La naturaleza humana puede ser muy extraña, ya que muchas de las veces sólo nos damos cuenta de cosas que pueden ser muy obvias cuando algo verdaderamente trascendental nos las pone en frente.
Ese día, mientras el cielo plomizo dejaba caer una lluvia tristemente fría, veía a muchas personas que están estimadas, incluso amado, a una persona especial reunidas.
Quizá … Quizá en ningún otro momento se habrían reunido allí por todos los muy probablemente distintos motivos que existiesen, porque otros tenían rencillas unos con otros.
Porque en algún momento la amistad había terminado y tomado caminos distintos.
Porque había habido siempre algo mucho más importante o placentero que hacer.
Porque… Bueno, los “porque” podrían no terminar nunca; pero eso no importaba… ya que todos estaban allí reunidos para despedirse de alguien. Para darle aquella despedida, que nadie en realidad quería darle a esa persona, para siempre.
Quizá la situación era más trágica, porque despedían a alguien a que no debería estar despidiendo ahora.
Ella sólo tenía veintiocho años, estaba verdaderamente en la flor de la vida. De hecho, estaba a punto de darle un giro de ciento ochenta grados a su vida en cuestión de unos cuantos meses.
Pero lamentablemente, como muchas veces pasaba, ella sólo se encontró en el lugar incorrecto a la hora incorrecta.
Observó a la persona de entre la multitud que era, sin duda alguna, la persona que más la iba a extrañar. Estaba ahí de pie nada más, silencioso, taciturno y con una enorme tristeza en sus bellos ojos.
Ellos han estado juntos durante tres largos años y no dudaba, ni siquiera por un segundo, que la había amado todos los días, que no había habido día que no lo hiciera.
Le había sido incondicionalmente fiel y la había amado, como seguramente nadie más la iba a amar.
Pero la joven era quizá la única persona que sabía que ella no lo había amado, al menos no de la misma forma en la que él lo hacía. Pero eso iba a ser un secreto que jamás revelaría, no diría ni media palabra… Él no necesita saberlo, y sería muy cruel para su memoria.
Deseaba poder ofrecerle algún tipo de consuelo, alguna palabra que aligerara por lo menos un poco su dolor; pero, la verdad fuera dicha, no tenía ninguna.
El sacerdote budista terminó su larga plegaría y el ataúd había comenzado a descender en la cripta abierta. Casi quiso reír… Después de todo, Alessa le había dejado muy en claro a toda su familia y amigos que ella quería ser enterrada en el lugar de cremada, como casi todo el mundo. Y como su mejor amiga, Astrid sabía que Alessa había decidido eso sólo por su enorme sentido de la vanidad. Ella quería permanecer bella y entera aún después de la muerte, lo que hecha cenizas nunca lograría.
Cuando la tierra comenzó a caer sobre el ataúd, su mirada volteó hacia Emmett; el sólo miraba la tumba ser cubierta con la misma expresión de tristeza que nada podría reparar más que el tiempo.
A ella le rompía el corazón verlo así, demasiado, porque…
Era un sentimiento traidor. Alessa había sido su mejor amiga, pero… ella lo amaba.
Se enamoró de él desde que lo vio por primera vez, y aquellos tres años que estuvo en su vida, estando al lado de Alessa, sólo ha hecho que descubriera más y más cosas de él que estuvo hecho que lo amara muchísimo más.
Y como a ella, que se había enamorado de Emmett a primera vista, lo mismo le había pasado a él, pero con Alessa.
No tuvo ni una sola oportunidad; pero así lo aceptó, no tenía rencor o arrepentimientos porque ella había amado a Alessa tanto como él, y ella era feliz de que su amiga tuviera a alguien que la quisiera tanto… a pesar de que esta no le hubiera correspondido como se lo merecía.
El ataúd quedó bajo la carga de tierra y fue cubierto enseguida por una capa de pasto verde y fresco. Sobre este estaba una lápida blanca con su nombre completo, la fecha de su nacimiento y fallecimiento junto a una simple frase amorosa que decía “En memoria de nuestra amada hija. Siempre te recordaremos”.
Las personas empezaron a despedirse y pronto sólo sus padres se encontraban allí junto con otras dos personas más.
La bella mujer la miró un momento y después empezó a llorar con amarga desesperación.
No era para menos, podía imaginar por qué. Toda la vida anterior dicho que se parecía muchísimo a Alessa. Ambas se conocían desde niñas, fueron amigas prácticamente desde el jardín de niños. Las dos se parecían tanto, que en todas las clases siempre las sentaban juntas, pues todo el mundo pensaba que eran gemelas.
