NARRADOR
En una noche fría y lluviosa, donde los rayos cruzaban el cielo y la lluvia arreciaba. Se podía escuchar los gritos de una mujer en una pequeña casa. Los gritos de la Reina Luna, llenaban la pequeña habitación mientras doncellas corrían de un lado a otro con paños ensangrentados. —Mi Reina, ya falta poco, solo, puje un poco más. La Luna de la pequeña manada donde se encontraba, la animaba para seguir, pero en su ser estaba escondida la envidia y la venganza. Afuera, el Rey junto con un puñado de sus hombres se mantenían al frente, ajeno a lo que ocurría dentro la pequeña casa de la manada donde su esposa estaba dando a luz. Los ojos dorados de su lobo se mantenían al frente, donde se podían oír los gruñidos de los lobos. Un rayo cruzó el cielo seguido de un estruendoso trueno. Los llantos fuertes y persistentes de un bebé llenaron el aire de la pequeña habitación. Las doncellas sacaron al bebé de la habitación, dejando a su Luna con la Reina, que se encontraba débil y cansada. —¿A dónde... a dónde llevan a mi bebé?, ¡Tráiganlo! —Él ya no regresará, esta noche acabaremos con dos pájaros de un tiro, es hora de que el trono sea tomado por alguien más. Sacó un puñal detrás de su espalda y con una mirada desquiciada comenzó a avanzar a ella. Afuera la pelea se desató, estaban siendo superados en número, pero sabían que acabar con el mayor de todos sería un desafío. Después de todo, era el Rey y no llevaba el título por nada. El imponente lobo negro, de ojos dorados, cortaba y desgarra la garganta de sus enemigos, hasta que cayó al suelo aullando de dolor. Sintiendo el vínculo de su compañera romperse. En el otro extremo del bosque, una mujer cubierta por una capa gris, cubriendo su olor, se apresura a llegar a la pequeña manada, evitando quedar atrapada en tres frentes. Sigilosamente, se escabullía por los callejones oscuros y las calles desoladas, evitando a toda costa, que su presencia se notara. Se paró a mitad de la carretera, mirando los faros del auto que se acercaba a toda velocidad. Alzó su arma, esperando el momento, cuando las luces la alumbraron por completo, accionó el gatillo. El auto giró de forma brusca a solo centímetros de ella, impactando con fuerza en la pared de ladrillos. Los llantos del bebé se podían escuchar desde adentro del auto, hasta que la mujer llegó y abrió la puerta. Se aseguró de que las lobas al frente estuvieran muertas, antes de sacar el recién nacido del auto en llamas, a poco de explotar. —Diosa, por favor, protégenos hasta llegar a un lugar seguro y entregarlo a su padre. Envolvió al pequeño con su capa y se apresuró a salir de allí. A lo lejos, comenzaron a escucharse explosiones, otro enemigo que también iba por el pequeño, pero sus planes con él, eran mucho más crueles. Ella lo sabía, porque estaba en esa sala, escuchando como el líder de los cazadores; su esposo. Planificaba su ataque, aliándose con lobos rebeldes para derrocar al actual Rey. —Mama... —Victoria, te dije que esperaras en el auto, es peligroso. —Quería asegurarme de que estabas bien, los hombres de papá ya entraron, si él te descubre; va a matarte. Ella agarró el brazo de su hija y comenzó a arrastrarla con ella por los callejones. Aullidos resonaban en todos lados y los disparos de armas se escuchaba cada vez más de cerca. Su preocupación se elevó, no solo por el pequeño que intentaba salvar a toda costa, sino porque ahora su hija, se había sumado a ella. Se movían rápido de un lugar a otro, hasta que no tuvieron opción de escapar. Ailena llevó a su hija hasta una especie de bodega, mientras hombres y lobos comenzaron a rodear el lugar. —Mamá. —Escucha Victoria, debajo de nosotras hay un túnel subterráneo que conduce a las afueras de la manada. Ella removía una cosa tras otra dentro de la bodega, buscando la entrada. Grandes torres de barriles se alzaban por todas partes brindando algo de escondite para ellas. Las puertas se abrieron de golpe y ambas jadearon de sorpresa. Ailena miró a su hija, estaba asustada y lágrimas rodaban por sus mejillas. Ella sabía quién era el que había entrado, cerró los ojos por un instante, frunciendo el ceño de vez en cuando. Cuando los abrió, le entregó el pequeño a su hija y comenzó a arrastrarla hasta el fondo del lugar. —Mi querida esposa, no te escondas de mí, entrégame al pequeño y todo estará mejor. La voz resonaba en todo el lugar poniéndole los pelos de punta a Ailena y a Victoria. —Sé que mi querida hija está contigo, ayudándote en esto, sal de una vez y prometo no