NARRADOR
Victoria corrió hasta su madre, llorando y suplicando a quien la escuchara, que la salvara. —Mama... mama... dime qué hago, por favor. Ailena alzó su mano temblorosa para acariciar la mejilla de su hija. La sangre salía sin parar de sus heridas. Un charco de sangre ya se encontraba a su alrededor, su vida se estaba escapando en solo segundos a manos de su propio compañero. —Hija... debes ser... debes ser fuerte... dame... dame tu cuchillo. Victoria rápidamente lo sacó y se le entregó. —Extiende... tu mano y... y también descubre al... al pequeño. Ella lo hizo, mirando como su madre hacía un corte en su mano. Limpió su sangre con la muselina del pequeño y tomó la sangre de su hija en sus manos. Pasándola por la carita del bebé, asegurándose de que la sangre entrara en su pequeña boca. Su mano cayó con fuerza al suelo, sus fuerzas la estaban abandonando al igual que su vida. —Mamá, por favor, no me dejes, no sé qué debo hacer, por favor. —Victoria... ahora debes... ser fuerte... ese pequeño en tus brazos... ahora es tuyo... protégelo mi niña... —Mamá... —Ahora no lo entiendes, pero... más adelante entenderás... las uniones de sangre... recuerda que eres fuerte, recuérdalo… Ella lloraba sosteniendo la mano de su madre, el calor de las llamas ya estaban sintiéndose en su piel. —¿Qué debo hacer, a dónde debo llevarlo? —Su padre... su padre es... Pero no tuvo el tiempo para decirlo, dio su último respiro, mirando a los ojos llorosos de su hija, yéndose de su lado y llevando muchos secretos con ella. Victoria lloró desgarradoramente alado de su madre, hasta que el llanto del pequeño la obligó a levantarse. —Adiós mamá, te amo. Se dio la vuelta y corrió por aquel pasadizo oscuro, guiándose con su mano por las húmedas paredes. Su corazón le dolía por la perdida de su madre, la única que no la rechazaba por haber nacido mujer, por no haber nacido fuerte como sus hermanos. Apretó con fuerza al pequeño en sus brazos que comenzaba a llorar, el pequeño podía sentir el mismo dolor desgarrador de Victoria. Había sido sangrado a la fuerza a ella, esto era algo que solo los lobos conocían. Sangrar un cachorro a otra madre solo se hacía únicamente cuando era necesario, solo cuando ambos padres hubiesen muerto y no pudieran salvar a la madre en el parto. Victoria se detuvo solo por un segundo para calmar al bebé en sus brazos antes de salir. Intentó calmar sus emociones, respiraba profundamente, hasta que salió a la superficie. La batalla aún se podía escuchar, fuertes explosiones llenaban el aire. Las llamas elevándose al cielo pintando el bosque a su alrededor de naranja. La lluvia seguía cayendo sobre ellos con la misma intensidad. Victoria miró atrás una última vez y corrió por el bosque sin mirar atrás. Los aullidos y los gruñidos estaban quedándose atrás. Las fuertes explosiones y los disparos se escuchaban cada vez más lejos. Todo estaba quedando atrás mientras ella corría por entre los árboles, cubriendo al pequeño que comenzaba a mojarse en sus brazos. —Resiste por favor, prometo que todo estará bien. Victoria corrió sin parar hasta llegar a la carretera, temblando de frío, subió al auto que estaba estacionado cerca y puso en marcha el motor. Sus manos apretaban con fuerza el volante, sus dientes castañeaban por el frío. Sus sollozos se hacían cada vez más fuertes dentro del auto, dejando escapar todo el dolor y el sufrimiento a través de las lágrimas. Había perdido lo más valioso que tenía esa noche; su madre. La única que realmente la amaba, la única que realmente la entendía, la única que jamás la juzgaba. Ahora debía dejar atrás la vida que conocía, ella estaba muerta para el mundo y así lo iba a seguir estando. Miró al pequeño que seguía llorando y detuvo el auto a mitad de la nada para consolarlo. Lo cargó en sus brazos y lo acunó contra su pecho, sin darse cuenta de que así, él lloraría más, sintiendo el dolor de su madre. Victoria solo tenía 17 años y ahora en sus hombros recaía la responsabilidad de un pequeño que no conocía quién era ni de donde venía. —Está bien, no llores, ahora solo somos tú y yo. Prometo que te voy a proteger con mi vida de todos los que quieran lastimarte ¡Lo prometo! Volvió a ponerse en marcha, pero esta vez con sus pensamientos más seremos, planeando que hará por ahora. Su mirada determinaba fija en la carretera mientras el odio comenzaba a llenarla por dentro. Odio y resentimiento por aquel que la engendró, el mismo que le quitó a su madre. A la mañana siguiente, en la manada del Rey, todo era un caos. El Rey se encontraba