Mentir era una cosa fea y desagradable. En realidad nunca le había gustado hacerlo, aunque no podía decir que no lo había hecho. También había guardado secretos, lo que para ella era lo mismo. Cada una de ellas, desde las más pequeñas hasta las más grandes, le habían pesado. Cuando Alessa se había ido del todo, se había prometido a si misma hacer todo lo posible por no volver a guardar ningún secreto o volver a decir una mentira que dañara a otro, por seguir una vida completamente sincera y diciendo la verdad.
Cosa muy complicada desde que Emmett se había adherido a su vida diaria. Gracias a Dios Cole no estaba allí, sino la situación sería aun más caótica para ella.
Estaba por empezar cuando Emmett le había preguntado si estaba enamorada de su novio.
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Astrid lo miró ligeramente sorprendida, no había notado que Emmett alguna vez hubiera puesto alguna atención especial en ella, no la suficiente para notar si salió o no con alguien.
Astrid miró a Emmett, quien la observaba con atención, como sino quisiera perderse nada. La ponía nerviosa, no sabía cómo salir de esto. Claro que le gustaba Cole, pero no le gustaba más que el chico que tenía delante de ella.
No se ahogó con el café sólo, porque lo había tragado con cuidado. No quiso mirarlo sin antes no tener una respuesta que no fuera “yo estoy enamorada de ti”.
Astrid sintió que el corazón le latía más despacio. Ella realmente creía en lo que le había dicho, ella deseaba recordar sólo lo más bello de Alessa y no perder nunca sus recuerdos. Pero aún le dolía que la persona que ella amara, hablara con tanta devoción de otra persona que no fuera ella.
Emmett la miró con diversión, la verdad es que quizá era una parte de su ego masculino lo que le hacia querer averiguar.
Alessa muchas veces le había dicho que quizá Astrid estaba enamorado de él. Siempre lo había dicho como si fuera una enorme broma, pero después de todo una broma siempre lleva una parte de verdad.
Astrid era hermosa… Siempre lo había sabido. En realidad le había sorprendido cuando ella le había dicho que se había sentido ignorada, él siempre había sido consiente de la chica que todo el tiempo iba colgada del brazo de su novia.
Había querido a Alessa… la había amado de verdad, pero… en algún lugar de su interior había mirado un par de veces a Astrid, y había sentido su pulso ir mas rápido.
Recordaba con precisión una ocasión en que Alessa había organizado una reunión de clase en su casa. El verano había llegado con todo su calor y sus padres acababan de terminar una amplia piscina en su casa; él no iba en la misma clase de Alessa, pero como su novio había sido invitado.
Había llegado tarde, y cuando entró en la casa ya todos los invitados estaban jugando en la piscina, pero la primera persona que había visto había sido a Astrid.
Estaba deslumbrante en un traje de baño color rojo, que resaltaba en su piel color avellana, recostada en una otomana tomando un baño de sol. El impulso de acercarse había sido tan fuerte que lo sorprendió, pero Alessa había escogido justo ese momento para acercarse a él y poner un dulce beso en su mejilla como saludo. Ella tenía un traje exactamente igual al de Astrid.
Ambas en realidad se divertían jugando el juego que la gente les había impuesto desde pequeñas a ella y Astrid; a veces se vestían igual, o se peinaban igual para representar su papel de gemelas. Pero, aunque Alessa era aristocrática y tenía un porte elegante y grácil, la verdad es que el traje no se le veía no la mitad de bien que a Astrid.
Alessa tenía una piel alabastro, prístina y cuidada, como si nunca la hubiera tocado el sol… Astrid por su parte tenía músculos delgados y estilizados, pero ella más que elegancia demostraba… fuerza, elasticidad, como una joven atleta, y su piel era tan dorada y cremosa que invitaba a ser tocada.
Alessa era elegante, delicada… Astrid era, carnal.
Lo reconocía, lo había pensado un par de veces, pero había amado a Alessa lo suficiente para que ese pensamiento no hiciera eco en su cabeza.
Hoy… no es como si lo estuviera realmente considerando, era sólo una curiosidad inquieta que le preguntaba. Si ella nunca se había fijado realmente en él, había sido muy popular con las chicas siempre, la rara herencia de todos los Slorach que les había dado un color peculiar de ojos y cabello los había hecho resaltar
Se preguntaba también si ella amaría con intensidad, y en su fuero interno una voz le decía suavemente “si, ella sería apasionada al amar”.
