Elena Voncelli.Y me convertí en una tendencia peligrosa, maligna, en una influencia demoníaca, me reí al leer el periódico.Gloria me servía el desayuno. — ¿De qué te ríes, mi niña? — me pregunta Gloria con una sonrisa en sus comisuras, podía ver la alegría en sus ojos.—De las especulaciones que lanzan sobre mí, es exagerado, el mundo me teme. — le digo mostrándole la información que leía.Gloria medio lee algo, y se ríe.—Nada bueno se hablará de las críticas se los demás, son más las destructiva que las que ayudan a salir adelante, hija. — me dice tomando asiento a mi lado.Y le sonrío.—Es la verdad, pero no me dejaré vencer por lo que dicen, me da horror sus lenguas, al más bueno lo desacreditan, y al malo lo alaban. — le digo y Gloria asiente, y le doy una mordida a mi tostada a la francesa.—Está divina. — le expreso con ojos llenos de alegría. —Son deliciosas. — le vuelvo a decir y Gloria se ríe.—Es la receta secreta de mi abuela, es una maga en la cocina. — me dice y me son
Juliana De Voncelli.No podía creerlo, ni menos en una persona desconocida. Pero por qué me duele lo que me dice.Es absurdo, es cruel, es aberrante.Mi mamá no habló de ella, decía que era de una familia muy lejana, que nadie quería verla. Pero me mintió.Qué horror.En la llamada es su voz, es su llanto, para mí es reconocible, vivía día a día en una insólita depresión del que no tenía ni la más mínima idea de lo que en realidad estaba sucediendo.Al parecer la vida me seguirá sorprendiendo, y no de la buena manera. Todo una mentira he vivido por años.Mi padre siempre la trató como su fuese una loca, pero no. Ella no era. Se escondía de mí para ocultar la verdad, para que yo no lo supiera.Mal hecho.Su experiencia con él me fuese advertido del hombre quién se hace llamar, mi padre.Hubiera huido de él cuando me enamoré de Francesco Voncelli, en mi adolescencia, pensé que él no conocía de mi relación con él, pero sí. El muy cabrón me espiaba, me tenía cada paso contado, al igual q
Diego Torres.Ahora sé que puedo morir con el alma cargada de emociones que jamás pensé sentir, y decirle a Elena la verdad.No podía esconderlo más, en algún momento él vendrá por ella, y la subirá a su trono y la hará una mujer importante, una persona de bien.La veo mirar un punto fijo en la pared, está sumida en sus pensamientos, y yo en los míos, cada quién en su mundo.Después de haberle contado la verdad pensé que me mataría, pero no lo hizo. Es un hecho que obligó a reconocer que me burlé de su noble corazón.Elena nunca sería capaz de apuntar contra aquel que le hizo el bien, aunque fuese una mentira.Sé que para Elena soy un hombre distinto a los demás, que a mi lado en pocos días vivió los momentos más felices de su vida, cargado de amor, libertad, felicidad, paz, de todo lo que se merece tener.Pero a mi lado, siendo Diego Torres no lo podrá cumplir, mi vida depende de la justicia, de lo que harán, y que Elena al ver a su abuelo Roberto Ramírez le dirá todo lo que le dije,
Roberto Ramírez.Respiro, una y otra vez. La vida es buena a veces, pero en otras te saca lo peor de ti.No merezco estar enrabietando por lo demás, es una punzada en el trasero. Me cabrea de inmediato.Miro de arriba abajo Ignacio su excusa me parece ante una basura, una niñez.—Pensé que eras el más listo, él audaz del grupo, pero resultaste ser una rata, al igual que la demás.— le grito mirándolo con ira.—Patrón, la verdad, fue esa. La teníamos en nuestras manos pero escapó de inmediato. — vuelve a decirme y parte en rabia.Me acerco a él más. Y le lanzó un golpe hacia su ojo derecho. — No seas cabrón, pendejo. Si la viste, le fuera disparado y ya. — y le vuelvo a dar pero en el otro.—Patrón, pero la presa era suya, y sigue siendo suya, no mía. Lo pensé hacer, pero sé que a usted le correspondía hacerlo. — continúa diciéndome y más aumenta mi ira.—¡Cállate, imbécil! — exclamo cerca de su rostro, y comienzo a darle múltiples golpes en su cuerpo, no lo dejaré hasta no verlo envuel