gravemente herido, su condición era muy crítica. —Haga algo o le juro que lo pagará. —Princesa Séfira, estamos haciendo todo lo que podemos, pero su condición es difícil, perdió a su compañera y esto solo agrava más... —¡Cállese y haga su trabajo! Afuera de las murallas, la carnicería se desataba entre lobos y cazadores. Todos sabían que atacar a la manada directamente era un suicidio, pero la codicia los estaba llevando al extremo. Tenían una oportunidad, el Rey estaba herido a punto de morir y ellos querían el poder, querían el trono y estaban dispuestos a conseguirlo con sangre. —Señor, perdimos el rastro del recién nacido, yo... lo siento. Se lanzó al suelo de rodilla ante su líder, que solo miraba a la distancia, mirando como todos comenzaban a caer ante la defensa de la manada Golden Moon. La única esperanza que tenía, se había escapado, su propia esposa se la arrebató. Aunque le dolió asesinarla, la sed de poder, podía más en él. —Busquen en cada rincón de este bosque, en cada lugar de la ciudad, harán lo que tengan que hacer para traerme a ese niño de vuelta. Sacó su arma y a sangre fría, disparó al hombre que estaba de rodillas ante él. Era un hombre que no admitía errores y ahora, estaba dispuesto a dar lo que sea por tener el control.VICTORIA Abro mis ojos encontrándome con el cielorraso blanco sobre mi cabeza. Mi respiración está acelerada y el sudor cubre mi cuerpo. Aún puedo sentir en mi piel, el miedo y la angustia de aquella pesadilla que parece no querer desaparecer en los últimos años. Cierro los ojos tomando una gran bocanada de aire antes de soltarlo e intentar levantarme. La puerta es abierta estrepitosamente, haciéndome saltar, mirando como el pequeño tornado viene a mí corriendo. —Mamiiiii, ya estás despierta, te hice el desayuno. —Déjame adivinar... leche y cereal. —¿Tuviste una pesadilla otra vez mami? Como mentirle a un pequeño que tiene un montón de rarezas especiales. Entre ellas; la capacidad de saber cuando su madre le miente. —Estás sudada mami y el calor desapareció de tu cuerpo, déjame calentarte. Envolví mis brazos alrededor de él, sintiendo el abrazo de oso que me da. Su calor se aferra a mí, haciéndome sentir serena y en completa paz. —Listo, ahora a desayunar. Y
VICTORIA Dejo el carro abandonado debajo de un puente, recojo el bolso, escuchando como la gasolina salpica. Me alejo del lugar con Ben entre mis brazos, rodeándome con sus piernas en mi cintura, hasta que el auto explota, borrando toda evidencia. Camino sin rumbo fijo hasta llegar a un motel, pido una habitación y entro para pasar la noche. Al día siguiente llego con el desayuno, observando la pequeña habitación. —Pequeño garras. Este es nuestro código, solo reacciona si me escucha decirlo. —¿Mami, que trajiste? —Donas y un expreso, como te gusta. Él se sienta a comer mientras yo estoy con mi teléfono, moviendo dinero de un lugar a otro, borrando evidencia y preparando un nuevo lugar. Santi se encargará de hackear las cámaras de seguridad para evitar saber quién soy. Nadie sabe quién realmente tiene a Ben, mi padre no sabe que "su adorada hija", es quien le ha tenido su mundo de cabeza. Él cree que estoy muerta. —¿Tenemos que movernos de nuevo? —Si cariño, no tenemos op
VICTORIA Veo como el hombre abre mucho los ojos sin esperar a que esa respuesta llegara a él. En su asombro baja la guardia, dejando que Ben tome ventaja, clavándole los colmillos hasta el fondo, haciéndolo gritar de dolor mientras lo suelta. Estiro mi mano a Ben y lo coloco detrás de mí, observando como el hombre lucha contra las venas negras que se van esparciendo desde la mordida. —Es una lástima que no podrás advertirle a mi padre, pero después me encargaré de él. Comienzo a alejarme con Ben abrazado a mi mano, oigo las maldiciones que me lanza, pero poco me importan viniendo de un cadáver. Entro de nuevo al auto y doy marcha, hasta llegar a otro estacionamiento y recoger otro carro en lo que este es eliminado. Ben se monta sobre mí enrollando sus piernitas en mi costado, hasta que su pelaje negro comienza a cubrirlo todo. Acaricio suavemente el pelaje del pequeño lobo asustado, esta es su forma de protección cuando su lado humano está sufriendo mucho. Sus garras
