La madre de Marcus, días después regresó a la ciudad, se encargó de los trámites y se llevó el cuerpo de su hijo a Escocia. Todo lo hizo en secreto, sin comunicar nada a nadie, menos a mí, por supuesto. No pude verla a ella y ni sabía que había venido y que se había llevado a Green. Yo me había encerrado en mi casa y me dediqué únicamente a llorar. Ni siquiera fui a trabajar. Llamé a Brown informándole que estaba devastada por el asesinato de Marcus y que necesitaba de una semana para recuperarme. -No te preocupes, Andrea, yo también estoy muy afectado-, me dijo Brown y me dio la licencia. Apagué el celular y no quise saber nada del mundo que me rodeaba. Pensé en dedicarme a retirar el cuerpo de Marcus de la morgue, el sepelio y el entierro, sin embargo, los forenses me informaron que la mamá de Marcus ya se había encargado de todo y que se llevó el cuerpo a Escocia, dejándome desconcertada y desairada, sin embargo, ella estaba en su derecho y tampoco tenía por qué comunicarme. Y
La policía inició la cacería del sujeto que mató a tiros a Marcus Green. La prensa presionó mucho porque la víctima había estado siendo tratado en la clínica psiquiátrica y el criminal tenía muchos antecedentes de violencia no solo doméstica contra su esposa, sino también contra vecinos y otras personas a los que agredió y mandó al hospital. Entonces los periodistas decían que ese hombre era un peligro latente en las calles y exigían a gritos su cabeza. No solo era un crimen pasional, sino también un atentado contra la comunidad en general. La presión que ejerció la policía para dar con el asesino dio resultado y el tipo fue, finalmente cercado en un callejón baldío. Los agentes lo rodearon y exigieron que se entregue pero el hombre decidió enfrentarse a los custodios a balazos. Estaba enajenado, en realidad, enceguecido por su propia violencia. Él estaba bien armado, con suficiente municiones, y entonces hubo una verdadera batalla que se prolongó por casi una hora con un furioso i
Mi vestido de novia fue de ensueño, muy entallado, con una falda amplia y una cola enorme, con velo, guantes, kiara y bouquet. Mi padre me entregó. Mi mamá estaba furiosa con mi papá porque él se la pasó llorando como una criatura. -Cálmate Džiugas, no le malogres la boda a tu hija-, le reclamaba ella una y otra vez. Louis estuvo lindo en su terno, bien peinadito y sonriente. Cuando culminó la ceremonia y le di el sí, y al momento de besarme, me dijo muy emocionado, -nunca lo hubiera creído, Andrea, los sueños se cumplen-, y recibí el mejor beso de mi vida, que me estremeció por completo. La luna de miel la hicimos en un crucero por el Caribe también como lo habíamos planeado. Estuvimos en playas maravillosa, bailamos mucho en las fiestas que se hacían a bordo y por supuesto hicimos el amor como lobos hambrientos, achicharrándonos en el fuego de nuestra intensa pasión, prodigándonos muchos besos y caricias, je. Mi tercer libro de poemas fue un rotundo éxito, superando, i
Un año después, Marcia se convertía mamá de un precioso bebé. -La felicidad tarda, pero llega-, le escribí y ella me envió su selfie llorando, con su bebé en brazos acompañada de su esposo también muy emocionado. -Después de tantas desilusiones, amiga mía, al fin conozco la felicidad, espero que tú también seas muy feliz como yo-, fue lo que e escribió Marcia, alborozada. El doctor Martin Brown se casó con Jacqueline. La boda se hizo en los jardines de la clínica y fue una ceremonia muy linda, con muchísimos invitados y pacientes, yo bailé mucho con Louis y por supuesto comí hasta casi reventar je je je. La comida estuvo deliciosa, además. Fue una noche inolvidable, en realidad. Estuvieron varios pacientes míos, a los que había tratado, y compartimos y departimos contándonos anécdotas, recuerdos, vivencias y me contaron que les iban bien, que eran felices y que estaban bastante agradecidos conmigo. -Yo solo cumplí con mi juramento hipocrático.-m reía contenta de verlos súper
