Juliana De Voncelli. Ya nada me detenía estar aquí, no había razón alguna, ni el por qué estarlo.Iré por mi hija, por mi Elena, a cuidar su corazón.Lo único que en ésta vida me queda.Me ahogué en la noche en mi pena, me entregué al luto en cuerpo, alma y espíritu. Francesco Voncelli fue un gran hombre, a su lado me demostró que sí existe el amor, que sí está la felicidad y la paz, con él lo conseguí todo. Dejarlo ir de mi lado no es fácil, es un hecho inaceptable, es injusto lo que le hicieron, él no merecía la muerte, pese a su negocio con la mafia, él era un buen hombre. Defendía lo justo, lo correcto, y no detenía a nada hasta no dar con la verdad.Una entereza incalculable.Ahora en ser su esposa, ahora soy una viuda. Una lágrima brota de mi ojo derecho, la limpio y respiro hondo."Cuánto te amo, mi amor. Por siempre vivirás en mí, eres un amor eterno." Susurré mirando al cielo desde la ventana de la habitación.Debo continuar, debo ser fuerte.Preparé un bolso en la madrug
Verónica Wilson.Mi presencia aquí está más por venganza que por amor, jamás llegué a sentir lo más mínimo de cariño por él, Roberto nunca fue el buen hombre que ninguna mujer desea tener.Él sin conocer la verdad asesinó a mi hermana adoptiva, a la mujer que me crío por años, y me dio las fuerzas para luchar por mis sueños.Roberto creía que jamás me enteraría de la verdad, que huirá de mi mano, del castigo que planeé por muchos años.Derroté a medio imperio, a mis quince años, me convertí en una reina a corta edad, jugué por muchas veces, hui de la mano de mis enemigos, ahora soy una eminencia que busca justicia.Roberto Ramírez no conoce mi pasado, ni de donde provengo, y es lo mejor. He mantenido oculto mis raíces, y es lo indicado.No quiero más perjudicados.Me pareció absurdo y muy aberrante el hacer morir a mi sobrina, a Juliana, es un loco maniático, es una mierda inservible, no merece ni segundo más de vida.Y de robarle el corazón, qué idiotez la de él.Hablé con su madre a
Roberto Ramírez.Verónica quedó plácidamente dormida en el auto, cerré rápidamente la puerta, me adentré al auto y arranqué de inmediato.La llevé a un lugar muy lejano a la cuidad de Medellín, era un sitio que poco visitaba, era una habitación que sólo la llegué a utilizar en pocas ocasiones, era para darme momentos libres de estrés, de presiones, de estar lejos de todo.Nadie conocía de éste lugar, solamente las que llegaban aquí, a los días dejaban de existir, podían delatar de las maldades que le hacía, quedando las muy cabrona de víctimas y dejándome a mí con cargos que al momento ellas disfrutaban, muy divinas.Pero con Verónica, sería diferente, a ella me la comería lentamente, de tan sólo imaginarlo me excita la piel, el cuerpo entero.Subí a la radio la música, respiré con gran alegría, con una sonrisa emblemática, una sensación de orgullo entró en mí.Verónica Wilson había acabado con más cincuenta hombres en cada año, aproximadamente, los sometía a grandes desafíos que conl
Elena Voncelli.No puedo dejar de llorar, ver el cómo asesinan a mi padre no es un momento fácil, nada resulta bueno.Es atroz.Sé que dudé de él, absolutamente no confié en su palabra, pero cómo podía. Toda evidencia encontrada apuntaba a él.No es fácil para mí darle la razón a alguien que no la tenía, por muy doloroso que fuese.Al verlo por enésima vez, lo quité de mi vista, cerré rápidamente mi laptop, y me quiebro en llanto.Por un segundo pensé que todo era una mentira, que Alberto solo diría algo comp eso para traerme de vuelta al refugio en el que estaba o llevarme a otro lugar en el que estuviera lejos de su peor enemigo.Pero no, era la cruel verdad de la que no quería escuchar, pero que al verla es peor que haberla escuchado. Un nudo en la garganta se apodera de mí, llenando mi ser de una sensación de la que no puedo evitar esconderme, después de haber vivido por muchos años, cargada de momentos muy vividos junto a él, junto a ella, creando nuestro propio mundo de amor y f
