La vida y la muerte, dos lados de una misma moneda: la existencia. El alma de todo ser, un día, transmuta en algo diferente, en algo que se vuelve hermoso y eterno. El amor era la base de toda emoción que existía, incluso el odio mismo, nacía de él indudablemente. Desde que el mundo era mundo, desde que el tiempo era tiempo, miles de criaturas habían nacido y perecido, y miles de amores se habían formado. El amor era leyenda, el amor, era el fuego que mantenía viva el alma en la vida y tambien en la muerte. Y era el amor, precisamente, lo que daba comienzo a toda bella historia. Eufemia Farbauti amaba a Ares Fenrir, lo amó desde el momento mismo en que lo vio por vez primera, y Ares, tambien la había amado en el instante en que sus ojos se cruzaron aquella noche. Pocos eran los amores que perduraban ante el paso del tiempo, ante la crueldad del dolor y a los muchos sufrimientos. Solo un amor profundo y verdadero, desafiaba al destino en aquella lucha incansable por el derecho a ser fe
Una batalla se había desatado; aquellos cazadores que apoyaban la infame causa de Elijah Bennet, peleaban contra aquellos que se le oponían, y los lobos, puros o mestizos, peleaban contra los esbirros que aún quedaban.Ares esquivaba aquellos poderosos ataques de Soromir, quien derramaba lágrimas de dolor y frustración. Todas aquellas memorias de su tierna infancia llegaban hasta el, recordando con pesar aquel tiempo en que las tierras de los Fenrir no estaban malditas. Los verdes pastizales se mecían con el viento, y el aroma de las flores silvestres que crecían en los campos, llegaba hasta la mansión que era su hogar, Ares y el recorrían aquellos valles en primavera, buscando ranas, algún insecto, o una nueva aventura de exploración para compartir juntos. La figura de su madre y padre, tambien se dibujaban en su mente sentados a calor de la chimenea cuando el crudo invierno asolaba, y se refugiaban en la ancestral mansión entre las montañas. El ya no era un niño, Ares, tampoco lo er
—¡Eufemia! —Gritaron con desesperación y dolor Ares y Félix. Aquella hermosa mestiza, se había atravesado para recibir aquella puñalada, en lugar de Ares. Cayendo herida entre los brazos del único hombre al que había amado, aquel Alfa del que se enamoró a primera vista y que representaba toda aquella felicidad que había añorado, acaricio su rostro, aquella mujer, sonreía. Al final, sus sueños, no los vería cumplidos.—Lo lamento…Ares — se disculpó la hermosa rubia.Las lágrimas de Ares se escapaban como cascadas desde sus ojos de zafiro. Sosteniendo la delicada mano de Eufemia, notó en ella aquel anillo. Era el anillo de su madre, el que le dio aquella noche en donde ebrios, sin saber quién era el otro, yacieron juntos por primera vez.—No, no, tú no puedes dejarme…eres mía, mi tonta escritora, mi hermosa mestiza…tu no poder irte sin mi permiso, ¡Tú no puedes irte a ningún maldito lado sin mi permiso!...yo, no sé vivir sin ti…no puedo vivir sin ti — sollozo Ares aferrándose a aquella
Llantos infantiles llenaron aquel hospital, y aquella daga que estuvo a punto de ser clavada en el pecho de Ares, se había detenido. El hermoso Alfa de cabellos negros, derramo lágrimas, y abriendo sus ojos completamente, escuchó el llanto de sus hijos.Tirando aquella daga maldita, Ares abrió aquellas puertas de la sala de operación. ¿Por qué estuvo a punto de cometer aquella estupidez? Aquellos niños, eran el regalo más bello, que su hermosa Eufemia Farbauti le había dejado…y era su deber, protegerlos.Los ojos de Ares se abrieron con asombro, y las lágrimas nuevamente se resbalaron de sus ojos de zafiro al ver aquello que le había devuelto la vida y la calma a su alma y corazón. En aquella cama de hospital, yacía Eufemia despierta, con un par de cachorros en sus brazos.Un varón y una hembra.—Ares…acércate, ven a conocer a Bader y a Seirén…ellos son, los herederos del Alfa —Acercándose a su hermosa familia con las piernas temblorosas, Ares se abrazó de Eufemia.—Estás aquí…mi Euf
