El día que nos conocimos, congelada, mantuve la respiración, desde el principio, supe que había encontrado un hogar para mi corazón… latía rápidamente.
Las luces sobre nosotros temblaban igual que estrellas de miles de colores, teñidas por las cintas de fiesta, los globos y los adornos sobre nuestra cabeza. La música era tranquila y profunda, lo mismo que su brazo alrededor de mi espalda y su respiración sobre mi cabeza. Yo tenía que respirar muy profundo para poder dar un paso más al lado de los suyos, por no perder el equilibrio en medio de los largos holanes de mi falda. Pero, quizá si me equivocaba no iba a caer, él me sostenía como sí fuera una columna, meciéndome como una marea y empezaba a sentir el mismo efecto que la arena acunada por el mar, calentada y mecida por su movimiento quería hundirme profundamente en él.
La naturaleza humana puede ser muy extraña, ya que muchas de las veces sólo nos damos cuenta de cosas que pueden ser muy obvias cuando algo verdaderamente trascendental nos las pone en frente. Ese día, mientras el cielo plomizo dejaba caer una lluvia tristemente fría, veía a muchas personas que están estimadas, incluso amado, a una persona especial reunidas. Quizá … Quizá en ningún otro momento se habrían reunido allí por todos los muy probablemente distintos motivos que existiesen, porque otros tenían rencillas unos con otros. Porque en algún momento la amistad había terminado y tomado caminos distintos. Porque había habido siempre algo mucho más importante o placentero que hacer. Porque… Bueno, los “porque” podrían no terminar nunca; pero eso no importaba… ya que todos estaban allí reunidos para despedirse de alguien. Para darle aquella despedida, que nadie en realida
Bien, hacía especialmente un buen día para el inicio de clases de preparatoria, el cielo había amanecido de un color deslumbrante, tan azul que casi segaba, ni una sola nube gris en su panorama, eso tenía que ser un buen augurio, un día tan hermoso solo podía significar que todo en aquel día tendría que salir bien.Había estado esperando este día, como había estado esperando pocas cosas en su vida. El primer día de preparatoria.Iba a ir a una escuela nueva, que quedaba lo suficientemente lejos de casa para que, en lugar de viajar todos los días, su madre la hubiera en una habitación propia en un complejo de departamentos, donde la mayoría eran estudiantes en su misma situación. Para que el gasto no fuera tan grande había conseguido un trabajo en un pequeño café como camarera y aunque debería reconocer q
Quien había dicho alguna vez que la vida no podía ser perfecta, se había equivocado con ella. Por primera vez en su vida todo estaba saliendo justo como había deseado que sucediera. La Rosa era una escuela genial, cada uno de los profesores eran una eminencia en sus respectivas materias, todos con estilos diferentes sin duda, pero indudablemente muy buenos. Daba gusto estudiar en una escuela así. Además de eso, aunque sólo llevara una semana en el instituto, ella sentía que pertenecía allí; estaba tan a gusto, que parecía como si llevara años en ese lugar. Tenía la sensación de tener más libertad e independencia de la que alguna vez pensó tener. De alguna manera siempre que asistía al colegio… No quería recordarlo, pero sentía como si Alessa siempre le hubiera hecho sombra. Ahora todo era diferente. Se llevaba muy bien con sus profesores y compañeros, a excepción de su única clase de heurísti
