Brion cerró los ojos por un segundo, su respiración se mantuvo controlada, pero la tensión en su mandíbula lo delataba. Clarisse se quedó mirándolo, furiosa, con los ojos llenos de preguntas que no tenían lugar en ese caos. Sabía que estaba poniendo en peligro más de lo que podía comprender, pero su necesidad de respuestas era más fuerte que el miedo.―No me voy a ir hasta que me digas qué está pasando ―insistió Clarisse, esta vez sin alzar la voz, pero con una firmeza que Brion reconocía bien. Era la misma mujer que había amado, pero ahora sus caminos estaban distantes, enredados por una serie de malas decisiones y circunstancias.«Mierda, ahora entiendo porqué Brion nos pidió que la cuidáramos», pensó Jeremy y dio un paso hacia ellos.―Clarisse, creo que lo mejor es que dejen esa conversación para después ―la tomó del brazo, pero ella lo sacudió para liberarse. Sus ojos nunca se apartaron del hombre frente a ella.―Tú lo prometiste ―musitó con firmeza―. Dijiste que no habría más sec
La comunicación se cortó abruptamente con una estática ensordecedora, lo que hizo que todos en la sala contuvieran el aliento. Clarisse sintió cómo su cuerpo temblaba aún más, y aunque Brion seguía sosteniéndola, la sensación de impotencia crecía. El peso de la situación caía sobre ella como una perdida: su familia estaba en medio de un fuego cruzado, y las palabras de Brion, aunque llenas de convicción, no lograban disipar el miedo.—Necesitamos tener fe en Owen —dijo Elian, tratando de mantener el control de la situación, aunque la tensión era palpable—. Su alteza lo envió allá por una buena razón. Sí lo va a lograr, todos lo harán, y el Buster está diseñado para soportar casi todo.—Pero eso no significa que sea invulnerable —interrumpió Rubén, su nerviosismo comenzando a ganar terreno. Se pasó una mano por el cabello, claramente agobiado por la situación.Patrice se posicionó junto a su amigo, sus ojos fijos en la pantalla.―Brión, esto es una locura ―apenas pudo pronunciar.—No t
Simplemente aquel lugar se convirtió en una horrible zona de guerra.A medida que el Buster avanzaba aquel campo de balas y misiles que iban de un lado al otro, algunos impactando contra su superficie y haciéndolo temblar, las personas que estaban dentro del todoterreno sentían aquellos golpes.Los cristales del vehículo de ocupado por el equipo de Rescate Uno estaban astillados a causa de tantos disparos, la latonería estaba ya abollada por las explosiones y demás golpes que han llevado en el camino. Y ni hablar de quienes viajaban dentro. Glen y Quill cubrían con sus cuerpos al resto de la familia del primero, evitando así que con alguna sacudida se llevasen un golpe.Daniels no soltó en ningún momento el volante, los neumáticos ni siquiera estaban tocando el suelo, pero él se negaba a dejar el timón en libertad. Por su parte, Holland yacía pegada a su asiento, rogando que pudieran salir de esta. Ella ya conocía algunos rumores sobre la mafia controlada por la Gran Hidra, pero estar
El estruendo de otra explosión retumbó a lo lejos, mientras el Buster continuaba su violento trayecto a través de la zona de guerra. Dentro del vehículo, el ambiente estaba cargado de tensión; cada sacudida acercaba más a la desesperación. El equipo de Rescate Uno, agotado, pero aún decidido, mantenía su concentración, conscientes de que un error podría costarles la vida. La caravana estaba haciendo lo posible por proteger al Buster.Daniels seguía al volante, los músculos de sus brazos tensos mientras sujetaba con fuerza el volante, sintiendo que era él quien maniobraba para evitar los obstáculos. El suelo parecía desmoronarse a cada paso, las balas y explosiones no daban tregua. Rose, a los asientos traseros, respiraba de manera irregular, aferrada a su puesto, incapaz de pensar en otra cosa que no fueran sus hijos. Sentía que su cordura estaba pendiendo de un hilo, y cada estallido le recordaba lo frágil que era la vida.Glen y Quill, protectores y firmes, no se movían de su lugar.
