—No será hoy, vampiro, me encargare de liquidarte, no me importa quien seas —Elijah Bennet se había lanzado sobre aquel temible vampiro que lo miraba con tanto odio y desprecio, que lograba helarle la sangre. Dragos sentía aquel terrible impulso por arrebatar con sus propias manos la vida de aquel miserable.—Incluso tu voz…es la misma… ¿Cómo es posible que puedas aferrarte tanto? Maldito Antonescu…sigues apareciendo en mi camino a pesar de todo… —Elijah no comprendía que era lo que aquel miserable ser le estaba diciendo.—¿De qué demonios hablas? Vampiro, yo jamás te había visto, y yo soy un Bennet, no un maldito Antonescu — aseguró.Dragos mostró una sonrisa rota. Sus colmillos castañearon con rabia y rencor al recordar a aquel primero cuyo rostro volvía a nacer una y otra vez.—Tu, eres…Emmeran Antonescu…aquel maldito cazador que una vez me arrebató lo más amado —Arrojándolo lejos, no deseo seguir contemplando aquel rostro confuso que le heria profundamente lo que le quedaba de
—Lo lamento, Alfa Fenrir, pero esto es todo lo que les permitiré avanzar —Ares miró a aquel maldito vampiro.—¿Qué haces aquí? ¡¿No eras nuestro aliado?! — gritó con una mescla de confusión y de rabia mientras aquel ser le mostraba una sonrisa burlona dejando ver sus afilados colmillos.—Oh no Alfa Fenrir, yo nunca dije que era su aliado, tan solo protegí a esa mujer por petición de mi querido Noah García…pero resultó muy conveniente intervenir en este conflicto tan patético ——¿Qué quieres decir? — cuestionó Félix.Dragos miró a ambo Alfas; lo habían dado todo por proteger a esa mestiza sin importar pagar con sus vidas por ello, era realmente algo trágico que las cosas no resultaran como ellos deseaban, por ello era que el amor era el acto más estúpido e insensato que cualquiera pudiese cometer…incluido el mismo.—Eufemia Farbauti, y lo que crece en su vientre, es todo lo único que realmente necesito para obtener lo que quiero…y por volver a verla, hare todo lo que sea necesario, as
La vida y la muerte, dos lados de una misma moneda: la existencia. El alma de todo ser, un día, transmuta en algo diferente, en algo que se vuelve hermoso y eterno. El amor era la base de toda emoción que existía, incluso el odio mismo, nacía de él indudablemente. Desde que el mundo era mundo, desde que el tiempo era tiempo, miles de criaturas habían nacido y perecido, y miles de amores se habían formado. El amor era leyenda, el amor, era el fuego que mantenía viva el alma en la vida y tambien en la muerte. Y era el amor, precisamente, lo que daba comienzo a toda bella historia. Eufemia Farbauti amaba a Ares Fenrir, lo amó desde el momento mismo en que lo vio por vez primera, y Ares, tambien la había amado en el instante en que sus ojos se cruzaron aquella noche. Pocos eran los amores que perduraban ante el paso del tiempo, ante la crueldad del dolor y a los muchos sufrimientos. Solo un amor profundo y verdadero, desafiaba al destino en aquella lucha incansable por el derecho a ser fe
Una batalla se había desatado; aquellos cazadores que apoyaban la infame causa de Elijah Bennet, peleaban contra aquellos que se le oponían, y los lobos, puros o mestizos, peleaban contra los esbirros que aún quedaban.Ares esquivaba aquellos poderosos ataques de Soromir, quien derramaba lágrimas de dolor y frustración. Todas aquellas memorias de su tierna infancia llegaban hasta el, recordando con pesar aquel tiempo en que las tierras de los Fenrir no estaban malditas. Los verdes pastizales se mecían con el viento, y el aroma de las flores silvestres que crecían en los campos, llegaba hasta la mansión que era su hogar, Ares y el recorrían aquellos valles en primavera, buscando ranas, algún insecto, o una nueva aventura de exploración para compartir juntos. La figura de su madre y padre, tambien se dibujaban en su mente sentados a calor de la chimenea cuando el crudo invierno asolaba, y se refugiaban en la ancestral mansión entre las montañas. El ya no era un niño, Ares, tampoco lo er