¿Me vas a amar por siempre?Toda la vida voy a amarte, porque tú eres la única para mí. —Debes de irte ahora mismo, porque si no lo haces, acabare contigo y con tu padre —Aquella promesa ahora solo yacía en su memoria.Soy una mestiza, ¿Aun así me amas? Si, te amo hoy y para siempre, por ello, siempre serás mía. —¡Es una mestiza! ¡No es digna de ser la Luna de un Alfa! —Aquella sangre impura por la cual la habían despreciado toda su vida, le escurría por la espalda herida.¿Vas a marcarme algún día pasa ser tu luna? Si, llevarás mi marca toda tu vida, para que así todos sepan que tu perteneces a mí, y solo a mí.Aquella marca en su espalda, la había recibido antes de tiempo y en contra de su voluntad, por el mismo hombre que le había prometido amarla por siempre, y que ahora permanecía callado tras de su padre, quien la amenazaba de muerte.—Usted no tiene derecho de tratarme así, yo no soy culpable de mi nacimiento, ni tampoco soy culpable de la marca que llevo en mi espalda, s
El aroma del café despertaba sus sentidos, el pan tostado con mantequilla le regresaba las energías. La presentación de su nuevo libro, “El conde de la abadía”, había sido todo un éxito, y esa noche se daría una elegante fiesta para celebrarlo.—Veo que te has despertado de buen humor, y no es para menos, el nuevo libro ha sido un éxito, ¿Quién diría que tus disparates te darían tanto dinero? —Eufemia se reía de los comentarios que el viejo García soltaba tan a ligera.—Vamos segundo papá, estoy segura de que tu tambien estas disfrutando de todo esto, además, ¿Cómo no soltar la imaginación si parte de mi vida la he vivido en el pueblo de las brujas? — se rio con el hombre.Había viajado hasta Salem en Estados Unidos, tal y como su desaparecido padre le había pedido hacer, y tal cual él se lo había dicho, en aquel lugar ya la estaban esperando. El viejo Noah García era un temido y reconocido ex cazador de lobos y vampiros, que en algún momento tuvo la revelación de que no todos eran m
Una suave melodía se escuchaba de fondo en aquel elegante recinto. Una torre de finas copas de cristal, capturaba la atención de los elegantes invitados que asistían a tan sofisticada reunión cargada de elegancia y distinción. Las tonalidades beige y dorado le daban al sitio un toque distintivo que evocaba a la calma y la prudencia. Los aperitivos eran adecuados, y todos hablaban del más reciente éxito de Eufemia García, mejor conocida como “Luna olvidada”, quien destacaba por su enorme potencial creativo y era una verdadera celebridad admirada y respetada.Eufemia García era una mujer hermosa, recatada e inteligente. Una pareja ideal para un respetable caballero que estuviese dispuesto a compartir el mundo con ella. Sin embargo, la escritora permanecía soltera, y, según se decía, ella se negaba a salir con alguien, incluso se rumoraba que ella gustaba de las mujeres, aunque, al final de todo, todo ello eran solo rumores.Eso era lo que Ares Fenrir había estado escuchando durante la n
Era el.Su respiración estaba agitada, y el viento le volaba el cabello dificultando su vista mientras se heria los pies descalzos con las piedrecillas del pavimento.¿Cómo había sido tan estúpida?Las lágrimas se le escapaban de los ojos grises, mientras apresuradamente se sacaba las llaves del auto buscando desesperadamente en su bolso, rogando que estuvieran allí y no se hubiesen tirado en algún sitio.Era Ares Fenrir.Aquel hombre con el que había dormido descuidadamente después de tomar la peor decisión de su vida, había resultado ser aquel que la había traicionado y olvidado, forzándola a vivir una vida distinta a todo lo que ella alguna vez había imaginado.¿Qué había hecho?Como una mala broma del destino, se había entregado a Ares sin saberlo y sin lograr reconocerlo en medio del mareo del alcohol, su marca punzaba, dolía como si fuera aquel horrible día en que fue marcada en contra de su voluntad, y condenada a vivir en el exilio alejada de su padre y de todos los que una ve