La compuerta del área de carga en aquel avión se arrastraba por el pavimento, desatando una lluvia de chispas que saltaban a los lados del camino. Por suerte aquella no era una zona residencial tan ocupada, había mucho espacio entre las casas y actualmente estaban en un camino poco concurrido después del bosque.A unos cuantos metros, justo detrás estaba el Buster, llevando consigo el todoterreno. Las manos de Owen apretaban con fuerza el volante del vehículo de avanzada, a tal punto de que sus nudillos se tornaron blancos. El le saltaba descontroladamente dentro de su pecho, ansioso y temeroso por lo que estaba pasando. Ante la adrenalina que corría por sus venas cómo loca, todos sus sentidos estaban sobre estimulados, permitiéndole sentir todo con más intensidad.Se esforzaba bastante para no perder el enfoque. En ese momento nada más importaba, él tenía que centrar toda su atención en el camino para poder abordar el avión y no terminar volcados en el intento. Esas personas dependía
El ruido ensordecedor de los motores del avión y el estruendo de los disparos comenzaron a desvanecerse mientras el avión ascendía rápidamente hacia el cielo. La tensión en la cabina de carga era palpable, cada miembro del equipo respiraba aliviado, pero aún estaba en guardia. El Buster, una vez tambaleante y lleno de polvo y chispas, estaba finalmente a salvo dentro del avión, asegurado por los ganchos que ahora lo mantenían firme.Owen, exhausto, pero con una chispa de triunfo en sus ojos, se apoyó contra el volante del vehículo. Sus manos aún temblaban, pero su mente estaba enfocada en el próximo paso. Su corazón seguía acelerado, un ritmo que parecía no querer detenerse. Sabía que habían ganado una batalla, pero la guerra no había terminado. Su mirada se dirigió hacia la pantalla que mostraba el interior del todoterreno. En la cabina de mando, el piloto trataba de recuperar el control del avión mientras los técnicos de a bordo luchaban por reparar los daños causados por los dispar
―¿Creen que lo logren? ―preguntó de repente Clarisse. Ansiosa y estresada, no dejaba de agitar la pierna en el aire a pesar de estar sentada.Patrice posó la mano sobre su rodilla, un mensaje silencioso para que tuviese paciencia. Lo que tenían que hacer no era fácil, ya vieron todo lo que estaba detrás de una operación en donde tres organizaciones gubernamentales de seguridad trabajaban para evitar que gente cómo la Gran Hidra ganara.Imaginaban que por lo que tuvo que pasar Brion durante los operativos no era sencillo. La misma Clarisse llegó a ver algunas de las marcas que el pelinegro tenía en el cuerpo, y por mucho tiempo la duda la asechó, deseosa de saber qué se las causó e incluso su mente formó varias teorías. A veces, cuando él dormía, ella se tomaba el tiempo para repasar las siluetas con la yema del dedo.Él nunca respondería sus preguntas, sin embargo, una parte de ella gustaba de tener esos momentos en los que sus profundos ojos no la absorbían por completo, consiguiendo
―Rápido, pónganse los cinturones de seguridad. Esto tomará tiempo, pero necesito que se quede acá ―les indicó Saenz, llevando a la familia O’Nelly hasta unos asientos en un rincón del avión y luego de asegurarlos fue hasta Owen―. Me imagino que tú debes tener una licencia especial para manejar esa monstruosidad, ¿no?El trigueño se encogió de hombros con una sutil sonrisa―Esas son ventajas de ser uno de los aliados de su alteza real. Creo que me lo quedaré cómo regalo de cumpleaños.―Que lindo, ¿ya podemos hablar sobre lo importante? ―se atravesó Holland―. Nos están siguiendo la gente de la familia real, luego le revisas la licencia de conducir este hombre.―Exacto, ahora será mejor que me dejen pasar. Tengo que hablar con los pilotos y asegurarme de que no nos sigan.―¿Cómo lo harán? Vamos en un avión de carga ―señaló Daniels―. Es más, ¿cómo volveremos nosotros?―Hay paracaídas ―dijo el trigueño con una pequeña sonrisa.Tomo el camino metálico que se extendía por todo el avión hasta