Vivir… en esta vida extraña, se nos da una sola oportunidad de vivir y todos elegimos vivir de diferentes maneras. Hay aquellos que más que vivir sobreviven, cada día cumpliendo una rutina sin hacer nada nuevo, sin ver las cosas desde una perspectiva diferente, sin hacer ningún cambio.
Vivir… vivir significa darle a cada día un significado, por pequeño que este sea, hacer cada día algo que signifique un cambio en tu vida o en el mundo, claro que, lograr esto es bastante complicado. Porque ciertamente es complejo hacer aquello, escoger algo por lo que levantarte cada día con el ánimo arriba y seguir tu día persiguiendo ese propósito. Puede llegar a ser algo tan simple como ahorrar para comprar aquel vestido tan hermoso en la vitrina de esa importante tienda de ropa, levantarte para podar y regar ese jardín al que le ha dedicado tanto tiempo, levantarte a tiempo para llegar a la escuela y tener ese flamante 10 en asistencia, o tan complicado, como levantarte cada día para asistir a ese importante trabajo que alimenta a muchos y le da felicidad y estabilidad a tu familia.
Astrid viajaba en aquel autobús, se sentía nerviosa, quería dar la mejor impresión al esposo de su querida amiga aun cuando esta le prometía que ese trabajo para ella estaba asegurado…y es que, eran ya muchos los fracasos a los que se había enfrentado, nunca fue de una familia demasiado importante, y los problemas económicos por los cuales sus padres habían tenido que atravesar para que ella estudiara, eran razón mas que suficiente para no fracasar más…ya lo había decepcionado bastante con aquel “romance” con Cole del que no salió bien parada, esta oportunidad única que se le había presentado, la aprovecharía a toda costa y sin importar que, era importante no volver a meter la mata, les enviaría dinero, les mostraría que ella podía sola con las riendas de su vida…que era capaz de elegir sabiamente su camino.
Llegando al edificio, se sorprendió al mirarlo, era un rascacielos en Park Avenue, la vista no le alcanzaba para mirarlo del todo, recordaba las palabras de Alessa, su marido era un hombre realmente importante, ahora lo comprobaba, entrando casi con la boca abierta de la impresión, se dirigió a la recepción.
– Buenos días, me espera el señor Slorach, soy Astrid Sallow, seré su nueva secretaria – dijo la chica casi con timidez a la joven mujer de la entrada quien la barrio casi con mala fe de arriba abajo para luego mirar la lista de citas.
– Claro, aquí esta su nombre, pase al elevador de la derecha, ese la llevara directamente a la oficina del señor Slorach – dijo con desdén la mujer de cabello rubio.
Sin decir palabra alguna, pero sintiéndose un poco agredida por la actitud de la mujer, Astrid subió por ese elevador sin preguntar en que piso detenerse, aunque la mujer tan solo le había dicho que ese elevador la llevaría directo, recargando su espalda en la pared, suspiro profundamente, sentía su corazón latir con fuerza, estaba nerviosa, quizás demasiado, practicando los ejercicios de respiración que su terapeuta le había enseñado, intentaba calmar su ansiedad creciente.
El elevador se había detenido después de un rato, no se necesitaba ser un genio para intuir que aquel era o debía ser el ultimo piso, las puertas se abrieron para revelar un corto pasillo hacia unas finas y elegantes puertas de roble de gran tamaño, tragando duro, Astrid camino y antes de tocar la puerta una voz en el interior de aquel sitio sonó.
– Adelante, está abierto –
Dijo una voz masculina que de cierto modo le pareció familiar.
Abriendo la puerta pudo ver a un hombre alto de espaldas mirando por aquellos enormes ventanales la vista panorámica de todo New York, incluso, la estatua de la libertad podía verse fácilmente. – Buenos días, soy la señorita Sallow, he venido a la entrevista de trabajo para ser su secretaria – dijo con nerviosismo Astrid.
– Si, lo sé, mi esposa la recomendó bastante, no tiene nada de que preocuparse si hace bien su trabajo, vera señorita Sallow, me gusta que mis empleados trabajen a mi ritmo, me gusta que la eficacia sea del cien por ciento, con esto me refiero a que si necesito algo debo tenerlo en el acto, no tolero fallas de ningún tipo porque yo no las cometo, así que, si esta dispuesta a trabajar bajo presión, entonces el puesto es suyo – dijo Emmett sin mirar a aquella mujer que seria su nueva secretaria y que compartía curiosamente un apellido que habría querido olvidar desde hace mucho tiempo.