lastimarla. Ella abrió una pequeña compuerta escondida y sus esperanzas brillaron. —Escucha Victoria, debes bajar y corre sin mirar atrás, yo te alcanzaré, ahora corre. Ella se dio la vuelta parándose a la vista del hombre con el que estuvo casada por más de 20 años. Victoria no se fue, en cambio, se acercó para ver qué pasaba. —¿Dónde está el niño? —Jamás lo encontrarás Black, es un error lo que están haciendo... Sacó el arma, apuntando directo a ella y disparó justo en su estómago. Victoria se tapó la boca antes de dejar escapar un grito, dejando que más lágrimas se derramarán, observando como el cuerpo de su madre caía. —Sabía que ibas a traicionarme, pero no lo esperé de Victoria, igual ella morirá. Apuntó su arma de nuevo y disparó una vez justo en su pecho. —A ti, mi querida Victoria, te espera una agonía peor... —Señor, rastreamos el olor del recién nacido, está afuera de la manada— llegó un hombre informándole y su mirada se volvió oscura. —Quemen el lugar—, gritó antes de salir, dejando a sus hombres que esparciendo gasolina por todo el lugar, incendiando todo antes de salir. En segundos, las llamas comenzaron a cubrir todo y el humo se hacía sofocante para respirar.NARRADORVictoria corrió hasta su madre, llorando y suplicando a quien la escuchara, que la salvara.—Mama... mama... dime qué hago, por favor.Ailena alzó su mano temblorosa para acariciar la mejilla de su hija.La sangre salía sin parar de sus heridas.Un charco de sangre ya se encontraba a su alrededor, su vida se estaba escapando en solo segundos a manos de su propio compañero.—Hija... debes ser... debes ser fuerte... dame... dame tu cuchillo.Victoria rápidamente lo sacó y se le entregó.—Extiende... tu mano y... y también descubre al... al pequeño.Ella lo hizo, mirando como su madre hacía un corte en su mano.Limpió su sangre con la muselina del pequeño y tomó la sangre de su hija en sus manos.Pasándola por la carita del bebé, asegurándose de que la sangre entrara en su pequeña boca.Su mano cayó con fuerza al suelo, sus fuerzas la estaban abandonando al igual que su vida.—Mamá, por favor, no me dejes, no sé qué debo hacer, por favor.—Victoria... ahora debes... ser fuerte..
VICTORIA Abro mis ojos encontrándome con el cielorraso blanco sobre mi cabeza. Mi respiración está acelerada y el sudor cubre mi cuerpo. Aún puedo sentir en mi piel, el miedo y la angustia de aquella pesadilla que parece no querer desaparecer en los últimos años. Cierro los ojos tomando una gran bocanada de aire antes de soltarlo e intentar levantarme. La puerta es abierta estrepitosamente, haciéndome saltar, mirando como el pequeño tornado viene a mí corriendo. —Mamiiiii, ya estás despierta, te hice el desayuno. —Déjame adivinar... leche y cereal. —¿Tuviste una pesadilla otra vez mami? Como mentirle a un pequeño que tiene un montón de rarezas especiales. Entre ellas; la capacidad de saber cuando su madre le miente. —Estás sudada mami y el calor desapareció de tu cuerpo, déjame calentarte. Envolví mis brazos alrededor de él, sintiendo el abrazo de oso que me da. Su calor se aferra a mí, haciéndome sentir serena y en completa paz. —Listo, ahora a desayunar. Y
VICTORIA Dejo el carro abandonado debajo de un puente, recojo el bolso, escuchando como la gasolina salpica. Me alejo del lugar con Ben entre mis brazos, rodeándome con sus piernas en mi cintura, hasta que el auto explota, borrando toda evidencia. Camino sin rumbo fijo hasta llegar a un motel, pido una habitación y entro para pasar la noche. Al día siguiente llego con el desayuno, observando la pequeña habitación. —Pequeño garras. Este es nuestro código, solo reacciona si me escucha decirlo. —¿Mami, que trajiste? —Donas y un expreso, como te gusta. Él se sienta a comer mientras yo estoy con mi teléfono, moviendo dinero de un lugar a otro, borrando evidencia y preparando un nuevo lugar. Santi se encargará de hackear las cámaras de seguridad para evitar saber quién soy. Nadie sabe quién realmente tiene a Ben, mi padre no sabe que "su adorada hija", es quien le ha tenido su mundo de cabeza. Él cree que estoy muerta. —¿Tenemos que movernos de nuevo? —Si cariño, no tenemos op
