu primera vez? ¿Te dolió? –cuestiona mi madre demasiado emocionada del otro lado se la línea.—Dolió solo un poco. –miento observando la caja con el aparato que Sebastián me regaló.—¿Pero estás feliz? ¿Él fue cuidadoso?—Sí mamá, lo fue.—Yo sabía que iba a valer la pena que no te entregaras a nadie más, Sebastián seguramente vio tu virginidad como un tesoro, eso es algo que nadie guarda en este tiempo. Ojalá quedes embarazada pronto, quiero nietos de inmediato, tu hermana Sarah aún no es capaz de hacerlo.—Tal vez tiene problemas para quedar embarazada.—Ella lo que quiere es no tenerlos por decisión propia y ni hablamos de Lila, esa niña está peor cada día. Solo me quedas tú, yo sé que tú si serás capaz de ser una mujer en la extensión de la palabra, y me darás nietos hermosos. ¿Verdad?—Si mamá, mi casa es tan grande y hermosa. Cabrían diez niños aquí, yo sería feliz se tener la familia que tú siempre deseaste, grande y llena de hijos amorosos.—Fue un
—Toma esto, –me pide entregándome una pastilla y una botella de agua.La tomo sin detenerme a preguntar para que es, supongo que para evitar que me mareé durante el viaje.Tomo mi lugar y sonrío, me gusta viajar en avión, siempre desde que tengo memoria ha sido de mis favoritos.—Gracias por la pastilla, no era necesaria, estoy acostumbrada a viajar y por el mareo ni...—No era para el mareo. –responde viendo la pantalla de su teléfono.—¿Entonces para qué fue? –cuestiono algo asustada por qué no sé que medicamento fue el que tomé.—Pastilla de emergencia, no usamos protección en la mañana y no quiero sorpresitas. Me acabo de casar ayer y no me veo teniendo hijos tan rápido. Espero que tú tampoco por qué de lo contrario estaremos en un problema.—Pero...—¿Realmente quieres tener hijos ahora? –cuestiona y puedo ver una mueca de fastidio en su rostro–. No podríamos viajar ni disfrutar de hacer cosas solos. Y del la intimidad ni hablamos, todo se arruina con un hijo tan rápido, disfrute
Apenas bajamos de avión el olor a mar se cuela por mi nariz, el aire es fresco y supongo que estamos cerca del mar pero no estoy segura. —¿Hay alguna playa cerca? —Estamos en una de las más grandes islas del Caribe mexicano, se llama Holbox y aquí iniciará nuestro viaje. Visitaremos otras más. Sonrío satisfecha por qué amo la playa y está parece ser muy bonita...o eso dice Google. —¡Oh por dios, hay bioluminiscencia! –hablo más fuerte de lo que pretendía y me gano una mirada de desaprobación por parte de Sebastián. —¿Por qué tienes que gritar siempre? Es tan... vergonzoso. —Lo siento, solo me emocioné cuando supe que...—Si, si, da igual. No vuelvas a actuar así, pones en vergüenza mi apellido. Ahora iremos al hotel, podrás darte un baño y bajar a la piscina o ir a conocer la playa. Te contrataré un guía si lo crees necesario aunque yo pienso que no eres tan tonta como para perderte. ¿Verdad linda? —Claro que no, digo jamás había venido a esta playa pero tampoco tengo cinco año
El calor abrumador hace que mi ropa se pegue a mi cuerpo. Abro los ojos un poco pero los cierro cuando un agudo sonido atraviesa mis oídos. Llevo las manos a mi cabeza y el dolor aumenta. Parpadeo lentamente y solo veo una ventana sin vidrio y una cama en dónde estoy acostada, mis zapatos han desaparecido al igual que mis anillos y toda la joyería que llevaba puesta. Me levanto de manera inestable y escucho mucho ruido afuera, son...tiros. Si me asomo posiblemente me toque uno pero si me quedo también es probable que no salga de aquí jamás. Abro la puerta solo un poco pero nadie se ve, así que salgo tratando de correr pero la tierra caliente y algunas piedras me lastiman los pies. Puedo ver a lo lejos gente y entonces camino para el otro lado pero un hombre horrible me apunta con una pistola. Yo instintivamente levanto los brazos y ahogo un grito. —¿Ibas a dar un paseo? Tenía entendido que tú te ibas a quedar aquí mientras nosotros cobramos una jugosa cantidad de dinero por ti. —
Cuatro días desde que Damián me trajo aquí, los mismos días en los que no he sabido nada concreto de Sebastián, solo recibí un mensaje que decía "me alegra que estés viva" y fue todo.No sé cómo tomar eso por parte de Sebastián, ni siquiera se está preocupando por como estoy y eso me está poniendo muy triste. Por fortuna mis pies sanaron rápido con ayuda de Damián y Mildred, su hermana, y pronto nos podremos ir de vuelta a la ciudad. Quiero estar de vuelta en casa e ir a ver a mi madre, a mis hermanas, a mi padre. —¿Estás lista para salir a conocer la playa? –cuestiona Mildred llegando hasta la habitación en dónde me encuentro. —Si, estoy muy emocionada, mi hermana Lila no ha dejado de mandar mensajes pidiéndome que vaya a ver la bioluminiscencia.—En está playa es muy notable, cuando caiga la noche podrás ir a verla, la playa está a unos metros detrás de la casa, ahora vamos a conocerla de día, te encantará. Mildred deja varias prendas sobre la cama y me mira sonriente. —Es mia,
Escucho las aves cantar y les juro que se siente como si un dinosaurio estuviera rugiendo en mi oído. Abro los ojos con tanto pesar y me alegro que las cortinas de mi ventana estén cerradas por qué de no estarlo, el sol habría sido demasiado malo con mis ojos. La cabeza está por estallarme y esa sensación de náuseas aparece como por arte de magia. Me levanto de la cama y corro hasta el baño en dónde apenas puedo llegar a la taza sin hacer un desastre. Lo que supongo fue mi cena termina flotando en el agua y digo que supongo por qué no recuerdo nada. Solo sé que estaba en la playa con Damián y luego nada concreto. Enjuago mi boca y trato de hacer memoria, realmente no recuerdo nada de lo que sucedió. Cuando mis ojos se fijan en el espejo puedo notar que no llevo mi ropa, en cambio llevo una camisa y para ser para exacta, la camisa de Damián.—¡Mierda! –vocifero y me arrepiento al instante pero no dejo pasar ese sentimiento de satisfacción al haber dicho una grosería. Salgo del baño