Y, ¿qué más daba que estaban allí? No podía hacer nada para evitarlo, pero podía controlar su propia reacción ante el hecho. Después de meditarlo toda la noche, Astrid decidió que el que Emmett estaba allí, alrededor de ella, no tenía por qué cambiar su vía de acción. Si hubiera visto que esto le pasaba a alguna otra persona, sin duda hubiera pensado que era patético y cobarde dar marcha atrás cuando había tomado una decisión; y pensar en la mera idea de que alguien creyera eso de ella misma, la ponía de muy mal humor. Ella había sido siempre una persona controlada y practica en la medida de lo posible, como si no hubiera tenido el valor de llevar a cabo cada uno de sus propósitos. Tendiendo las cartas sobre la mesa, la cuestión era que ella estaba ahora lejos de casa. Tenía nuevos amigos, estaba en una escuela estupenda, y un chico maravilloso al parecer la pretendía. Era todo lo que había planeado tener y lo tení
El verdadero problema de él eran sus ojos, siempre habían sido sus ojos. Por mucho que él mismo quisiera evitarlo, sus emociones siempre alcanzaban sus ojos. Cuando estaba molesto, sus ojos se llenaban de una sombra gris que no podía detener, así su rostro se mantuviera impasible. Cuando estaba contento, aun así no sonriera, sus ojos se llenaban de luz. Cuando estaba frustrado, triste, cansado, avergonzado, esperanzado; lo que fuera, lo que sea sintiera, aunque en su rostro no se mostrara, si lo hacía en sus ojos. Y en ese momento, ella estaba viendo algo que no podía identificar en sus hermosos ojos dorados, la estaba mirando directamente con una emoción que ella no sabía identificar. Por primera vez, desde el momento que lo conoció, por primera vez la estaba mirando verdaderamente a ella. Sus ojos estaban plenamente concentrados en ella, si lo m
Mentir era una cosa fea y desagradable. En realidad nunca le había gustado hacerlo, aunque no podía decir que no lo había hecho. También había guardado secretos, lo que para ella era lo mismo. Cada una de ellas, desde las más pequeñas hasta las más grandes, le habían pesado. Cuando Alessa se había ido del todo, se había prometido a si misma hacer todo lo posible por no volver a guardar ningún secreto o volver a decir una mentira que dañara a otro, por seguir una vida completamente sincera y diciendo la verdad. Cosa muy complicada desde que Emmett se había adherido a su vida diaria. Gracias a Dios Cole no estaba allí, sino la situación sería aun más caótica para ella. Estaba por empezar cuando Emmett le había preguntado si estaba enamorada de su novio. . . ¿Y eso por que debería importarte Emmett? —le dijo mientras bebía tranquilamente, o al menos aparentaba tran
A veces, el tiempo puede ser efímero, al igual que una flor, en un instante…se marchita…Habían pasado ya ocho años desde aquel día en que su primera cita con aquel había sido también la última, recién se había graduado de la universidad, administración de empresas, aunque, sin experiencia laboral de poco servía tener el título, Astrid ahora era una hermosa joven adulta, que, como todos, tenia grandes esperanzas y expectativas de vida, se estaba mudando a Nueva York, su querida amiga Alessa, a quien había tenido el gusto de conocer en la universidad, le había ofrecido un empleo, y, siendo su mejor oferta y aquella con menos complicaciones, había aceptado sin dudarlo, seria la secretaria de su esposo en lo que se abría una mejor vacante para ella, según lo que la hermosa mujer de piel nívea y cabellos negros y lacios le hab&i
Vivir… en esta vida extraña, se nos da una sola oportunidad de vivir y todos elegimos vivir de diferentes maneras. Hay aquellos que más que vivir sobreviven, cada día cumpliendo una rutina sin hacer nada nuevo, sin ver las cosas desde una perspectiva diferente, sin hacer ningún cambio.Vivir… vivir significa darle a cada día un significado, por pequeño que este sea, hacer cada día algo que signifique un cambio en tu vida o en el mundo, claro que, lograr esto es bastante complicado. Porque ciertamente es complejo hacer aquello, escoger algo por lo que levantarte cada día con el ánimo arriba y seguir tu día persiguiendo ese propósito. Puede llegar a ser algo tan simple como ahorrar para comprar aquel vestido tan hermoso en la vitrina de esa importante tienda de ropa, levantarte para podar y regar ese jardín al que le ha dedicado tanto tiempo, levantarte