Elena Cooper.Continué el camino sin ninguna dirección, aún no quería estacionar, mi corazón me pide a gritos que no me detenga, que sólo siga el rumbo, que no le baje la velocidad, que deje fluir el dolor que en mi ser habita.Es un error haberlo llamado, debí quedarme con lo que sabía, su confesión fue dura, fue inaceptable.Sé que no he sido la mejor hija para con mi padre, él me lo dio todo, incluso cuando dudé de él. Sin embargo, lloro su ausencia, su muerte, nadie merece morir sin tener el consentimiento de que pasará su alma a otro plano dimensional.Es muy prematuro todo lo que ha sucedido, no puedo creerlo, es demasiado difícil de verlo de la manera en que es.Las heridas en mí crecen cada día, y se perforan más en cada recuerdo, en la verdad que en mi cabeza da a conocer, pero lo que él dice me aborda, me da vueltas, tras vueltas, me hace caer en lo que creo, le da crédito a su palabra.No lo quiero creer, me cuesta ser lo que soy, ser feliz, ser amada, nada vale para mí. Só
Alessandro Cowell.Oh, no, es Elena.Recibo la notificación en mi celular de la búsqueda de la mujer que robó a Federic, y es ella. No, no puede ser.Hasta el último instante pensé que sería otra, aunque tenía las razones para apuntar que era Elena, pero está más que confirmado.Buscan su vida, buscan su corazón. La quieren muerta.El nuevo aliado no puede colaborarme, me dio la espalda.—No puedo, carnal, esto es más lo que puedas imaginar. —me dijo mirándome con la voz apretada. —Salvarla sería la muerte para mí, robó parte de mi dinero...—me vuelve a decir.—Lo sé, hermano, pero Elena es la mujer de mi vida.—le digo acercándome a él. — Haré que le devuelva todo el dinero que a la banda le pertenece, a cambio de que la dejen con vida. —zanjé con determinación.Él me miró de arriba abajo, y de abajo arriba. Sus ojos no eran los mismo, estaban enrojecidos de la impotencia de haber perdido.Pero yo perdería más, si a Elena la llegan a matar.Se acercó a mí, quedado a un centímetro de m
Elena Voncelli.Me adentré a la casa, y quedé con los labios contraídos, es increíble su aspecto, la tonalidades de las pinturas, todo. Es una belleza de construcción.La amo, y a mi mamá también.Recuerdo haberme dicho que el día en que la viera me iba a encantar, es lamentable que no esté aquí a mi lado, ni con las mismas circunstancias que me orillaron a venir aquí, porque hubiera sido muy diferente el momento.Caminé por el balcón, por la habitación, tenía en el areocloset conjutos de ropas finas, a mi gusto, los perfumes que mamá no me dejaba usar, me reí al ver el frasco de vidrio templado de uno de ellos, su olor es exquisito.Recuerdo el día en que lo vi, y me fascinó su aroma, pero a mi madre no le agradó, el frasco tenía forma de un miembro masculino, un aspecto que me causó gracia pero a mi madre no.Sonreí con alegría con nostalgia, me duele no tenerla aquí, es difícil enfrentar la vida sin estar con la persona que dio su vida por ti, y la daría las veces que fuesen necesa
Juliana De Voncelli. Ya nada me detenía estar aquí, no había razón alguna, ni el por qué estarlo.Iré por mi hija, por mi Elena, a cuidar su corazón.Lo único que en ésta vida me queda.Me ahogué en la noche en mi pena, me entregué al luto en cuerpo, alma y espíritu. Francesco Voncelli fue un gran hombre, a su lado me demostró que sí existe el amor, que sí está la felicidad y la paz, con él lo conseguí todo. Dejarlo ir de mi lado no es fácil, es un hecho inaceptable, es injusto lo que le hicieron, él no merecía la muerte, pese a su negocio con la mafia, él era un buen hombre. Defendía lo justo, lo correcto, y no detenía a nada hasta no dar con la verdad.Una entereza incalculable.Ahora en ser su esposa, ahora soy una viuda. Una lágrima brota de mi ojo derecho, la limpio y respiro hondo."Cuánto te amo, mi amor. Por siempre vivirás en mí, eres un amor eterno." Susurré mirando al cielo desde la ventana de la habitación.Debo continuar, debo ser fuerte.Preparé un bolso en la madrug
