Francesco Voncelli. Abro mis ojos, y miro a mi alrededor, veo a lo lejos una isla, veo pisar tierra.Mi cuerpo está engarrotado por el gran esfuerzo de paleadar, de sobrevivir, de pensar por ellas, por todo. Sin embargo, no me detendré en lo absoluto, no descansaré hasta no verlas a mi lado, siendo lo que somos, una familia.Respiro hondo, extiendo mis brazos sobre la madera y continúo el labor, mi objetivo por ahora es salir del mar.A las cinco horas de haber comenzado, de luchar contra la corriente, entré en zona baja, más fácil de andar. Estoy a un metro de distancia de la orilla del mar.Me bajo de la tabla de madera, inhalo y exhalo, recupero un poco de aliento y presión en mis pulmones, e inicio a nadar.A los minutos arribo a la orilla, al salir del agua, salto de la emoción, extendí mis brazos al cielo azul, al sol y agradecí.Miro hacia atrás, una imponente belleza de isla o selva está frente a mí, es un laberinto del que tendré que colocarme andar.Camino, y respiro el air
Juliana De Voncelli.La noche en el bar y atender a los hombres del pueblo se convirtió en un total desafío para mí. Cada pedido es un asco de trato que ellos me dan como mujer que soy, me dicen expresiones muy indecentes y no propias de decirle a una mujer, otros intentan sobrepasarse en querer tocarme y poseer tal como una presa para un león hambriento.La mujer del bar sentada en la caja registradora se reía de la incomodidad que el trabajo me produce, con su típico mal humor de mujer perversa me incita a seguir, pero no de la forma en la que quiero y deseo.Miro a mi alrededor, y el mundo me da muchas vueltas, solo deseo escapar y estar al lado de mi familia, y tener la vida que llevaba.Todo era felicidad, todo era amor, todo era lo que necesitaba, ser una mujer feliz al lado de un hombre que me ama con locura y a una hija que me motiva a ser mejor cada día. Pero, la maldad de una despreciada obsesión, quitó lo que jamás deseé que me quitaran.Me dirigí al baño, coloque a un lad
Elena Voncelli.Él me atacó, me hirió de nuevo, solté un quejido de dolor al adentrarse la bala en mi cadera.Lo miré con los ojos fuera sí, él se reía.—Te mataré, maldito perro de mierda. —zanjé con la voz apretada.—No podrás, niña estúpida.—se acerca a mí y apunta su arma en mi frente. —Eres una Voncelli, una nadie en la vida. —añade él con la voz dura.Sin él darse cuenta, le enterré el cuchillo en su abdomen, soltó una maldición.Bajó su mano con el arma, moví mi mano con el cuchillo dentro de él, deseaba profundizar más, quería dejarlo muerto.No soy una asesina, él me convirtió en una. Debía defenderme de su maldad, una manera de acabar con él.Gritaba pidiendo auxilio, y antes que soltase el arma al suelo, la tomé con rapidez y apunté con mi mano izquierda su cabeza.—No eres quién para decirme de lo que no soy capaz de hacer, hijo de mierda.— le digo con voz dura, con la quijada apretada, con el pecho ardiendo en odio. Él quedó enmudecido del dolor. Sus exclamaciones eran
Alessandro Cowell.Me alojé en un pensión pequeña, cerca de cuidad, compré un auto para movilizar mis pasos de manera más cómoda y fácil, planifiqué en crear un nuevo perfil, para evitar sospechas, debía hacer las cosas de la mejor forma.Me vestí con buena ropa para impresionar un poco, crear confianza a los nuevos aliados de la mafia es de mucha importancia, me doy una semana para hablar con facilidad el idioma, con absoluta presión y constancia logré ser más ágil de lo que pensé.Entrené, me alisté, me comencé a crear cuentas bancarias con una alta cantidad de dinero. Era parte del pago de recompensa de Roberto Ramírez comencé a preparar lo que haría para formar parte de la mafia.Encontré un contacto que me ayudó a participar en varias reuniones y eventos, me presenté con algunos de ellos, y realicé una alianza de próximos negocios de exportación de droga.Al nuevo contacto, le tomé la vuelta, dejé que me conociera un poco, no del todo, pero lo hice. Me mantiene informado de cual