¡¡¡Esteban me engañaba con mi mejor amiga!!! No podía creer lo que veían mis ojos. Yo sospechaba, desde antes, que él me era infiel. No soy tonta, quizás confiada y noble, pero no bobalicona y su comportamiento era muy sospechoso de buen tiempo atrás. Había dejado de verme los viernes, no contestaba mis llamadas y no quería que le viera el móvil, las veces que nos citábamos en el parque. Siempre olvidaba su celular en casa y eso me parecía muy raro y sintomático, porque cuando nos enamorados, era un maníaco del teléfono. Con la sospecha de que había otra mujer en medio de nosotros y a sabiendas que había salido como lo hacía todos los fines de semana, llamé a su madre y ella atizó aún más la hoguera de mis celos convertidos ya en un gran incendio calcinando mis entrañas: -Esteban salió temprano, Andrea, y no sé a dónde fue, todos los viernes es lo mismo, sale y vuelve muy tarde-, fue lo que me dijo su mamá. Grrrrrrr, sentí al furia y la ira reventando como truenos dentro de mi c
No es que sea una tonta, porque, creo y de eso estoy segura, boba no soy. Lo que pasa es que resulto demasiado confiada y enamoradiza frente a los hombres. La traición de Esteban me marcó mucho y dejó una huella indeleble en mi alma. Yo lo quería demasiado porque él era muy dulce conmigo, súper cariñoso y me adoraba, me hacía pensar que era una princesa de un cuento de hadas que flotaba por el aire y el viento jugaba con mis pelos y con mi enorme falda llena de guirnaldas y flecos. Sin embargo, Pamela, que pensaba era mi mejor amiga, lo había seducido, a mis espaldas, con no sé qué artimañas y él cayó redondito a sus pies, idolatrándola como a una reina y convirtiéndose en su amante. Lo más chistoso es que yo se lo presenté a él a mi amiga Pamela. Qué tonta fui. La que pensaba era mi incondicional amiga, en las buenas y en las malas, había quedado encandilada con Esteban y no la culpo, en ese sentido, porque Esteban es muy lindo, tierno, maravilloso y un soñador empedernido, de
Mi vida amorosa se llenó, entonces, de decepciones. Creo que he pagado tributo muy caro, el ser muy enamoradiza y soñadora, tanto que tengo muchísimos cuadernos repletos de poemas, muy románticos, cantándole no solo al amor, sino a los tantos hombres que me han impactado, seducido, impresionado... y he amado en mi azarosa existencia sentimental. Cuando gané mi primer concurso de poesía, en los juegos florales de la universidad, mis amigas se mofaban de mí. Me decían cursi, tonta y también acomplejada. Decían que mis poemas eran muy banales, carentes de significado y que la idea es hacer versos con mensaje, con reflexiones, ideas y no solo sentimientos como yo escribía. Eso decían. Mi primer poema se lo hice al chico más guapo de la universidad, Eduard. Ay, qué hermoso era él, con sus ojitos encendidos como llamas, la cara dulce pero dominante, los labios toscos, el mentón grande y las manos enormes, como tenazas. Era tan alto como un poste de alumbrado público y tenía un voz
Mi primer enamorado fue Jairo. Yo solo tenía dieciocho años. A él le gustaron mis ojos grandes y pardos, mis pelos muy negros, mi figura armoniosa y por supuesto mis piernas bien torneadas que se evidenciaban en los leggins siempre muy ceñidos que tanto me gustaban llevar. -Soy Jairo, estudio contigo, ¿cómo te llamas?-, me preguntó esa tarde cuando terminó la clase. Yo ya lo había visto, sabía que se llamaba así, que era nuevo, muy flojo, bastante distendido y distraído, un mal alumno, que tenía malas notas y que le hacía conversación a todas las chicas. -Andrea Povilaityté -, le dije. Él quedó boquiabierto, sin entender nada, completamente turbado y pasmado, incluso desorbitó los ojo con mi extraño nombre. -¿Qué?-, balbuceó hecho un tonto. Me dio risa su incredulidad. -Andrea, no más -, le repetí entonces, riéndome. Eso me enamoró. ¿No les digo? Todo me enamora. Me olvidé que Jairo era un mal alumno, que flirteaba con mis otras amigas, que era flojo y distendido y quedé