Verónica Wilson.Mi presencia aquí está más por venganza que por amor, jamás llegué a sentir lo más mínimo de cariño por él, Roberto nunca fue el buen hombre que ninguna mujer desea tener.Él sin conocer la verdad asesinó a mi hermana adoptiva, a la mujer que me crío por años, y me dio las fuerzas para luchar por mis sueños.Roberto creía que jamás me enteraría de la verdad, que huirá de mi mano, del castigo que planeé por muchos años.Derroté a medio imperio, a mis quince años, me convertí en una reina a corta edad, jugué por muchas veces, hui de la mano de mis enemigos, ahora soy una eminencia que busca justicia.Roberto Ramírez no conoce mi pasado, ni de donde provengo, y es lo mejor. He mantenido oculto mis raíces, y es lo indicado.No quiero más perjudicados.Me pareció absurdo y muy aberrante el hacer morir a mi sobrina, a Juliana, es un loco maniático, es una mierda inservible, no merece ni segundo más de vida.Y de robarle el corazón, qué idiotez la de él.Hablé con su madre a
Roberto Ramírez.Verónica quedó plácidamente dormida en el auto, cerré rápidamente la puerta, me adentré al auto y arranqué de inmediato.La llevé a un lugar muy lejano a la cuidad de Medellín, era un sitio que poco visitaba, era una habitación que sólo la llegué a utilizar en pocas ocasiones, era para darme momentos libres de estrés, de presiones, de estar lejos de todo.Nadie conocía de éste lugar, solamente las que llegaban aquí, a los días dejaban de existir, podían delatar de las maldades que le hacía, quedando las muy cabrona de víctimas y dejándome a mí con cargos que al momento ellas disfrutaban, muy divinas.Pero con Verónica, sería diferente, a ella me la comería lentamente, de tan sólo imaginarlo me excita la piel, el cuerpo entero.Subí a la radio la música, respiré con gran alegría, con una sonrisa emblemática, una sensación de orgullo entró en mí.Verónica Wilson había acabado con más cincuenta hombres en cada año, aproximadamente, los sometía a grandes desafíos que conl
Elena Voncelli.No puedo dejar de llorar, ver el cómo asesinan a mi padre no es un momento fácil, nada resulta bueno.Es atroz.Sé que dudé de él, absolutamente no confié en su palabra, pero cómo podía. Toda evidencia encontrada apuntaba a él.No es fácil para mí darle la razón a alguien que no la tenía, por muy doloroso que fuese.Al verlo por enésima vez, lo quité de mi vista, cerré rápidamente mi laptop, y me quiebro en llanto.Por un segundo pensé que todo era una mentira, que Alberto solo diría algo comp eso para traerme de vuelta al refugio en el que estaba o llevarme a otro lugar en el que estuviera lejos de su peor enemigo.Pero no, era la cruel verdad de la que no quería escuchar, pero que al verla es peor que haberla escuchado. Un nudo en la garganta se apodera de mí, llenando mi ser de una sensación de la que no puedo evitar esconderme, después de haber vivido por muchos años, cargada de momentos muy vividos junto a él, junto a ella, creando nuestro propio mundo de amor y f
Verónica Wilson.—Jefa, el avión está esperando por usted. — me informa mi aliado por el transmisor que llevo en mi cuerpo.—Perfecto, Samuel. — respiro. Será una misión de lograr, pero lo haré posible. — Estoy a cinco minutos de llegar. — le digo acercándome cada vez más al aeropuerto privado.—Excelente, jefa. — me contesta y corto la llamada.Pero ella me llama.Una señal de que algo está mal.—Dime, Patricia. —la abordo de inmediato.—Señora Verónica, Ramirez la envío a investigar, y además su rechazo al viaje desató en él dudas, lo pude notar en su semblante. — me explica.Suelto una maldición.—¿Y me mandará a vigilar? — inquiero aparcando el auto en el estacionamiento del aeropuerto.—Si, ya está en contacto con uno de sus hombres.— me afirma.Y un plan b salió en mi cabeza.No podía fallar, él no podrá contra mí.Jamás.—Bien, Patricia, buena información me has dado. — le digo agradecida.—Lo haría millones de veces, sólo porque te amo. — me dice y el corazón se encrespa.La