El tal Cole T. Jordan, no podía saber la suerte que tenía de tenerla con a su lado. Si estuviera en su lugar, sólo loco la dejaría sola aquí y no la llamaría siquiera. En los dos días que tenía fuera el chico, no se había comunicado con ella; le había preguntado, pero o bien no se lo quiso decir, o no lo había hecho.
Lo que le había hecho preguntarse… ¿Por qué Astrid estaría enamorada de él si no tenía ni siquiera esa mínima atención con ella? Y esa curiosidad había hecho en consecuencia que le preguntara a ella lo mismo. Pero de algún modo la plática había llegado hasta este punto.
Y ella estaba mintiendo.
Antes nunca lo había notado, simplemente por que Astrid no tenía por qué decirle ninguna mentira. Pero ahora que había adquirido el conocimiento de leer a la gente en los libros de criminología, había notado que ella mentía. Mentía sobre su amor por Cole Jordan.
Era leve, increíblemente leve, pero evidente… Ella ladeaba su mirada y se acomodaba el cabello nerviosa, era casi un tic instantáneo. Cuando le decía la verdad miraba directamente y mantenía sus manos completamente visibles, cuando quería esconder algo ocultaba su mano derecha detrás de su cuello o su espalda y miraba directo un momento y luego se evadía.
Algo ocultaba también con relación a Alessa, pero decidió no indagar sobre eso.
Ella alejó su mirada de él y sorbió de nuevo de su taza.
No nunca lo sabrían… Ella estaba con Cole y positivamente nunca pondría su corazón en riesgo por él, era un lujo que no se podía permitir. Emmett tomaría su corazón entre sus manos y lo aplastaría, nunca le perdonaría que hubiera ocultado los secretos de Alessa si algún día los averiguaba.
Y ella realmente no quería tener que defenderse de él, había hecho todo aquello por algo bueno, y eso es todo lo que sabía y deseaba saber al respecto.
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Era medio día de sábado, finalmente fin de semana. Ella había hecho planes de echar la colada ese día, y si no terminaba muy tarde quizá iría al café donde trabajaba a pasar el rato con su jefe Charly que le había caído muy bien y cenar algo.
Pero cuando estaba disponiendo para recoger su colada e ir a la lavandería, habían llamado a su puerta y al atender allí estaba Emmett con una invitación.
Oh si, el concierto de los tomb stones, ella también habría matado por ir a ese concierto pero cuando había estado en Seika sus padres no le habían permitido ir, quedaba solo a 45 minutos en auto, pero sería de noche y aunque insistió con ahínco no consiguió el permiso.
—Espero que el concierto no haya terminado para cuando lleguemos —Emmett paso a la habitación.
Como muchos otros departamentos de estudiantes de Imperial College London, era pequeño. Eran apenas tres piezas pequeñas.
En la primera estaba una pequeña cocina junto a una mesa agregada a la pared junto a una ventana. Allí mismo había una TV pequeña, unos cuantos cojines y una computadora portátil puesta en una mesa plegable de plástico solo lo suficiente grande para la maquina, y una larga fila de libros.
La otra habitación debía ser una recamara pero si era tan pequeña como la primera pieza solo debía caber su cama o futón y quizá su armario, vio a la chica entrar y después de poco escucho agua correr. Vaya, al menos parece tenía su propio baño.
—Ya veo.
Astrid salió a donde él estaba esperando.
¡Demonios! A veces darse cuenta de lo bonita que era ella era casi doloroso, vestía una falda de mezclilla corta, a la mitad de sus muslos lo que enseñaba unas piernas de infarto, y una blusa ajustada color negro con una botas bajas y cortas. Lucía moderna y discreta, e increíblemente hermosa.
Había mucha gente reunida cuando llegaron a la plaza donde la banda ya estaba tocando un tema. Emmett la tomó de la mano para empezar a moverse por la multitud, ella sólo lo siguió, yendo lo más cerca posible de él para que no se separaran.
No se detuvieron hasta que estuvieron tan cerca como pudieron llegar como a unos 10 metros de donde la banda tocaba su nuevo éxito.
Él nunca la soltó.
