Para cuando volvieron a Velghary, el amanecer estaba próximo y en el castillo el personal empezaba a prepararse para iniciar con sus labores diarias. Jax observó al príncipe alejarse y ascender por las escaleras en silencio, era complicado decidir qué le generaba aquel hombre, podría ser temor, respeto, desconfianza o pena, tal vez era una mezcla de todo eso. Ambos comenzaron a trabajar juntos por un mismo motivo, venganza, pero ahora que eso ya estaba terminando entonces tendría que buscar algo más que dirigiera su vida.Desde la muerte de su familia lo único que lo mantenía de pie era hacerles justicia y capturar a las personas responsables, y ya lo había conseguido finalmente. A pesar de eso, no entendía porque sentía que estaba perdido, flotando a la deriva y sin más razón para existir.¿Qué tenía que hacer ahora?¿Volver a Seattle y trabajar?¿Renunciar a su puesto en el FBI?Posiblemente lo condecorarían y ascenderían por atrapar a un gran número de criminales y desmantelar su m
En los niveles inferiores del castillo, Peter, el antiguo jardinero de Brion, estaba sentado en la pequeña sala que ahora usaba como oficina. Había cambiado los guantes de trabajo y las tijeras de poda por un discreto revolver y un archivo lleno de nombres y rostros. A pesar de los años que habían pasado desde que su principal responsabilidad era servir cómo el caballerizo del príncipe Cedric, su lealtad hacia él nunca había cambiado.Peter había cuidado de Brion desde que era un niño, primero protegiéndolo de las caídas y los rasguños en el palacio, y luego, poco a poco, de los monstruos reales que acechaban en las sombras de la política y el poder. Cuando Brion decidió abdicar y marcharse de Velghary a Norteamérica, él no dudó ni un instante en seguirle. Cuando Brion le pidió que velara por la seguridad de Clarisse y sus amigos, Peter aceptó inmediatamente la orden de su joven amo. Protegerlos era sólo una extensión de lo que siempre había hecho: cuidar de Brion y todo lo que le imp
Balar, la capital de Velghary, estaba en alerta totalmente. Los oficiales revisaban las calles en busca de rastros de los fugitivos, mientras que los agentes federales del FBI allanaban los viejos escondites de la Gran Hidra. Claro está que todos los equipos de búsqueda actuaban con la mayor cautela posible, lo menos que la familia real necesitaba en ese instante es que los velgharos se volvieran locos, eso complicaría más el objetivo de prevalecer en el poder y mantener la paz.No había un solo lugar que no estuviera siendo revisado, la prioridad era encontrar a los tres antiguos miembros de la familia real, personas realmente peligrosas tanto para ellos cómo para el resto del mundo. También tenían que descubrir quién dentro del castillo traicionó la confianza de Brion para unirse a ellos y ayudarles a escapar, el príncipe no se detendría hasta que haya atrapado a los culpables.Mientras tanto las protestas en varias partes del país no disminuían. Millones de ciudadanos aún considera
Repentinamente se escucharon unos disparos a las afueras de la oficina de Bertrand Nox, pero a diferencia de otras personas que se asustarían, él simplemente encarnó una ceja con curiosidad. No recordaba esperar a alguien, por lo que sabía su agenda ese día estaba vacía, ya que tendría que ocuparse con asuntos de la Gran Hidra. Había vuelto a Velghary, bajo el conocimiento del príncipe heredero, para poner fin a las actividades de su organización ahí y enviar todo a otro lado.Mantuvo la mirada en las puertas, intrigado por quién podría estar del otro lado causando tal alboroto. Consideró que tal vez su alteza real haya vuelto, sin embargo, no había razón para que lo hiciera porque no había incumplido con su tratado de paz, así que tendría que tratarse de alguien más.Su curiosidad fue saciada cuando ingresaron los antiguos dueños de todo, armados y acompañados por un grupo de hombres que los escoltaban, y detrás había cuerpos que se desangraban el piso.—Ustedes ciertamente no tienen
