Elena Voncelli.No puedo dejar de llorar, ver el cómo asesinan a mi padre no es un momento fácil, nada resulta bueno.Es atroz.Sé que dudé de él, absolutamente no confié en su palabra, pero cómo podía. Toda evidencia encontrada apuntaba a él.No es fácil para mí darle la razón a alguien que no la tenía, por muy doloroso que fuese.Al verlo por enésima vez, lo quité de mi vista, cerré rápidamente mi laptop, y me quiebro en llanto.Por un segundo pensé que todo era una mentira, que Alberto solo diría algo comp eso para traerme de vuelta al refugio en el que estaba o llevarme a otro lugar en el que estuviera lejos de su peor enemigo.Pero no, era la cruel verdad de la que no quería escuchar, pero que al verla es peor que haberla escuchado. Un nudo en la garganta se apodera de mí, llenando mi ser de una sensación de la que no puedo evitar esconderme, después de haber vivido por muchos años, cargada de momentos muy vividos junto a él, junto a ella, creando nuestro propio mundo de amor y f
Verónica Wilson.—Jefa, el avión está esperando por usted. — me informa mi aliado por el transmisor que llevo en mi cuerpo.—Perfecto, Samuel. — respiro. Será una misión de lograr, pero lo haré posible. — Estoy a cinco minutos de llegar. — le digo acercándome cada vez más al aeropuerto privado.—Excelente, jefa. — me contesta y corto la llamada.Pero ella me llama.Una señal de que algo está mal.—Dime, Patricia. —la abordo de inmediato.—Señora Verónica, Ramirez la envío a investigar, y además su rechazo al viaje desató en él dudas, lo pude notar en su semblante. — me explica.Suelto una maldición.—¿Y me mandará a vigilar? — inquiero aparcando el auto en el estacionamiento del aeropuerto.—Si, ya está en contacto con uno de sus hombres.— me afirma.Y un plan b salió en mi cabeza.No podía fallar, él no podrá contra mí.Jamás.—Bien, Patricia, buena información me has dado. — le digo agradecida.—Lo haría millones de veces, sólo porque te amo. — me dice y el corazón se encrespa.La
Elena Voncelli.Y unas ansias de enfrentarlos se me atora en el corazón, es una manera de hacerle un favor a mi padre.Estaría a la mano, debo ser agradecida por los buenos años en que me enseñó en que la vida todo se la juega, y que si no conoces el truco, crea uno para ganar.Y lo haré.Me creé un perfil muy distinto, me veo muy diferente, pero me agrada lo que miro en el espejo, dejaré a más de un hombre con el corazón revolcado.Sonreí.Es el objetivo de lo que sucederá ésta noche.Lo planifiqué todo, llamé a los mejores amigos de mi padre, aperturé de nuevo el negocio que tenían abordando desde años atrás. Se alegraron al verme crecida y muy valiente a todo.Doña Gloria, una mujer de cincuenta años, quién ama a mi padre con orgullo de madre, lo adoptó a sus cinco años, al ser su nana, me agradó su corazón, es muy dulce pero también objetiva.Al reunirme con cada uno de ellos, fueron dándome la bienvenida, y que estarían para las que sea.Pero Doña Gloria me pidió que antes de que
Juliana De Voncelli.Estoy a la espera de Alberto, pero nada que llega, la desesperación me embarga, mi piel se erizó y tiembla de los nervios.Al adentrarme a un kiosko para tomarme un café, y escuché en la radio que el vendría a México por un viaje de compromisos.El compromiso era yo.Una mujer se acerca a mí con un aspecto muy abstracto dándome una mala sensación de que soy perseguida por ella.Me miraba con cierta ansiedad de la cual me hizo pensar que es una de las personas que mi padre envió para capturarme y cumplir su deseo, que es matarme.Respiré profundo, e intenté hacerme la desentendida y poder huir de su plan.Al salir del kiosko grandes hombres invadían la avenida y acera de la que no tenía ninguna escapatoria, estaba rodeada de grandes hombres que al verme salir tomaron cada uno en sus manos mis brazos, comencé a gritar, pidiendo auxilio del que nadie se digno en darme.Me adentraron a un auto blindado con la mujer que me miraba en el kiosko, uno de sus hombres le pre
