Capítulo 28
Al escuchar esto, Ximena avanzó unos pasos más.

Al final del pasillo, vio a una mujer arrodillada. Llevaba la ropa de moda, su largo cabello suelto caía sobre sus hombros. Si se ignoraba el maquillaje corrido por las lágrimas y su postura en el suelo, se podía ver que era una mujer urbana refinada y hermosa.

Pero ahora, esta mujer estaba aferrada a la pierna de un hombre mayor, llorando y gritando sin ningún decoro. Ximena se dio cuenta de que la cara de este hombre le resultaba familiar.

¡Lo recordó! Era Pedro Díaz, el mismo hombre que la había forzado a beber. Desde el primer momento en que Ximena vio a Pedro, sabía que él tenía muchas deudas de sus aventuras amorosas. Hoy, parecía que no estaba equivocada.

—¡Aléjate!

Pedro apartó a esa mujer y luego se acomodó el traje arrugado: —Te lo advertí desde el principio, ¡no te hagas ilusiones de quedarte embarazada!

—Tomé las pastillas, yo no sé por qué quedé embarazada.

—Quise abortar en secreto, pero el médico me dijo que el bebé está c
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