Capítulo Veintiocho.

Juliana De Voncelli.

Ya nada me detenía estar aquí, no había razón alguna, ni el por qué estarlo.

Iré por mi hija, por mi Elena, a cuidar su corazón.

Lo único que en ésta vida me queda.

Me ahogué en la noche en mi pena, me entregué al luto en cuerpo, alma y espíritu. Francesco Voncelli fue un gran hombre, a su lado me demostró que sí existe el amor, que sí está la felicidad y la paz, con él lo conseguí todo.

Dejarlo ir de mi lado no es fácil, es un hecho inaceptable, es injusto lo que le hicieron, él no merecía la muerte, pese a su negocio con la mafia, él era un buen hombre. Defendía lo justo, lo correcto, y no detenía a nada hasta no dar con la verdad.

Una entereza incalculable.

Ahora en ser su esposa, ahora soy una viuda.

Una lágrima brota de mi ojo derecho, la limpio y respiro hondo.

"Cuánto te amo, mi amor. Por siempre vivirás en mí, eres un amor eterno." Susurré mirando al cielo desde la ventana de la habitación.

Debo continuar, debo ser fuerte.

Preparé un bolso en la madrug
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