Astrid se mordió un poco el labio, el esposo de Alessa parecía ser una persona reacia y difícil de complacer, pero, desesperada por aquel empleo, apretó los puños, aceptaría el reto y demostraría que podía con eso y más.
– Puedo seguir su ritmo, estaré a la altura de lo que me esta pidiendo, no lo decepcionare – respondió Astrid con determinación, aunque su corazón latía tan de prisa que parecía que saltaría para escapar de su pecho debido a los nervios.
Emmett sonrió ante aquella respuesta, ya vería aquella mujer que no le resultaría nada sencillo el complacer cada una de sus demandad, girándose para ver a la que sería su nueva secretaria, se quedo paralizado y con los ojos demasiado abiertos…no era posible…aunque no había revisado a detalle aquel curriculum que le entrego su esposa…aun así, ¿Qué probabilidades había de que ocurriera aquello?
Astrid, sintió que el corazón que hacia solo unos pocos segundos le latía desbocado, se había detenido drásticamente provocándole un pequeño infarto, no, aquello no podía ser posible, ¿O sí?
– Astrid – dijo casi en un hilo de voz Emmett mirando a aquella mujer, sus mas hermosos recuerdos de adolescencia, aunque ya hecha una adulta, su belleza no había disminuido, por el contrario, se había incrementado en demasía, aquellos cabellos azabaches, sus profundos ojos demasiado expresivos, aquel rostro de bellas y delicadas facciones…era ella, no cabía ninguna duda, aquella, era Astrid Sallow, la mujer que desesperadamente durante muchos años, decidió olvidar.
Astrid, no fue capaz de pronunciar palabra alguna…se había quedado muda, la voz había escapado de su garganta debido a la impresión, retrocediendo un par de pasos, negó, ¿Era el? En verdad, ¿Frente a ella estaba de pie aquel muchacho del que nunca pudo olvidarse? La vida era una perra, quizás, la mas grande que existiera…Emmett Slorach, el amor que no pudo ser en sus años de adolescencia…era el esposo de su querida Alessa…y su nuevo jefe.
La vida, para llamarse así tenía desde su perspectiva un solo significado, que era… vivirla con un propósito.
Y aunque en la escala enorme de significados para todas las diferentes personas, Emmett Slorach tenía uno, el propósito que iba a perseguir ahora en adelante era conquistarla a ella, demostrarle que él podía hacer su vida mucho más feliz de lo que lo haría cualquiera…recuperar aquel amor que nunca fue…a cualquier precio.
Ruido, un molesto y espantoso ruidoAstrid volteó a ver el reloj que había a un lado de su cama junto a un computador portátil, en el display se podía leer 6:33 am, esta vez escuchó claramente el tono de su celular, lo tomo extrañada ¿Quién podía estarla llamando a esa hora?– ¿Hola? – dijo evidentemente somnolienta.– Buenos días Astrid – saludó una muy conocida voz con entusiasmo.– ¿Emmett? – preguntó para garantizar.– Si soy yo – respondió el joven Ceo de bellos ojos dorados.– Señor Slorach, seriamente, ayer termine m turno hasta las 12:30 am y llegue a casa hasta la 1:00 am – dijo irritada y regresando a la formalidad del apellido después de despertar…no quería volverse demasiado cercana a su ex amor de juventud…menos aun po
No lo se - Conozco un sitio de ramen en el barrio chino que te chaparías los dedos, son increíblemente buenos, en serio – dijo sin dejar de insistir, no iba recibir un no por respuesta, ya lo había decidido -. Vamos, ¿qué puede tener de malo que salgamos el día de hoy? Tú lo has dicho, Jordán estará ocupado. Ven conmigo. ¿Has subido alguna vez al edificio 60? Mi papá tiene un conocido en el piso 45 que nos puede permitir ir al penhouse de la última planta, ¡Te imaginas la vista! - ¿Te das cuenta que para ese maratón que tienes en mente nos llevaría horas sólo movernos de un lado a otro? – dijo la chica solo imaginándolo.¿Por qu&ea
El tren ya tenía recorrido una parte de su trayecto de 45 minutos y ella había terminado su café y dona azucarada mirando la ventanilla, el tren venía concurrido en su mayor parte de turistas – que sólo el cielo sabía de dónde había salido – que miraban con ansiedad por las ventanillas y disparaban fotografías a todo lo que estaba a su alcance – para su molestia, incluso a ella – el chico frente a ella no había dicho gran cosa en el trayecto.Pero ella no era buena para mantenerse en silencio.Explica Emmett – dijo por fin -. ¿A qué se debe esta invitación?No tiene demasiado misterio Astrid – dijo el chico con tranquilidad -. No conozco el corazón de Londres o siquiera de algún sitio de Inglaterra, he vivi