Diego Torres.La miré y está dolida, pero con la respiración acelerada de al fin podrá estar en familia.—Serás feliz, Elena Cooper, eres lo único que le queda en el mundo, Roberto nunca dudó en que eres una mujer muy especial, y que permanece dentro de ti, el corazón de tu madre. — le expreso mirándola cabizbaja.— No lo sé... — no sabía como llamarme.—Llámame Diego, es mi nombre real. — le digo con confianza.Elena asiente. — No es fácil, todo es demasiado difícil, muy pronto, empecé sin nada, ahora soy millonaria, poseeo una fortuna que me robé, y no me arrepiento de ello, acabé con unos enemigos de mi padre, aperturé en mi país un expediente muy peligroso, y más que soy la nieta del presidente de Colombia, todo en un abrir y cerrar de ojo...— soltó y tomó asiento en la cama de su habitación.—Sé que es muy prematuro, pero con el pasar de los años estarás mejor, y sólo será un mal recuerdo. — le aseguro con la voz suave.— No lo creo, en la vida no se encontrará la manera de lidia
Verónica Wilson (impostora)Nunca me llegué a sentir muy apego con alguien, con Elena es fácil de hacerlo.Es una dulzura de corazón.Tal como lo es su tía, a la mujer que imito.Me agradó conversar con ella de un tema muy importante, difícil de roer en jóvenes hoy en día, inclusive en adultos también.Sobre todo en mí.Grabé la información por medio de mi transmisor, escucho en mi oído las indistinta conversaciones entre Verónica y Juliana.Si, Elena se enamoró del hombre que la secuestró para llevar a cabo el plan de Roberto Ramírez.Él, Diego Torres no tiene la culpa, él no conoce las intenciones del corazón de Roberto, lo que le demostró fue una fachada falsa.Porque no me cabe la menor duda que él la salvaría de semejante bestia que se hace llamar “ abuelo Cooper” de tan sólo imaginarlo me dan ganas de vomitar.Pido permiso de ir al baño, la voz de Verónica en mi oído me rechina.Al adentrarme al baño, enciendo el botón de habla.—Tienes que evitarlo, Isabel, Elena no pude amar a
Francesco Voncelli.Llegar a un lugar del no has sido feliz, sólo ser víctima de las ambiciones de mi padre, no es agradable el sentir que ahora estoy sintiendo dentro de mí.Recordar el inicio de todo, de un comienzo aterrador.Del que hoy en día es la sombra maligna que me persigue en lo oculto.Dejé a Alberto en la casa con Gabrielle, para la próxima acción que vendría después, quería enfrentarlo solo.No quería correr riesgos, ya no.Lo miro todo, sin dejar rastro alguno, sin cambio ni modificaciones, es la misma porquería de lugar en el que me convertí en unos de los que jamás deseé ser.Continuo con mi andar, al llegar a la puerta de entrada coloqué el código que me permitiría el acceso.Abrió la puerta, y entré.Observo a mi alrededor, no había nadie. Proseguí en mi plan.Saco mi arma de mi cintura y voy caminando apuntando en diferentes posiciones, sentidos.Una voz llegó a mis oídos, me giro y lo encaro.Era él.Federic.—Te di la mano, ahora me das en la espalda. — me dice
Roberto Ramírez.Que felicidad la mía, la muy desgraciada creerá que la amaré como el abuelo que sueña en su pendeja cabeza, que solo piensa en el hoy y no en el mañana. Me parece lo correcto que sea de esa manera y que no sospeche de lo que por mí cabeza atraviesa contra ella.Verónica me sonríe con esos ojos audaces, diciéndome lo muy desesperado que estoy, con que los días pasen y pueda acabar con ella de una sola vez, le sonreí en respuesta a lo que en su mente piensa y no sé equivoca, luché por muchísimos años contra la bandida de Juliana, contra la traidora de Eva, ahora me falta ella, y nadie podía juzgarme de lo que pienso y decido hacer.Nisiquiera la propia DEA es incapaz de detenerme a que no suceda, estoy más que aliado con el mal para dejar que mí macabra mente deje fluir lo que ella piensa.La veo sonreír y disfrutarse la vida como toda una joven, que espera a que solamente llegue un chico y la tome como suya, como lo hizo Diego Torres.Él creería que jamás me enteraría