Capítulo Veintisiete.

Elena Voncelli.

Me adentré a la casa, y quedé con los labios contraídos, es increíble su aspecto, la tonalidades de las pinturas, todo. Es una belleza de construcción.

La amo, y a mi mamá también.

Recuerdo haberme dicho que el día en que la viera me iba a encantar, es lamentable que no esté aquí a mi lado, ni con las mismas circunstancias que me orillaron a venir aquí, porque hubiera sido muy diferente el momento.

Caminé por el balcón, por la habitación, tenía en el areocloset conjutos de ropas finas, a mi gusto, los perfumes que mamá no me dejaba usar, me reí al ver el frasco de vidrio templado de uno de ellos, su olor es exquisito.

Recuerdo el día en que lo vi, y me fascinó su aroma, pero a mi madre no le agradó, el frasco tenía forma de un miembro masculino, un aspecto que me causó gracia pero a mi madre no.

Sonreí con alegría con nostalgia, me duele no tenerla aquí, es difícil enfrentar la vida sin estar con la persona que dio su vida por ti, y la daría las veces que fuesen necesa
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