Ya sabía que era tonto estar emocionada por un gesto casi infantil, pero no podía evitarlo. Pero… sólo tenía 15 años cuando se había enamorado de él, y no es que no hubiera tenido nunca ninguna cita, pero en todas sus citas siempre había comparado a sus parejas con Emmett y por supuesto siempre habían terminado perdiendo en comparación y no las había disfrutado todo lo que debería haber hecho. Después de todo cuando eres adolecente eso es lo que deberías hacer, ¿o no? Salir con chicos, divertirte.
Pero ella había entregado su corazón desde el principio y no había podido hacerlo.
Incluso el día de hoy, Cole la tomaba todo el tiempo de la mano, pero nunca había sentido lo que sentía en ese momento: Un calor delicado y dulce que no que había comparado nunca con nada y del cual no podía desprenderse del todo.
Dijo él y la jaló delante de él, donde alguien se había movido y dejaba su campo de visión más abierto; pero también la ponía delante de él y pegaba su espalda a su pecho.
¡Moiras…! Esto era tan injusto, hacía sólo un año ella habría dado su brazo derecho por que Emmett hiciera algo así. Ahora, no era propio de un par de amigos estar tan cerca uno del otro. Cuando el pasó sus manos por su cintura y la atrajo más cerca, sintió que el corazón saltaría de su boca y echaría a correr
Solo por saber si él decía la verdad, volteó a su derecha y si, allí había una chica de exuberantes risos pelirrojos abrazada por un chico de pelo negro que miraba disimuladamente a Emmett. Ella nada más pudo reír, le gustara o no el chico alto y de espectaculares ojos también solía intimidar a las personas por su apariencia.
Pero no ayudo en nada que justo en ese momento la banda empezara a tocar covers americanos, un algo roto y algo desmadejado tema romántico empezó a tocar.
Astrid trató de estar tranquila mientras con voz dulce y delicada la cantante recitaba el coro que decía, estaba ella casi segura: “watching in slow motion as you turn around and say… my love… take my breath away…”
Emmett soltó una carcajada que retumbó contra su espalda y ella se recargó sólo un poco mejor para poder sentirlo completo. Era una sensación extraña, pero muy agradable.
Pero pronto la banda empezó a tocar algo más parecido a Reegue o algo similar en japonés – ingles y la gente empezó a brincar y bailar así que ellos se separaron un poco para no pisarse y los imitaron.
Después de un par de horas de oír a los tomb stones y comer una salchicha regresaron al apartamento de ella con la luna sobre sus cabezas.
Había sido una tarde increíble, si hubiera llegado a ser la primera cita de ellos dos hubiera sido un momento perfecto, tal y como siempre la había imaginado, pero dado que solo eran un par de amigos yendo a un concierto… bien esa era una nota de tristeza que hubiera deseado evitar.
Llegaron demasiado rápido a su casa para su gusto.
La oferta era realmente tentadora, la verdad era que no se había divertido tanto en mucho tiempo, Astrid seguía su sentido del humor que mucha gente le había dicho era bastante acido —ni siquiera Alessa había sido capaz de entender sus bromas siempre —era increíblemente fácil hablar con ella. Pero era tarde y al día siguiente tenían clases y no quería que se agotara de más.
Astrid entró a su apartamento y cerró la puerta escuchando los pasos de él alejarse, solo en ese momento se dejó caer contra la puerta como si su cuerpo estuviera muy, muy pesado, solo hacía 6 meses que hubiera cambiado todas sus posesiones materiales por un día así, por escuchar música con Emmett, pegada a su pecho, por comer una salchicha, por caminar juntos a su casa.
Dios… Emmett, no era bueno para ella, pero si no lo era… ¿Por qué aun así lo amaba tan profundamente? Eran tan feo mentir, pero era incluso peor mentirse a sí misma.
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Mientras tanto el chico en la calle caminaba pateando una inocente lata vacía. “¿Qué es lo que haces Emmett?”.
Esta era una de aquellas ocasiones que él había advertido a Astrid en el pasado con mayor precisión. En aquel concierto hace dos años, Astrid se había convencido de que si tenía el dinero para las entradas sus padres le permitirían ir, y había hecho de todo, había hecho tareas para sus compañeros, había vendido bisutería a sus compañeras, había vendido ramen en un puesto durante un festival en la escuela, por ultimo y mas arriesgado había puesto un puesto de besos en una feria local. Aquello había sido especial. Él había ido con Alessa a caminar por la feria, y se habían encontrado con el puesto de Astrid, estaba vestida con un bonito vestido rojo y más arreglada de lo normal. Con un pintalabios rojo que parecía un rubí en su rostro, eran 500 yenes por beso, solo eran inocentes besos en la mejilla pero la fila para recibirlos era realmente larga… quizá si no hubiera ido en compañía de Alessa se habría atrevido a comprar el mismo uno.
