Capítulo Diecinueve.

Alessandro Cowell.

Maldigo una y otra vez. Revisé toda la habitación y no consigo nada. Ni una pista de ella.

Salí de la habitación y me voy a la recepción de la enfermería.

Al llegar todas están reunidas conversando, aseguro que es de ella, de Elena.

—¿Tienen cámaras? —inquiero con la respiración acelerada.

Todas asienten.

—Quiero ver qué evidencia encuentro, a Elena la pudieron haber secuestrado y nadie cuidó de ella. —les digo, y decidí colocar más presión.

Usaré el poder de ser parte de la DEA. —Y si no quieren hacerlo, serán cómplices de su desaparición, soy agente de la DEA. —añado mostrándole el carnet que Roberto y el director de la DEA me dieron.

Todas quedaron bocaabierta, mirándose una a otras, sé ocultan alguna información.

Una de ellas se levantó. —Señor, Cowell, no puede culparnos de un hecho que no hicimos, sólo cumplimos con nuestro trabajo. — me dice en defensa con voz firme. Y me reí.

Me creyó ser un pendejo.

—¿Qué trabajo? Si hubieran hecho su trabajo.— me acerco a
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