CAPÍTULO 485

El vehículo blindado luchaba por mantenerse en marcha mientras el agua lamía sus costados, pero lentamente iba ganando terreno. Las luces de los vehículos enemigos se detuvieron en la orilla del río, dudando sobre si seguir o no. Era su oportunidad de ganar algo de ventaja, aunque sabían que los Garra Violeta no se rendirían tan fácilmente.

―¿Cuánto más? ―preguntó Glen, su voz ronca por el nerviosismo.

Saenz consultó rápidamente su mapa en la tableta antes de responder:

―Menos de cinco kilómetros. Pero estamos expuestos si se arriesgan a cruzar el río también. No podemos bajar la guardia.

El auto salió del agua con un chirrido metálico y empapado, pero aún en funcionamiento. El terreno al otro lado del río era más denso, con árboles altos que ofrecían una ligera protección, aunque también reducían la visibilidad. La persecución no se había detenido; las luces enemigas titilaban, señalando que los Garra Violeta no se habían dado por vencidos.

―Daniels, mantente en el sendero, pero prep
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