Ambas compartían un largo cabello azabache, una piel clara, limpia y ojos marrones; desde el jardín de niños hasta la preparatoria había sido así. Pero lejos de molestarles, cómo les pasaba a las gemelas por lo regular, ellas se divertían de aquel suceso; y al estar todo el tiempo juntas, llegó a amarse como verdaderas hermanas.
Astrid abrazó a la madre de la que había sido su mejor amiga, ofreciéndole todo tipo de consuelo.
Quiso decirle muchas cosas, entre ellas que dentro de un mes se debería que marchar de Tokio, pues había obtenido una beca en una de las más importantes escuelas de Kioto y que había decidido marcharse…
Pero ese no era el momento, y lo sabía. Además, muy a sus adentros sabía que la distancia la ayudaría a superar la pérdida de su mejor amiga…
Y que también sería lo más sano el alejarse completamente de él.
Poco a poco, la mujer dejó ir a Astrid, lo que dio paso a que su esposo fuera a sostenerla por los brazos, apoyándola en su pecho.
Antes de responder, Astrid volteó al lugar donde había estado Emmett solo un minuto antes. Para su sorpresa, ya no estaba allí.
Había querido despedirse de él, ya que no estaba seguro de poder verlo de nuevo antes de tener que partir a Kioto. Tenía que por lo menos darle un adiós, pero lamentablemente él ya no estaba. Se había ido.
Quizá era lo mejor.
El automóvil estaba estacionado cerca del lugar. Era casi de noche, la lluvia había parado, y el campo santo estaba empezando a llenarse de penumbra.
Si, la mortalidad te hace considerar muchas cosas, entre ellas lo poco que en realidad podía durar la vida. Es por ello que deberíamos tomar cada momento como algo único. La lección está allí… Una verdad tan dura como una roca; pero, le hacía falta un ingrediente clave para llevarlo a cabo: Valor.
Y eso era algo que evidentemente no tenía. Quizá por ello se iba, porque no tenía el valor de pelear por lo que quería, porque no quería pelear contra Alessa, aunque no estaba con vida.
Si tan sólo ella… No, era egoísta, mezquino, incluso perverso pensar en ello, y no dejaría que ese pensamiento hiciera eco en su cabeza. Alessa se había ido, e Emmett siempre la debería en su corazón.
Ella no quería pelear contra eso…
Definitivamente no quería…
Bien, hacía especialmente un buen día para el inicio de clases de preparatoria, el cielo había amanecido de un color deslumbrante, tan azul que casi segaba, ni una sola nube gris en su panorama, eso tenía que ser un buen augurio, un día tan hermoso solo podía significar que todo en aquel día tendría que salir bien.Había estado esperando este día, como había estado esperando pocas cosas en su vida. El primer día de preparatoria.Iba a ir a una escuela nueva, que quedaba lo suficientemente lejos de casa para que, en lugar de viajar todos los días, su madre la hubiera en una habitación propia en un complejo de departamentos, donde la mayoría eran estudiantes en su misma situación. Para que el gasto no fuera tan grande había conseguido un trabajo en un pequeño café como camarera y aunque debería reconocer q
Quien había dicho alguna vez que la vida no podía ser perfecta, se había equivocado con ella. Por primera vez en su vida todo estaba saliendo justo como había deseado que sucediera. La Rosa era una escuela genial, cada uno de los profesores eran una eminencia en sus respectivas materias, todos con estilos diferentes sin duda, pero indudablemente muy buenos. Daba gusto estudiar en una escuela así. Además de eso, aunque sólo llevara una semana en el instituto, ella sentía que pertenecía allí; estaba tan a gusto, que parecía como si llevara años en ese lugar. Tenía la sensación de tener más libertad e independencia de la que alguna vez pensó tener. De alguna manera siempre que asistía al colegio… No quería recordarlo, pero sentía como si Alessa siempre le hubiera hecho sombra. Ahora todo era diferente. Se llevaba muy bien con sus profesores y compañeros, a excepción de su única clase de heurísti
Y, ¿qué más daba que estaban allí? No podía hacer nada para evitarlo, pero podía controlar su propia reacción ante el hecho. Después de meditarlo toda la noche, Astrid decidió que el que Emmett estaba allí, alrededor de ella, no tenía por qué cambiar su vía de acción. Si hubiera visto que esto le pasaba a alguna otra persona, sin duda hubiera pensado que era patético y cobarde dar marcha atrás cuando había tomado una decisión; y pensar en la mera idea de que alguien creyera eso de ella misma, la ponía de muy mal humor. Ella había sido siempre una persona controlada y practica en la medida de lo posible, como si no hubiera tenido el valor de llevar a cabo cada uno de sus propósitos. Tendiendo las cartas sobre la mesa, la cuestión era que ella estaba ahora lejos de casa. Tenía nuevos amigos, estaba en una escuela estupenda, y un chico maravilloso al parecer la pretendía. Era todo lo que había planeado tener y lo tení
