De pronto el estruendo de los disparos llenó el aire mientras el vehículo blindado tomaba curvas cerradas, el motor rugiendo con esfuerzo. Brennan se encogió en su asiento, cubriéndose los oídos, y Glen, con el corazón latiendo a mil por hora, estiró una mano hacia su hijo, intentando darle un poco de consuelo en medio del caos. Pero sabía que no había palabras suficientes para calmar el terror que los envolvía a todos.Saenz, en la cabina delantera, mantenía su atención dividida entre los monitores y el paisaje borroso que pasaba a gran velocidad. El equipo estaba bien entrenado para este tipo de situaciones, pero el enemigo, la organización Garra Violeta, era peligrosa y cada vez más audaz. El hecho de que hubieran llegado tan cerca significaba que sabían exactamente lo que buscaban.―Nos siguen pisando los talones ―gruñó Holland, su compañera―. Necesitamos perderlos antes de llegar al punto de extracción o tendremos una emboscada en nuestras manos.Saenz maldijo por lo bajo.La car
El vehículo blindado luchaba por mantenerse en marcha mientras el agua lamía sus costados, pero lentamente iba ganando terreno. Las luces de los vehículos enemigos se detuvieron en la orilla del río, dudando sobre si seguir o no. Era su oportunidad de ganar algo de ventaja, aunque sabían que los Garra Violeta no se rendirían tan fácilmente.―¿Cuánto más? ―preguntó Glen, su voz ronca por el nerviosismo.Saenz consultó rápidamente su mapa en la tableta antes de responder:―Menos de cinco kilómetros. Pero estamos expuestos si se arriesgan a cruzar el río también. No podemos bajar la guardia.El auto salió del agua con un chirrido metálico y empapado, pero aún en funcionamiento. El terreno al otro lado del río era más denso, con árboles altos que ofrecían una ligera protección, aunque también reducían la visibilidad. La persecución no se había detenido; las luces enemigas titilaban, señalando que los Garra Violeta no se habían dado por vencidos.―Daniels, mantente en el sendero, pero prep
Mientras tanto, en la sala de control, Jax miraba con incredulidad cómo el vehículo anónimo se abría paso. Su corazón latía rápido, no sólo por la sorpresa, sino por la creciente sospecha de que Brion no le había contado todo.―¿Qué es esa cosa monstruosa? ―volvió a preguntar Jax, esta vez con una mezcla de preocupación y enfado. Había sido excluido de decisiones vitales, y eso podría costarles caro―. ¿De donde salió ese vehículo tan grande?Brion lo miró con calma, aunque sus ojos ocres seguían cargados de una furia apenas contenida, sin embargo, no respondió. A pesar de sus dudas, Jax tuvo que admitir que el misterioso tanque todoterreno estaba haciéndoles un favor, pero no podía quitarse de la cabeza que todo esto estaba demasiado calculado, como si Brion hubiera estado planeando más de lo que él mismo sabía.El radar de Rubén emitió un pitido más fuerte, indicando que algo más grande se aproximaba desde el este.―¡Helicópteros enemigos, diez kilómetros y acercándose rápido! ―gritó
Brion cerró los ojos por un segundo, su respiración se mantuvo controlada, pero la tensión en su mandíbula lo delataba. Clarisse se quedó mirándolo, furiosa, con los ojos llenos de preguntas que no tenían lugar en ese caos. Sabía que estaba poniendo en peligro más de lo que podía comprender, pero su necesidad de respuestas era más fuerte que el miedo.―No me voy a ir hasta que me digas qué está pasando ―insistió Clarisse, esta vez sin alzar la voz, pero con una firmeza que Brion reconocía bien. Era la misma mujer que había amado, pero ahora sus caminos estaban distantes, enredados por una serie de malas decisiones y circunstancias.«Mierda, ahora entiendo porqué Brion nos pidió que la cuidáramos», pensó Jeremy y dio un paso hacia ellos.―Clarisse, creo que lo mejor es que dejen esa conversación para después ―la tomó del brazo, pero ella lo sacudió para liberarse. Sus ojos nunca se apartaron del hombre frente a ella.―Tú lo prometiste ―musitó con firmeza―. Dijiste que no habría más sec