Se había incluso emocionado con la idea de poder ir juntos al concierto, a Alessa no le gustaba demasiado la banda. Pero al final, ella no había recibido el permiso y las reservas de sus entradas se habían perdido y no había podido conseguir los boletos.
Y esa mañana cuando por la radio habían anunciado su concierto gratuito, se había estado repitiendo una y otra vez “llevadla esta vez, llevadla, llevadla” hasta que había tomado su chaqueta y dirigido a su casa para llevarla si ella deseaba.
¿Qué estaba haciendo él llevándola a un concierto y abrazándola entre la gente? Eso que le había dicho no había sido más que una excusa para poder tenerla a su alrededor y oler su aroma a manzanilla y perfume, de querer tenerla segura entre esa gente… ¿Qué hacía jugando a su guardián cuando ella no le pertenecía?
Estaba siendo irracional y él lo sabía, deseando conquistar a una chica que ya estaba conquistada, Astrid estaba con Jordan, que no estuviera el chico en escena en ese momento no hacía ninguna diferencia, él no era del tipo que le haría eso a otro chico, así no fueran siquiera amigos.
Pero a quien engañaba, evidentemente no se podía mentir ni siquiera a él mismo, había disfrutado mucho abrazándola, hablándole al oído, brincando con ella, viéndola reír y perder el aliento apretujada a él entre tanta gente.
No, lo que había sentido esa tarde no era poca cosa, lo que había sentido siempre por la joven castaña no era poca cosa.
Dios, empezaba a sentir un muy poco saludable desprecio por Cole T. Jordan...aunque, despues de todo no era importante, despues de todo, no volveria a ver a ninguno nunca mas...debia marcharse, su familia entera se estaba mudando...y no habia tenido el valor de decirselo a ella...
A veces, el tiempo puede ser efímero, al igual que una flor, en un instante…se marchita…Habían pasado ya ocho años desde aquel día en que su primera cita con aquel había sido también la última, recién se había graduado de la universidad, administración de empresas, aunque, sin experiencia laboral de poco servía tener el título, Astrid ahora era una hermosa joven adulta, que, como todos, tenia grandes esperanzas y expectativas de vida, se estaba mudando a Nueva York, su querida amiga Alessa, a quien había tenido el gusto de conocer en la universidad, le había ofrecido un empleo, y, siendo su mejor oferta y aquella con menos complicaciones, había aceptado sin dudarlo, seria la secretaria de su esposo en lo que se abría una mejor vacante para ella, según lo que la hermosa mujer de piel nívea y cabellos negros y lacios le hab&i
Vivir… en esta vida extraña, se nos da una sola oportunidad de vivir y todos elegimos vivir de diferentes maneras. Hay aquellos que más que vivir sobreviven, cada día cumpliendo una rutina sin hacer nada nuevo, sin ver las cosas desde una perspectiva diferente, sin hacer ningún cambio.Vivir… vivir significa darle a cada día un significado, por pequeño que este sea, hacer cada día algo que signifique un cambio en tu vida o en el mundo, claro que, lograr esto es bastante complicado. Porque ciertamente es complejo hacer aquello, escoger algo por lo que levantarte cada día con el ánimo arriba y seguir tu día persiguiendo ese propósito. Puede llegar a ser algo tan simple como ahorrar para comprar aquel vestido tan hermoso en la vitrina de esa importante tienda de ropa, levantarte para podar y regar ese jardín al que le ha dedicado tanto tiempo, levantarte
Ruido, un molesto y espantoso ruidoAstrid volteó a ver el reloj que había a un lado de su cama junto a un computador portátil, en el display se podía leer 6:33 am, esta vez escuchó claramente el tono de su celular, lo tomo extrañada ¿Quién podía estarla llamando a esa hora?– ¿Hola? – dijo evidentemente somnolienta.– Buenos días Astrid – saludó una muy conocida voz con entusiasmo.– ¿Emmett? – preguntó para garantizar.– Si soy yo – respondió el joven Ceo de bellos ojos dorados.– Señor Slorach, seriamente, ayer termine m turno hasta las 12:30 am y llegue a casa hasta la 1:00 am – dijo irritada y regresando a la formalidad del apellido después de despertar…no quería volverse demasiado cercana a su ex amor de juventud…menos aun po