VICTORIA —¡¡¡¡Maaaamiiii!!!!, tienes que probar este helado mami, está delicioso. —Ben, ese ya es el cuarto que te comes hoy, debes comer vegetales también. Solo me recibe un gruñido después de eso. Odia los vegetales, pero ama los dulces y sobre todo la carne. Eso se debe a su parte lobo. Tampoco es como que sepa mucho de eso, sé muy poco de los cachorros lobos y cuando intentaba preguntar, me acusaban de depredadora. Ya no sé si reírme o sentir vergüenza recordando eso. Lo dejo en la cocina comiéndose su helado y me dirijo a la habitación para ordenar algunas cosas hasta que paso por la habitación de Santi. Me recuesto sobre el marco de la puerta mirando los cuerpos desnudos y sudorosos de Santi y de su nueva novia. Los gemidos son suaves y al menos se los agradezco por tener "algo" de "respeto" por Ben. El choque de sus pieles se hace cada vez más fuertes y rápidos. Las manos de Santi se aferran con fuerza a las caderas de la chica, sus senos se balancean de a
VICTORIA Observo como Ben se come su desayuno, jugo de naranja, frutas y por supuesto, carne Yo me acomodo la chaqueta de cuero y los guantes. Me aseguro de que mis armas estén cargadas antes de guardarlas en la funda que se sostiene en mi cadera. —Ben, amor, regreso más tarde. Lo veo venir hacia mí y me da un abrazo, pero sé lo que hace, está colocando una protección en mí. No sé cómo lo hace, pero siempre logra que salga menos herida cuando me enfrento a cosas muy peligrosas. —Regresa conmigo. —Siempre mi pequeño garras. Le doy un beso en la frente antes de alejarme. Repaso detenidamente la información que logró conseguir Santi. Hoy el Rey va a estar reunido con otros Alfas en un almacén a las afueras de la ciudad. Esta es mi oportunidad para saber lo que planea, para saber qué tiene que ver Ben con él. Estaciono el carro a una distancia segura del lugar y me encamino por los edificios abandonados de este lugar. Observo detenidamente los lugares donde hay c
VICTORIA Observo detenidamente a Ben mientras juega con Santi al básquet. Esa sensación de que él se irá se ha acentuado más cada día en mi pecho desde que supe quién era su padre. Tuvimos que mudarnos del lugar, destruir toda la evidencia para que no nos localizaran, pero no logramos salir de la ciudad. Hay hombres de todos lados por todos lados. Miro el cielo gris sobre nosotros, pensando en lo siguiente que haré, pero no tengo alternativa. Suspiro y doy vuelta, entrando al cuarto de Santi. Prendo la computadora y abro varias direcciones IP de diferentes lugares para que no den con la señal verdadera. Envío un mensaje claro, una reunión en el muelle hoy por la noche, debo comenzar a enfrentar a mis enemigos. Debo saber quién es su padre, como actúa, si realmente lo quiere a su lado y de ser así, tendré que dejarlo ir para que esté seguro. A mi lado ya no lo está, puedo sentir que no está seguro conmigo, que ya no podré protegerlo. Perdón Ben, te amo, pero tu segu
NARRADOR Lucien miraba fijamente a la mujer frente a él. Su hermoso cabello negro suelto, dejando ver las hermosas puntas platinadas que le daban un brillo único. Su piel tan suave y tersa, esos labios carnosos que lo llamaban para que los devorara mientras se perdía en aquella oscuridad de sus ojos. Su hermosa figura, aunque pequeña, hecha solo para él, tan frágil y perfecta que podría quebrarla si la sostenía. —"Mía"— gruñó Errick en su mente, con sus ojos dorados, brillando, acechando en la mente de Lucien, extasiado de conocer a su nueva compañera que ahora era más fuerte. Lucien solo apretó los puños de rabia y apartó la mirada, tratando de ignorar el vínculo que lo empujaba a tomarla entre sus brazos. —Victoria, tú... solo entrégame al niño, prometo que estará bien. Un rugido furioso salió del otro extremo queriendo lanzarse sobre él, acabando con todo esto, pero brazos detrás de él lo sostenían. —¿Sabes quién es él, Victoria? —Por supuesto, el Rey de
VICTORIA Cruzaba por calles angostas y comencé a ir en contra vía solo para evitar que me alcanzaran. Muchos, sin importar estar en una ciudad humana, se convertían en lobos. Un aullido se escuchó a lo lejos y no estaba segura de si era aliado o enemigo. —Es mi papá, él ya viene. Miré a Ben que solo veía a través de la ventana, esperando por él. Varios carros comenzaron a acercarse peligrosamente a nosotros, hasta que de la nada, un enorme lobo negro apareció estrellándose contra ellos. Sus ojos dorados, mirando como nos alejábamos de él, lanzando otro aullido al cielo. Lobos comenzaron a aparecer de todos lados, no podía reconocer quién era quién. —Ellos mami, ellos son los protectores que vienen de mi papá. Volteé a mi izquierda para observarlos, sus miradas iban del frente al otro lado de nosotros, donde los lobos rebeldes esperaban su momento para atacar. Al frente, vienen varios carros dispuestos a cerrarnos el paso, pero yo no estaba dispuesta a ced