Elena Voncelli.La adrenalina recorre por mi piel con ardor, estoy en sudor, con la respiración acelerada, con el corazón latiendo con furor.Vencí al enemigo, y no eso, también le robé su fortuna.Lo muy pendejos de hombres fueron más lentos, un hecho que me regaló mucha ventaja a todo. Les pude huir, con todo el dinero que el miresable guardaba bajo códigos, mi especialidad en descubrir, tomé un par de armas, drogas, y la iba colocando en una camioneta negra muy grande, era una vans.En el búnker me cambié de ropa, por una más cómoda, un legguis negro, una camisa de fuerza negra conjuntamente con el chaleco antibalas, y unas botas largas de artillería, preparada para escapar.Las heridas las cubrí en polvo, tomé varias aspirinas de la droga, las molí y la coloqué en cada una.Debía hacerlo, el dolor es muy intenso. Y no quería fallar con el plan.Al salir de aquel lugar, grité de alegría, encendí la radio y subí el volumen a la música del estéreo. La libertad al recibirla es un may
Elena Cooper.Continué el camino sin ninguna dirección, aún no quería estacionar, mi corazón me pide a gritos que no me detenga, que sólo siga el rumbo, que no le baje la velocidad, que deje fluir el dolor que en mi ser habita.Es un error haberlo llamado, debí quedarme con lo que sabía, su confesión fue dura, fue inaceptable.Sé que no he sido la mejor hija para con mi padre, él me lo dio todo, incluso cuando dudé de él. Sin embargo, lloro su ausencia, su muerte, nadie merece morir sin tener el consentimiento de que pasará su alma a otro plano dimensional.Es muy prematuro todo lo que ha sucedido, no puedo creerlo, es demasiado difícil de verlo de la manera en que es.Las heridas en mí crecen cada día, y se perforan más en cada recuerdo, en la verdad que en mi cabeza da a conocer, pero lo que él dice me aborda, me da vueltas, tras vueltas, me hace caer en lo que creo, le da crédito a su palabra.No lo quiero creer, me cuesta ser lo que soy, ser feliz, ser amada, nada vale para mí. Só
Alessandro Cowell.Oh, no, es Elena.Recibo la notificación en mi celular de la búsqueda de la mujer que robó a Federic, y es ella. No, no puede ser.Hasta el último instante pensé que sería otra, aunque tenía las razones para apuntar que era Elena, pero está más que confirmado.Buscan su vida, buscan su corazón. La quieren muerta.El nuevo aliado no puede colaborarme, me dio la espalda.—No puedo, carnal, esto es más lo que puedas imaginar. —me dijo mirándome con la voz apretada. —Salvarla sería la muerte para mí, robó parte de mi dinero...—me vuelve a decir.—Lo sé, hermano, pero Elena es la mujer de mi vida.—le digo acercándome a él. — Haré que le devuelva todo el dinero que a la banda le pertenece, a cambio de que la dejen con vida. —zanjé con determinación.Él me miró de arriba abajo, y de abajo arriba. Sus ojos no eran los mismo, estaban enrojecidos de la impotencia de haber perdido.Pero yo perdería más, si a Elena la llegan a matar.Se acercó a mí, quedado a un centímetro de m
Elena Voncelli.Me adentré a la casa, y quedé con los labios contraídos, es increíble su aspecto, la tonalidades de las pinturas, todo. Es una belleza de construcción.La amo, y a mi mamá también.Recuerdo haberme dicho que el día en que la viera me iba a encantar, es lamentable que no esté aquí a mi lado, ni con las mismas circunstancias que me orillaron a venir aquí, porque hubiera sido muy diferente el momento.Caminé por el balcón, por la habitación, tenía en el areocloset conjutos de ropas finas, a mi gusto, los perfumes que mamá no me dejaba usar, me reí al ver el frasco de vidrio templado de uno de ellos, su olor es exquisito.Recuerdo el día en que lo vi, y me fascinó su aroma, pero a mi madre no le agradó, el frasco tenía forma de un miembro masculino, un aspecto que me causó gracia pero a mi madre no.Sonreí con alegría con nostalgia, me duele no tenerla aquí, es difícil enfrentar la vida sin estar con la persona que dio su vida por ti, y la daría las veces que fuesen necesa