Verónica Wilson.—Jefa, el avión está esperando por usted. — me informa mi aliado por el transmisor que llevo en mi cuerpo.—Perfecto, Samuel. — respiro. Será una misión de lograr, pero lo haré posible. — Estoy a cinco minutos de llegar. — le digo acercándome cada vez más al aeropuerto privado.—Excelente, jefa. — me contesta y corto la llamada.Pero ella me llama.Una señal de que algo está mal.—Dime, Patricia. —la abordo de inmediato.—Señora Verónica, Ramirez la envío a investigar, y además su rechazo al viaje desató en él dudas, lo pude notar en su semblante. — me explica.Suelto una maldición.—¿Y me mandará a vigilar? — inquiero aparcando el auto en el estacionamiento del aeropuerto.—Si, ya está en contacto con uno de sus hombres.— me afirma.Y un plan b salió en mi cabeza.No podía fallar, él no podrá contra mí.Jamás.—Bien, Patricia, buena información me has dado. — le digo agradecida.—Lo haría millones de veces, sólo porque te amo. — me dice y el corazón se encrespa.La
Elena Voncelli.Y unas ansias de enfrentarlos se me atora en el corazón, es una manera de hacerle un favor a mi padre.Estaría a la mano, debo ser agradecida por los buenos años en que me enseñó en que la vida todo se la juega, y que si no conoces el truco, crea uno para ganar.Y lo haré.Me creé un perfil muy distinto, me veo muy diferente, pero me agrada lo que miro en el espejo, dejaré a más de un hombre con el corazón revolcado.Sonreí.Es el objetivo de lo que sucederá ésta noche.Lo planifiqué todo, llamé a los mejores amigos de mi padre, aperturé de nuevo el negocio que tenían abordando desde años atrás. Se alegraron al verme crecida y muy valiente a todo.Doña Gloria, una mujer de cincuenta años, quién ama a mi padre con orgullo de madre, lo adoptó a sus cinco años, al ser su nana, me agradó su corazón, es muy dulce pero también objetiva.Al reunirme con cada uno de ellos, fueron dándome la bienvenida, y que estarían para las que sea.Pero Doña Gloria me pidió que antes de que
Juliana De Voncelli.Estoy a la espera de Alberto, pero nada que llega, la desesperación me embarga, mi piel se erizó y tiembla de los nervios.Al adentrarme a un kiosko para tomarme un café, y escuché en la radio que el vendría a México por un viaje de compromisos.El compromiso era yo.Una mujer se acerca a mí con un aspecto muy abstracto dándome una mala sensación de que soy perseguida por ella.Me miraba con cierta ansiedad de la cual me hizo pensar que es una de las personas que mi padre envió para capturarme y cumplir su deseo, que es matarme.Respiré profundo, e intenté hacerme la desentendida y poder huir de su plan.Al salir del kiosko grandes hombres invadían la avenida y acera de la que no tenía ninguna escapatoria, estaba rodeada de grandes hombres que al verme salir tomaron cada uno en sus manos mis brazos, comencé a gritar, pidiendo auxilio del que nadie se digno en darme.Me adentraron a un auto blindado con la mujer que me miraba en el kiosko, uno de sus hombres le pre
Roberto Ramírez.Qué maravilla de mujer. Toda una belleza admirable.Jadeo con deseo, verla envuelta en ese conjunto diminuto, en que se le observa cada atributo es una bendición.—Perdón por haberte colgado de ese modo por la llamada.— me dice Verónica con los ojos de amor. — A último momento se presentó un inconveniente, pero ya lo resolví. — añade y acerca a mi.— No me debes explicaciones, sé que eres una mujer muy ocupada, y que como futuro esposo debo darte el espacio que mereces.— le expreso mirándola sonreírme.Toma en sus manos mi corbata y la jaló hacia ella. — Eres el mejor. — declaró y me besa con ansiedad en mis labios.La tomé por el cuello y la acerqué a mí y profundizo el beso, y a ella le pareció buena idea.Enseguida se subió en mi regazo y comienza a mover sus caderas en un vaivén pasional, prohibido, nada bueno.Tal como me gusta, a lo duro, a lo salvaje.Gimo contra sus labios, apretando sus nalgas, ella suelta un susurro de placer.Verónica decide avanzar y es lo