El día en la oficina había sido mas pesado de lo habitual, no podía evitar sentirse agotada y soltar un disimulado bostezo de vez en cuanto, estaba realmente cansada, Emmett había sacado demasiado papeleo que le había pedido ingresar a la laptop en Excel y era tanto que durante tres días había tenido que dedicar horas extras a ello, recién había terminado, y Astrid se había levantado de la silla para dirigirse al baño y poder estirarse, apenas y si había cruzado alguna palabra con su jefe, quien no dejaba de mirarla casi a cada momento, aquello era incomodo y desagradable, no había tenido tiempo alguno de buscar trabajo en otra parte porque en verdad, eran demasiadas las exigencias de Emmett, mirándose en el espejo del baño, en verdad lucia agotada, quería ya regresar a casa y derrumbarse sobre la cama para poder descansar. El sonido de una llamada timbro en su celular y Astrid sonrió al ver la pantalla, era su querido amigo Caleb quien la estaba llamando, aquel sonido, sin
El sol se colaba ligeramente a través de las cortinas de aquel departamento citadino en el que ahora estaba viviendo, era domingo, finalmente, su primer día de descanso había llegado y ella, se había levantado un poco mas tarde de la hora acostumbrada, eran las diez de la mañana, y en realidad, tan solo deseaba regresar a la cama para seguir durmiendo, había sido una larga semana de trabajo demasiado exigente y agotador, no sentía deseos de salir ni nada más, además, estaba aún abrumada por lo que había pasado la noche anterior.¿Cómo se supone debes reaccionar ante algo que pensaste jamás ocurriría? Tal como si un día te ganaras la lotería o te ocurriera un accidente demasiado desafortunado, se inflamará tu apéndice o fueras atropellado por un auto, claro, sabes que esas cosas pueden ocurrirle a cualquiera, pero en realidad jamás esperas
Abrir los ojos… a veces podría llegar a sorprendernos lo difícil que es abrir los ojos, vivimos mirando solo un punto del camino, casi sin atrevernos a levantar la mirada y ver qué es lo que está alrededor, casi nunca nos atrevemos a mirar cual es el camino completo, quizá sea porque si miras justo donde vas a dar tus pasos, sientas que el camino es más seguro, pero la verdad, es que te estás perdiendo el espectáculo que rodea la vereda que estas recorriendo.Así se sentía Emmett, como si aquella bella mujer hubiera estado allí siempre, pero en realidad nunca la hubiese notado.Su cremosa piel color caramelo, la curva increíble delicada de sus hombros, de sus brazos, de su cintura, ella había arrojado la sabana lejos de ella en la noche seguramente, acalorada por la calefacción, así que desde donde estaba, a su lado, podía ver incluso la curva de su ca
El sol de la mañana anunciaba un nuevo día después de una noche lluviosa y llena de incertidumbre, Astrid despertaba solo para descubrir que Emmett se había marchado, en realidad, no sabia bien que era lo que pasaba por su cabeza, y no estaba segura de querer averiguarlo, era lunes, levantándose con verdadera pesadumbre de la cama, se dispuso a listarse para acudir a trabajar sin demasiado ánimo, no podía negarlo, al menos no para si misma, que le había hecho demasiado feliz dormir con él, sin hacer nada más, tan solo dormir sintiendo el calor de su cuerpo pegado al suyo, pero aquello era pecaminoso, algo prohibido que no debía ser y eso tampoco podía negarlo, Alessa era la esposa de Emmett, y más allá de eso, era su mejor amiga, no podía traicionarla del modo en que lo estaba haciendo…era una hipócrita, había pasado la noche con el marido de su mejor amiga,
Yo sé que aún no te has dado cuenta, pero yo nunca podría lastimarte, se desde el momento que nos conocimos, sin duda en mi mente, que me perteneces.Aquella música que provenía de algún lugar, seguía resonando en medio de aquel silencio, ocultos en aquella oficina, lejos de miradas juiciosas o curiosas, estaban desnudos, tan solo así, y el tiempo se había detenido en ese preciso instante.Emmett sintió sus pechos grandes y firmes recargarse en la dureza de su torso, mientras devoraba su boca con pasión, Astrid rodeó su cuello con sus manos y sus brazos tratando de mantenerse unida a él todo lo posible, no sabía qué hacer, nunca había estado con un chico antes y lo que podías imaginar en realidad nunca te prepara para la experiencia verdadera, aun cuando estuvo con Cole por demasiado años, jamás tuvo sexo con el…y cuando &