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Capítulo tres; ¿Cómo fingir?

—Toma esto, –me pide entregándome una pastilla y una botella de agua.

La tomo sin detenerme a preguntar para que es, supongo que para evitar que me mareé durante el viaje.

Tomo mi lugar y sonrío, me gusta viajar en avión, siempre desde que tengo memoria ha sido de mis favoritos.

—Gracias por la pastilla, no era necesaria, estoy acostumbrada a viajar y por el mareo ni...

—No era para el mareo. –responde viendo la pantalla de su teléfono.

—¿Entonces para qué fue? –cuestiono algo asustada por qué no sé que medicamento fue el que tomé.

—Pastilla de emergencia, no usamos protección en la mañana y no quiero sorpresitas. Me acabo de casar ayer y no me veo teniendo hijos tan rápido. Espero que tú tampoco por qué de lo contrario estaremos en un problema.

—Pero...

—¿Realmente quieres tener hijos ahora? –cuestiona y puedo ver una mueca de fastidio en su rostro–. No podríamos viajar ni disfrutar de hacer cosas solos. Y del la intimidad ni hablamos, todo se arruina con un hijo tan rápido, disfrutemos de esto, aún es nuevo para mí.

»Tengo planes, cosas por hacer y quiero visitar el mundo entero las veces que quiera. Un hijo nos detendría, más a ti que a mí por qué yo podría salir y tú deberías quedarte en casa, ¿Quieres eso? ¿Qué me vaya a viajar sin ti?

—No Sebastián. –respondo y no puedo evitar tener miedo.

Siento su mano acariciar mi pierna y lo miro.

—Me excita que haga eso, apenas despeguemos iremos a la parte de atrás, quiero tenerte de nuevo. –asegura y vuelve su mirada al teléfono.

Yo giro mi cabeza hacia la ventana y observo todo mientras despegamos.

Cuando mi madre me dijo que iba a casarme, solo pude saltar de felicidad. Desde que conocí a Sebastián siendo adolescentes, hice hasta lo imposible por ser la mujer perfecta para él.

Siempre bien vestida, bonita y presentable, aprendí a estar callada cuando lo requería y di mi opinión solo si se me pedía. Aprendí sobre cómo comportarme frente a mis suegros y frente a mí marido. Mi madre fue una gran maestra.

Pero nunca me habló de esto, yo estoy para complacerlo pero, ¿qué hay de mi? Quizás es por qué es reciente, solo tuvimos medio año para conocernos, y no siempre nos vimos por qué el negocio es demasiado demandante.

Tal vez solo necesita tiempo para adaptarse  y todo será mejor, tal y como yo lo necesito, como lo merezco.

—Ven, estamos en el aire.

Toma mi mano y apenas alcanzo a desabrochar mi cinturón cuando ya me está jalando por el pasillo.

Abre una puerta de madera y al entrar puedo ver una cama bastante grande, cierra la puerta y apenas lo hace se lanza a besarme, yo no desaprovecho la oportunidad y trato de quitar su camisa pero me lo impide, toma mis muñecas y me lleva hasta la cama, poniéndome contra el colchón, sube mi vestido y baja solo un poco mi ropa interior, hace una pausa y luego entra en mi.

Me aferro a la sábana y siento el dolor de nuevo en mi interior, las lágrimas pican en mis ojos.

—Sebastián, Sebastián por favor...

—Shh, calladita me excitas, –dice mientras tapa mi boca con sus manos–, tu voz me gusta pero no cuando lo hacemos, ahí me gustas callada, el ruido me molesta. Oh Tania, eres perfecta.

Miro un punto fijo en la pared del avión y pienso en algo que no sea este momento mientras siento que entra y sale de mi interior varias veces provocándome aún más incomodidad que la vez anterior.

Su cuerpo se tensa y recarga su cabeza sobre mi espalda. Sale de mi y yo me levanto de inmediato acomodando mi ropa.

—Espero que no seas de esas mujeres que no pueden tener orgasmos, van dos veces que lo hacemos y en ninguna pude sentirte. ¿Tienes algún problema con eso?