El verdadero problema de él eran sus ojos, siempre habían sido sus ojos. Por mucho que él mismo quisiera evitarlo, sus emociones siempre alcanzaban sus ojos. Cuando estaba molesto, sus ojos se llenaban de una sombra gris que no podía detener, así su rostro se mantuviera impasible. Cuando estaba contento, aun así no sonriera, sus ojos se llenaban de luz. Cuando estaba frustrado, triste, cansado, avergonzado, esperanzado; lo que fuera, lo que sea sintiera, aunque en su rostro no se mostrara, si lo hacía en sus ojos. Y en ese momento, ella estaba viendo algo que no podía identificar en sus hermosos ojos dorados, la estaba mirando directamente con una emoción que ella no sabía identificar. Por primera vez, desde el momento que lo conoció, por primera vez la estaba mirando verdaderamente a ella. Sus ojos estaban plenamente concentrados en ella, si lo m
Mentir era una cosa fea y desagradable. En realidad nunca le había gustado hacerlo, aunque no podía decir que no lo había hecho. También había guardado secretos, lo que para ella era lo mismo. Cada una de ellas, desde las más pequeñas hasta las más grandes, le habían pesado. Cuando Alessa se había ido del todo, se había prometido a si misma hacer todo lo posible por no volver a guardar ningún secreto o volver a decir una mentira que dañara a otro, por seguir una vida completamente sincera y diciendo la verdad. Cosa muy complicada desde que Emmett se había adherido a su vida diaria. Gracias a Dios Cole no estaba allí, sino la situación sería aun más caótica para ella. Estaba por empezar cuando Emmett le había preguntado si estaba enamorada de su novio. . . ¿Y eso por que debería importarte Emmett? —le dijo mientras bebía tranquilamente, o al menos aparentaba tran
A veces, el tiempo puede ser efímero, al igual que una flor, en un instante…se marchita…Habían pasado ya ocho años desde aquel día en que su primera cita con aquel había sido también la última, recién se había graduado de la universidad, administración de empresas, aunque, sin experiencia laboral de poco servía tener el título, Astrid ahora era una hermosa joven adulta, que, como todos, tenia grandes esperanzas y expectativas de vida, se estaba mudando a Nueva York, su querida amiga Alessa, a quien había tenido el gusto de conocer en la universidad, le había ofrecido un empleo, y, siendo su mejor oferta y aquella con menos complicaciones, había aceptado sin dudarlo, seria la secretaria de su esposo en lo que se abría una mejor vacante para ella, según lo que la hermosa mujer de piel nívea y cabellos negros y lacios le hab&i
Vivir… en esta vida extraña, se nos da una sola oportunidad de vivir y todos elegimos vivir de diferentes maneras. Hay aquellos que más que vivir sobreviven, cada día cumpliendo una rutina sin hacer nada nuevo, sin ver las cosas desde una perspectiva diferente, sin hacer ningún cambio.Vivir… vivir significa darle a cada día un significado, por pequeño que este sea, hacer cada día algo que signifique un cambio en tu vida o en el mundo, claro que, lograr esto es bastante complicado. Porque ciertamente es complejo hacer aquello, escoger algo por lo que levantarte cada día con el ánimo arriba y seguir tu día persiguiendo ese propósito. Puede llegar a ser algo tan simple como ahorrar para comprar aquel vestido tan hermoso en la vitrina de esa importante tienda de ropa, levantarte para podar y regar ese jardín al que le ha dedicado tanto tiempo, levantarte
Ruido, un molesto y espantoso ruidoAstrid volteó a ver el reloj que había a un lado de su cama junto a un computador portátil, en el display se podía leer 6:33 am, esta vez escuchó claramente el tono de su celular, lo tomo extrañada ¿Quién podía estarla llamando a esa hora?– ¿Hola? – dijo evidentemente somnolienta.– Buenos días Astrid – saludó una muy conocida voz con entusiasmo.– ¿Emmett? – preguntó para garantizar.– Si soy yo – respondió el joven Ceo de bellos ojos dorados.– Señor Slorach, seriamente, ayer termine m turno hasta las 12:30 am y llegue a casa hasta la 1:00 am – dijo irritada y regresando a la formalidad del apellido después de despertar…no quería volverse demasiado cercana a su ex amor de juventud…menos aun po