—¡Eufemia! —Gritaron con desesperación y dolor Ares y Félix. Aquella hermosa mestiza, se había atravesado para recibir aquella puñalada, en lugar de Ares. Cayendo herida entre los brazos del único hombre al que había amado, aquel Alfa del que se enamoró a primera vista y que representaba toda aquella felicidad que había añorado, acaricio su rostro, aquella mujer, sonreía. Al final, sus sueños, no los vería cumplidos.—Lo lamento…Ares — se disculpó la hermosa rubia.Las lágrimas de Ares se escapaban como cascadas desde sus ojos de zafiro. Sosteniendo la delicada mano de Eufemia, notó en ella aquel anillo. Era el anillo de su madre, el que le dio aquella noche en donde ebrios, sin saber quién era el otro, yacieron juntos por primera vez.—No, no, tú no puedes dejarme…eres mía, mi tonta escritora, mi hermosa mestiza…tu no poder irte sin mi permiso, ¡Tú no puedes irte a ningún maldito lado sin mi permiso!...yo, no sé vivir sin ti…no puedo vivir sin ti — sollozo Ares aferrándose a aquella
Llantos infantiles llenaron aquel hospital, y aquella daga que estuvo a punto de ser clavada en el pecho de Ares, se había detenido. El hermoso Alfa de cabellos negros, derramo lágrimas, y abriendo sus ojos completamente, escuchó el llanto de sus hijos.Tirando aquella daga maldita, Ares abrió aquellas puertas de la sala de operación. ¿Por qué estuvo a punto de cometer aquella estupidez? Aquellos niños, eran el regalo más bello, que su hermosa Eufemia Farbauti le había dejado…y era su deber, protegerlos.Los ojos de Ares se abrieron con asombro, y las lágrimas nuevamente se resbalaron de sus ojos de zafiro al ver aquello que le había devuelto la vida y la calma a su alma y corazón. En aquella cama de hospital, yacía Eufemia despierta, con un par de cachorros en sus brazos.Un varón y una hembra.—Ares…acércate, ven a conocer a Bader y a Seirén…ellos son, los herederos del Alfa —Acercándose a su hermosa familia con las piernas temblorosas, Ares se abrazó de Eufemia.—Estás aquí…mi Euf
¿Me vas a amar por siempre?Toda la vida voy a amarte, porque tú eres la única para mí. —Debes de irte ahora mismo, porque si no lo haces, acabare contigo y con tu padre —Aquella promesa ahora solo yacía en su memoria.Soy una mestiza, ¿Aun así me amas? Si, te amo hoy y para siempre, por ello, siempre serás mía. —¡Es una mestiza! ¡No es digna de ser la Luna de un Alfa! —Aquella sangre impura por la cual la habían despreciado toda su vida, le escurría por la espalda herida.¿Vas a marcarme algún día pasa ser tu luna? Si, llevarás mi marca toda tu vida, para que así todos sepan que tu perteneces a mí, y solo a mí.Aquella marca en su espalda, la había recibido antes de tiempo y en contra de su voluntad, por el mismo hombre que le había prometido amarla por siempre, y que ahora permanecía callado tras de su padre, quien la amenazaba de muerte.—Usted no tiene derecho de tratarme así, yo no soy culpable de mi nacimiento, ni tampoco soy culpable de la marca que llevo en mi espalda, s
El aroma del café despertaba sus sentidos, el pan tostado con mantequilla le regresaba las energías. La presentación de su nuevo libro, “El conde de la abadía”, había sido todo un éxito, y esa noche se daría una elegante fiesta para celebrarlo.—Veo que te has despertado de buen humor, y no es para menos, el nuevo libro ha sido un éxito, ¿Quién diría que tus disparates te darían tanto dinero? —Eufemia se reía de los comentarios que el viejo García soltaba tan a ligera.—Vamos segundo papá, estoy segura de que tu tambien estas disfrutando de todo esto, además, ¿Cómo no soltar la imaginación si parte de mi vida la he vivido en el pueblo de las brujas? — se rio con el hombre.Había viajado hasta Salem en Estados Unidos, tal y como su desaparecido padre le había pedido hacer, y tal cual él se lo había dicho, en aquel lugar ya la estaban esperando. El viejo Noah García era un temido y reconocido ex cazador de lobos y vampiros, que en algún momento tuvo la revelación de que no todos eran m