—No, solo necesito un poco más de tiempo y...

—¿Tiempo? ¿Para qué? Es el tiempo necesario para una buena relación sexual, espero que hayas traído el regalo que te di anoche, por qué si sigues así de fría tarde o temprano lo vas a necesitar.

—Lo olvidé en casa.

—Bueno, siempre puedes usar los dedos. ¿Si sabes cómo hacerlo, no?

Asiento sin querer responder a semejante pregunta.

—¿Quieres volver o deseas descansar?

—¿Puedo quedarme a descansar? –le pregunto y sonríe.

—Claro que puedes Tania, este avión es tuyo. Todo lo mío lo es, mi dinero, mis casas, empresas, cada joya que poseo. Todo, absolutamente todo es tuyo.

—Yo solo deseo tu corazón. –aseguro por qué jamás fui una mujer interesada y no lo seré ahora.

—Que ridícula, ¿Eres traficante de órganos? Por qué solo así me explicaría semejante estupidez. Confórmate con lo demás, que las cursilerías no me van. Ahora duerme o descansa, vendré por ti antes de aterrizar.

Asiento y sale de la pequeña habitación. Me abrazo a mi misma y lloro, me dejo caer en la cama y me hago bolita. Recuerdo las palabras de mi madre a días se casarme.

—Las buenas mujeres complacemos a nuestros esposos, –dice mientras acomoda su cabello–, eso nos asegura que estaran con nosotros siempre. ¿Acaso quieres ser reemplazada por una mujer que es más complaciente que tú?

Niego con la cabeza sintiendo miedo a ser dejada por alguien mejor que yo.

—Quiero ser la mejor esposa para Sebastián, mamá.

—Entoces debes hacer lo que él quiera, así siempre estará feliz. Si toca fingir, debes hacerlo. Un hombre con el ego herido es lo menos que necesitas.

—¿A qué te refieres con fingir?

—Fingir que te gusta algo que en realidad no. Lo entenderás conforme pasa el tiempo, fingir y hacerte la sorda te llevarán a un matrimonio exitoso.

***

Tomo mi teléfono y mando un mensaje a Sarah.

"¿Cuánto tiempo te duele después de tu primera vez?"

No recibo respuesta pero si en cambio una llamada.

—¿Sangraste? – es lo primero que pregunta.

—Si y dolió como el infierno.

—¡Tania! Deberías alejarte de Lila, es una bocona.

—Responde mi pregunta.

—Pues la primera vez duele, las demás ya no debería si estás lo suficientemente lubricada de allá abajo.

—De allá abajo, ¿Por qué no dices su nombre?

—Por que estoy en el club y la gente puede oírme.

—¿Y? No sabía que era delito.

—No estamos hablando para eso, solo pídele que juegue más con tu vagina. –susurra la última palabra.

—¿Hablas de que juegue con los dedos?

—Con los dedos, con la lengua, con una zanahoria, no lo sé Tania. ¿Realmente tenemos que hablar de esto cuándo estoy en la calle?

—Llamaré a Lila. Ella sabrá que hacer.

—No se te ocurra, busca no lo sé, tutoriales en internet, ahí hay de todo.

—¿Quieres que busque como lubricar mi vagina para hacer el amor con Sebastián?

—Eh... sí, eso mismo, ahora te dejo por qué vienen mis amigas. Espero verte pronto, diviértete y usa condón. –murmura antes de colgar.

Yo me quedo mirando la pantalla de mi teléfono debatiéndome entre hacerlo o no, tecleo en el buscador y hasta yo me sorprendo de los resultados a mi pregunta. Aunque no era la que quería hacer, es la que más me urge.

"¿Cómo fingir un orgasmo?" Pregunto y las respuestas comienzan a darme miedo, risa e incomodidad.

Espero que esto no se salga de control.

Empiezasmo?" Pregunto y las respuestas comienzan a darme miedo, risa e incomodidad.

Espero que esto no se salga de control.

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