Roberto Ramírez.Qué maravilla de mujer. Toda una belleza admirable.Jadeo con deseo, verla envuelta en ese conjunto diminuto, en que se le observa cada atributo es una bendición.—Perdón por haberte colgado de ese modo por la llamada.— me dice Verónica con los ojos de amor. — A último momento se presentó un inconveniente, pero ya lo resolví. — añade y acerca a mi.— No me debes explicaciones, sé que eres una mujer muy ocupada, y que como futuro esposo debo darte el espacio que mereces.— le expreso mirándola sonreírme.Toma en sus manos mi corbata y la jaló hacia ella. — Eres el mejor. — declaró y me besa con ansiedad en mis labios.La tomé por el cuello y la acerqué a mí y profundizo el beso, y a ella le pareció buena idea.Enseguida se subió en mi regazo y comienza a mover sus caderas en un vaivén pasional, prohibido, nada bueno.Tal como me gusta, a lo duro, a lo salvaje.Gimo contra sus labios, apretando sus nalgas, ella suelta un susurro de placer.Verónica decide avanzar y es lo
Francesco Voncelli.Gabrielle es una joven muy simpática, en el viaje me agradó su buen humor, pese a las condiciones en la que la encontré en el bar.Compartí a su lado ciertos atajos, le mencioné que me hacía recordar a mi hija Elena, y se sonroja. Sólo me decía que algún día la quería conocer y decirle lo agradable que soy, a lo que le respondí menos cuando estoy molesto, soy pésimo.Y sí, y quién en su sano juicio estando molesto se convierte en un santo de devoción, nadie, absolutamente nadie.Seguí a su lado, recorriendo casi medio país, había caído en el golfo que rodea a México, para arribar a la cuidad era difícil, debía recorrer por muchas horas en carretera.En unas me cobraban el pasaje, en otras no, ya que me conocían y me tenían cierto respeto. Y lo valoré mucho.Al arribar a la plaza de la paz me encontré con un alboroto, una mujer gritaba pidiéndole auxilio, su timbre de voz me recordó a ella, a Juliana.Gabrielle se colocó nerviosa, su mirada se nubló de temor. La tom
Elena Voncelli.Y me convertí en una tendencia peligrosa, maligna, en una influencia demoníaca, me reí al leer el periódico.Gloria me servía el desayuno. — ¿De qué te ríes, mi niña? — me pregunta Gloria con una sonrisa en sus comisuras, podía ver la alegría en sus ojos.—De las especulaciones que lanzan sobre mí, es exagerado, el mundo me teme. — le digo mostrándole la información que leía.Gloria medio lee algo, y se ríe.—Nada bueno se hablará de las críticas se los demás, son más las destructiva que las que ayudan a salir adelante, hija. — me dice tomando asiento a mi lado.Y le sonrío.—Es la verdad, pero no me dejaré vencer por lo que dicen, me da horror sus lenguas, al más bueno lo desacreditan, y al malo lo alaban. — le digo y Gloria asiente, y le doy una mordida a mi tostada a la francesa.—Está divina. — le expreso con ojos llenos de alegría. —Son deliciosas. — le vuelvo a decir y Gloria se ríe.—Es la receta secreta de mi abuela, es una maga en la cocina. — me dice y me son
Juliana De Voncelli.No podía creerlo, ni menos en una persona desconocida. Pero por qué me duele lo que me dice.Es absurdo, es cruel, es aberrante.Mi mamá no habló de ella, decía que era de una familia muy lejana, que nadie quería verla. Pero me mintió.Qué horror.En la llamada es su voz, es su llanto, para mí es reconocible, vivía día a día en una insólita depresión del que no tenía ni la más mínima idea de lo que en realidad estaba sucediendo.Al parecer la vida me seguirá sorprendiendo, y no de la buena manera. Todo una mentira he vivido por años.Mi padre siempre la trató como su fuese una loca, pero no. Ella no era. Se escondía de mí para ocultar la verdad, para que yo no lo supiera.Mal hecho.Su experiencia con él me fuese advertido del hombre quién se hace llamar, mi padre.Hubiera huido de él cuando me enamoré de Francesco Voncelli, en mi adolescencia, pensé que él no conocía de mi relación con él, pero sí. El muy cabrón me espiaba, me tenía cada paso contado, al igual q