La comunicación se cortó abruptamente con una estática ensordecedora, lo que hizo que todos en la sala contuvieran el aliento. Clarisse sintió cómo su cuerpo temblaba aún más, y aunque Brion seguía sosteniéndola, la sensación de impotencia crecía. El peso de la situación caía sobre ella como una perdida: su familia estaba en medio de un fuego cruzado, y las palabras de Brion, aunque llenas de convicción, no lograban disipar el miedo.—Necesitamos tener fe en Owen —dijo Elian, tratando de mantener el control de la situación, aunque la tensión era palpable—. Su alteza lo envió allá por una buena razón. Sí lo va a lograr, todos lo harán, y el Buster está diseñado para soportar casi todo.—Pero eso no significa que sea invulnerable —interrumpió Rubén, su nerviosismo comenzando a ganar terreno. Se pasó una mano por el cabello, claramente agobiado por la situación.Patrice se posicionó junto a su amigo, sus ojos fijos en la pantalla.―Brión, esto es una locura ―apenas pudo pronunciar.—No t
Simplemente aquel lugar se convirtió en una horrible zona de guerra.A medida que el Buster avanzaba aquel campo de balas y misiles que iban de un lado al otro, algunos impactando contra su superficie y haciéndolo temblar, las personas que estaban dentro del todoterreno sentían aquellos golpes.Los cristales del vehículo de ocupado por el equipo de Rescate Uno estaban astillados a causa de tantos disparos, la latonería estaba ya abollada por las explosiones y demás golpes que han llevado en el camino. Y ni hablar de quienes viajaban dentro. Glen y Quill cubrían con sus cuerpos al resto de la familia del primero, evitando así que con alguna sacudida se llevasen un golpe.Daniels no soltó en ningún momento el volante, los neumáticos ni siquiera estaban tocando el suelo, pero él se negaba a dejar el timón en libertad. Por su parte, Holland yacía pegada a su asiento, rogando que pudieran salir de esta. Ella ya conocía algunos rumores sobre la mafia controlada por la Gran Hidra, pero estar
El estruendo de otra explosión retumbó a lo lejos, mientras el Buster continuaba su violento trayecto a través de la zona de guerra. Dentro del vehículo, el ambiente estaba cargado de tensión; cada sacudida acercaba más a la desesperación. El equipo de Rescate Uno, agotado, pero aún decidido, mantenía su concentración, conscientes de que un error podría costarles la vida. La caravana estaba haciendo lo posible por proteger al Buster.Daniels seguía al volante, los músculos de sus brazos tensos mientras sujetaba con fuerza el volante, sintiendo que era él quien maniobraba para evitar los obstáculos. El suelo parecía desmoronarse a cada paso, las balas y explosiones no daban tregua. Rose, a los asientos traseros, respiraba de manera irregular, aferrada a su puesto, incapaz de pensar en otra cosa que no fueran sus hijos. Sentía que su cordura estaba pendiendo de un hilo, y cada estallido le recordaba lo frágil que era la vida.Glen y Quill, protectores y firmes, no se movían de su lugar.
La compuerta del área de carga en aquel avión se arrastraba por el pavimento, desatando una lluvia de chispas que saltaban a los lados del camino. Por suerte aquella no era una zona residencial tan ocupada, había mucho espacio entre las casas y actualmente estaban en un camino poco concurrido después del bosque.A unos cuantos metros, justo detrás estaba el Buster, llevando consigo el todoterreno. Las manos de Owen apretaban con fuerza el volante del vehículo de avanzada, a tal punto de que sus nudillos se tornaron blancos. El le saltaba descontroladamente dentro de su pecho, ansioso y temeroso por lo que estaba pasando. Ante la adrenalina que corría por sus venas cómo loca, todos sus sentidos estaban sobre estimulados, permitiéndole sentir todo con más intensidad.Se esforzaba bastante para no perder el enfoque. En ese momento nada más importaba, él tenía que centrar toda su atención en el camino para poder abordar el avión y no terminar volcados en el intento. Esas personas dependía