Capítulo 116

-¡¡¡Ya está el libro en las calles, Andrea!!!-, me llamó eufórica Antonella esa mañana de frío intenso. El cielo estaba bastante gris y opaco y habían nubarrones densos pintados en el cielo, amenazando con una lluvia fuerte.

Yo estaba en mi consultorio revisando el historial clínico de Trevor. El juez estaba pidiendo una evaluación de su caso porque debía dictar sentencia del caso engorroso del tráfico de medicinas que se le seguía y que había involucrado a Karlson y a Davids, empañando la imagen de la clínica. Yo no quería darle el alta porque sus enemigos lo seguían asediando. Había comprobado que esa fobia a las cucarachas era mentira para refugiarse en el hospital y lo que en realidad él tenía era miedo a los sicarios. Era obvio, después de todo: querían matarlo. Brown me exigía que le diera el alta pero yo encontraba siempre pretextos, de que faltaban terapias, de que requería de nuevos exámenes, que habían detalles que me incomodaban y cosas así. Por eso buscaba y rebuscaba
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