Capítulo 117

Regalé numerosos ejemplares de mi libro en la clínica. Brown me abrazó feliz y entusiasmado. -¡¡¡Maravilloso, doctora, usted es una magnífica poetisa!!!-, me dijo él brincando como un canguro, después de recibir dos poemarios míos, debidamente autografiados, con su dedicatoria respectiva, incluso le dibujé un corazoncito muy coqueto. Yo le debía mucho a él por su apoyo en todo ese tiempo en la clínica y por ello me esmeré en dedicarle unas líneas. Brown sonrió pícaro y travieso. -Se nota que disfrutas mucho en los brazos de ese "amante perfecto"-, reía hojeando mis versos. Trevor, por su parte, me pidió un selfie con el libro en las manos. -En un par de años esa foto valdrá millones de dólares-, estalló mi paciente en risotadas.

-Idiota-, le dije riéndome, abrazada a Trevor, tomándonos varios selfies con el móvil de él. A Trevor también le encantaron mis versos y me subrayó que yo tenía muchas condiciones ara triunfar en el mundo de los versos. -Espero que no sea el único poemar
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