No lo se - Conozco un sitio de ramen en el barrio chino que te chaparías los dedos, son increíblemente buenos, en serio – dijo sin dejar de insistir, no iba recibir un no por respuesta, ya lo había decidido -. Vamos, ¿qué puede tener de malo que salgamos el día de hoy? Tú lo has dicho, Jordán estará ocupado. Ven conmigo. ¿Has subido alguna vez al edificio 60? Mi papá tiene un conocido en el piso 45 que nos puede permitir ir al penhouse de la última planta, ¡Te imaginas la vista! - ¿Te das cuenta que para ese maratón que tienes en mente nos llevaría horas sólo movernos de un lado a otro? – dijo la chica solo imaginándolo.¿Por qu&ea
El tren ya tenía recorrido una parte de su trayecto de 45 minutos y ella había terminado su café y dona azucarada mirando la ventanilla, el tren venía concurrido en su mayor parte de turistas – que sólo el cielo sabía de dónde había salido – que miraban con ansiedad por las ventanillas y disparaban fotografías a todo lo que estaba a su alcance – para su molestia, incluso a ella – el chico frente a ella no había dicho gran cosa en el trayecto.Pero ella no era buena para mantenerse en silencio.Explica Emmett – dijo por fin -. ¿A qué se debe esta invitación?No tiene demasiado misterio Astrid – dijo el chico con tranquilidad -. No conozco el corazón de Londres o siquiera de algún sitio de Inglaterra, he vivi
El día en la oficina había sido mas pesado de lo habitual, no podía evitar sentirse agotada y soltar un disimulado bostezo de vez en cuanto, estaba realmente cansada, Emmett había sacado demasiado papeleo que le había pedido ingresar a la laptop en Excel y era tanto que durante tres días había tenido que dedicar horas extras a ello, recién había terminado, y Astrid se había levantado de la silla para dirigirse al baño y poder estirarse, apenas y si había cruzado alguna palabra con su jefe, quien no dejaba de mirarla casi a cada momento, aquello era incomodo y desagradable, no había tenido tiempo alguno de buscar trabajo en otra parte porque en verdad, eran demasiadas las exigencias de Emmett, mirándose en el espejo del baño, en verdad lucia agotada, quería ya regresar a casa y derrumbarse sobre la cama para poder descansar. El sonido de una llamada timbro en su celular y Astrid sonrió al ver la pantalla, era su querido amigo Caleb quien la estaba llamando, aquel sonido, sin
El sol se colaba ligeramente a través de las cortinas de aquel departamento citadino en el que ahora estaba viviendo, era domingo, finalmente, su primer día de descanso había llegado y ella, se había levantado un poco mas tarde de la hora acostumbrada, eran las diez de la mañana, y en realidad, tan solo deseaba regresar a la cama para seguir durmiendo, había sido una larga semana de trabajo demasiado exigente y agotador, no sentía deseos de salir ni nada más, además, estaba aún abrumada por lo que había pasado la noche anterior.¿Cómo se supone debes reaccionar ante algo que pensaste jamás ocurriría? Tal como si un día te ganaras la lotería o te ocurriera un accidente demasiado desafortunado, se inflamará tu apéndice o fueras atropellado por un auto, claro, sabes que esas cosas pueden ocurrirle a cualquiera, pero en realidad jamás esperas
Abrir los ojos… a veces podría llegar a sorprendernos lo difícil que es abrir los ojos, vivimos mirando solo un punto del camino, casi sin atrevernos a levantar la mirada y ver qué es lo que está alrededor, casi nunca nos atrevemos a mirar cual es el camino completo, quizá sea porque si miras justo donde vas a dar tus pasos, sientas que el camino es más seguro, pero la verdad, es que te estás perdiendo el espectáculo que rodea la vereda que estas recorriendo.Así se sentía Emmett, como si aquella bella mujer hubiera estado allí siempre, pero en realidad nunca la hubiese notado.Su cremosa piel color caramelo, la curva increíble delicada de sus hombros, de sus brazos, de su cintura, ella había arrojado la sabana lejos de ella en la noche seguramente, acalorada por la calefacción, así que desde donde estaba, a su lado, podía ver incluso la curva de su ca