—Este lugar es cómo una casa fantasma —pronunció Owen, mirando sus alrededores—. ¿Desde cuándo se habrán marchado? La casa parece que se está cayendo a pedazos con cada día que pasa.—No me sorprende. Los Renieri-Meyfair estaban en la banca rota, supongo que tuvieron que irse a otro lugar, uno que pudieran cubrir con lo que les quedaba —opinó Peter y soltó una bocana de aire. El vaho se hizo presente ante las bajas temperaturas que golpeaban Velghary esa tarde noche.Sin previo aviso la lluvia que había llegado desde el día anterior se convirtió en una nevada que en cuestión de horas cubrió la capital, y posiblemente todo el país. Tal vez estaban a unos diez grados, o posiblemente mucho menos que eso, pero no era algo que los ciudadanos no pudiera manejar. Estaban acostumbrados al clima frío de su tierra natal a los cambios de temperatura, muy diferente al equipo conformado por algunos agentes federales. Puede ser que no les gustaba el frío o podía ser mucho para ellos, incluso escuch
La nieve seguía cayendo sobre Velghary mientras Clarisse observaba por la ventana del castillo. Su expresión era solemne, casi estoica, pero sus manos, que descansaban sobre su vientre, revelaban una leve tensión. Había estado intentando mantener la calma desde que los Carmina, Verona y Zadriel escaparon, pero la preocupación era una sombra constante sobre ella. Tal vez por eso es que se había sentido un poco indispuesta recientemente, estar embarazada y ser parte de una guerra cómo esa era demasiado.La familia real de Velghary intentaba desesperadamente sobrevivir a la tormenta en medio del océano en el que estaban atrapados. Ella no tenía idea de en qué se estaba metiendo cuando aceptó estar con Brion, simplemente no pensó en lo grande que sería eso y peor aún, la clase de cosas que hicieron los DuMartelle. Ya ni siquiera podía leer una publicación relacionada a ellos, todo hablaba sobre sus crímenes y negocios ilícitos alrededor del mundo.Le erizaba la piel comprender la clase de
El personal andaba de un lado al otro, preparando todo para este momento tan crucial mientras Annabeth recibía era maquillada para aparecer antes las cámaras con la intención de hacer que sus padres den un salto ante la provocación. La princesa sabía perfectamente qué decir, el entrevistador estaba al tanto de cuales preguntas hacer y puede ser que no era una medida muy blanca, pero sin duda los harían temblar.—¿Annabeth? —Clarisse se acercó, avergonzada—. Lo siento, quiero hablar contigo por un momento.La rubia alzó la vista de su teléfono y la miró a través del espejo frente a ella.—Claro, ¿de qué se trata? —se dejó aplicar rubor en las mejillas y sonrió levemente—. Por cierto, ¿quién te dejó entrar? Se supone que nadie debería estar acá, salvo por los involucrados.—Sobre eso quería hablarte. Jax me contó lo que tienes planeado hacer y viene a aquí porque quiero ser parte de ello —dijo sin más, dejando impresionada a la princesa—. Antes de que me rechaces quiero decir algo más.
Una ronda de disparos hizo estallar la televisión repentinamente.Zadriel se levantó de golpe, tirando la pesada silla de madera contra el suelo con un estruendo que hizo eco por toda la sala. Su pecho subía y bajaba con violencia, los músculos de su mandíbula tensos mientras su mirada se clavaba en los restos humeantes del aparato. La rabia que ardía en sus ojos no era humana. Era primitiva, devastadora, como si una tormenta hubiera tomado forma en su interior.Ansiaba venganza, quería ver a su hija retorcerse en un charco de sangre mientras le suplicaba piedad para luego hacer que su cuerpo se partiera a la mitad. Él mismo se encargaría de darle un castigo adecuado y una muerte horrenda a su propia hija por haberlo traicionado de esa forma al intentar asesinarlo.—¡Esa maldita niña! —rugió, arrojando la copa de vino que tenía en la mano contra la pared. El cristal se hizo añicos, y un río escarlata se deslizó lentamente hacia el suelo de mármol.La voz de Annabeth todavía resonaba e