Capítulo Diecisiete.

Francesco Voncelli.

Me sumerjo y emerjo del agua, mi piel se arruga, mi cuerpo duele de lo mucho que intentado nadar, pero la presión de la corriente es muy fuerte, doy un paso hacia adelante y retrocedo dos.

Pero un objeto pesado golpea contra mi, lo miré y la vida volvió a sonreírme.

Inhalo y exhalo, poco a poco me acerqué al pedazo de madera que flota en el agua, extiendo mi mano, y la agarro.

Me aguanté en la madero y me emerjo para subirme, y al estar un par de minutos queriendo subirme, lo logro.

Quedo bocabajo, y sonrío. Estoy a salvo.

Extiendo mis brazos y con mis manos comienzo a paladear y la madera con la fuerza de la corriente de agua empezó a andar sobre el agua.

Grito de felicidad, en medio de la inmensidad de un mar, en su centro, y le doy un beso al pedazo de madera.

"Eres mi héroe, nena" —le digo al objeto.

Le rezo a Dios por su ayuda, y le pido por ella, por el amor de mi vida, por Juliana, y un pálpito se afincó en mi pecho.

Y en mi cabeza apareció su nombre.

Elena,
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