VICTORIA Veo como el hombre abre mucho los ojos sin esperar a que esa respuesta llegara a él. En su asombro baja la guardia, dejando que Ben tome ventaja, clavándole los colmillos hasta el fondo, haciéndolo gritar de dolor mientras lo suelta. Estiro mi mano a Ben y lo coloco detrás de mí, observando como el hombre lucha contra las venas negras que se van esparciendo desde la mordida. —Es una lástima que no podrás advertirle a mi padre, pero después me encargaré de él. Comienzo a alejarme con Ben abrazado a mi mano, oigo las maldiciones que me lanza, pero poco me importan viniendo de un cadáver. Entro de nuevo al auto y doy marcha, hasta llegar a otro estacionamiento y recoger otro carro en lo que este es eliminado. Ben se monta sobre mí enrollando sus piernitas en mi costado, hasta que su pelaje negro comienza a cubrirlo todo. Acaricio suavemente el pelaje del pequeño lobo asustado, esta es su forma de protección cuando su lado humano está sufriendo mucho. Sus garras
VICTORIA —¡¡¡¡Maaaamiiii!!!!, tienes que probar este helado mami, está delicioso. —Ben, ese ya es el cuarto que te comes hoy, debes comer vegetales también. Solo me recibe un gruñido después de eso. Odia los vegetales, pero ama los dulces y sobre todo la carne. Eso se debe a su parte lobo. Tampoco es como que sepa mucho de eso, sé muy poco de los cachorros lobos y cuando intentaba preguntar, me acusaban de depredadora. Ya no sé si reírme o sentir vergüenza recordando eso. Lo dejo en la cocina comiéndose su helado y me dirijo a la habitación para ordenar algunas cosas hasta que paso por la habitación de Santi. Me recuesto sobre el marco de la puerta mirando los cuerpos desnudos y sudorosos de Santi y de su nueva novia. Los gemidos son suaves y al menos se los agradezco por tener "algo" de "respeto" por Ben. El choque de sus pieles se hace cada vez más fuertes y rápidos. Las manos de Santi se aferran con fuerza a las caderas de la chica, sus senos se balancean de a
VICTORIA Observo como Ben se come su desayuno, jugo de naranja, frutas y por supuesto, carne Yo me acomodo la chaqueta de cuero y los guantes. Me aseguro de que mis armas estén cargadas antes de guardarlas en la funda que se sostiene en mi cadera. —Ben, amor, regreso más tarde. Lo veo venir hacia mí y me da un abrazo, pero sé lo que hace, está colocando una protección en mí. No sé cómo lo hace, pero siempre logra que salga menos herida cuando me enfrento a cosas muy peligrosas. —Regresa conmigo. —Siempre mi pequeño garras. Le doy un beso en la frente antes de alejarme. Repaso detenidamente la información que logró conseguir Santi. Hoy el Rey va a estar reunido con otros Alfas en un almacén a las afueras de la ciudad. Esta es mi oportunidad para saber lo que planea, para saber qué tiene que ver Ben con él. Estaciono el carro a una distancia segura del lugar y me encamino por los edificios abandonados de este lugar. Observo detenidamente los lugares donde hay c
VICTORIA Observo detenidamente a Ben mientras juega con Santi al básquet. Esa sensación de que él se irá se ha acentuado más cada día en mi pecho desde que supe quién era su padre. Tuvimos que mudarnos del lugar, destruir toda la evidencia para que no nos localizaran, pero no logramos salir de la ciudad. Hay hombres de todos lados por todos lados. Miro el cielo gris sobre nosotros, pensando en lo siguiente que haré, pero no tengo alternativa. Suspiro y doy vuelta, entrando al cuarto de Santi. Prendo la computadora y abro varias direcciones IP de diferentes lugares para que no den con la señal verdadera. Envío un mensaje claro, una reunión en el muelle hoy por la noche, debo comenzar a enfrentar a mis enemigos. Debo saber quién es su padre, como actúa, si realmente lo quiere a su lado y de ser así, tendré que dejarlo ir para que esté seguro. A mi lado ya no lo está, puedo sentir que no está seguro conmigo, que ya no podré protegerlo. Perdón Ben, te amo, pero tu segu
NARRADOR Lucien miraba fijamente a la mujer frente a él. Su hermoso cabello negro suelto, dejando ver las hermosas puntas platinadas que le daban un brillo único. Su piel tan suave y tersa, esos labios carnosos que lo llamaban para que los devorara mientras se perdía en aquella oscuridad de sus ojos. Su hermosa figura, aunque pequeña, hecha solo para él, tan frágil y perfecta que podría quebrarla si la sostenía. —"Mía"— gruñó Errick en su mente, con sus ojos dorados, brillando, acechando en la mente de Lucien, extasiado de conocer a su nueva compañera que ahora era más fuerte. Lucien solo apretó los puños de rabia y apartó la mirada, tratando de ignorar el vínculo que lo empujaba a tomarla entre sus brazos. —Victoria, tú... solo entrégame al niño, prometo que estará bien. Un rugido furioso salió del otro extremo queriendo lanzarse sobre él, acabando con todo esto, pero brazos detrás de él lo sostenían. —¿Sabes quién es él, Victoria? —Por supuesto, el Rey de