DANIEL Sostenía el brazo de su beta y se veía alegre riendo con él. Kaden se removió algo molesto al ver eso y yo igual me sentí incómodo. Debemos romper ese vínculo. Giré lentamente para ver a Séfira, que daba pequeños sorbos a su copa mirándola y luego a mí. Volteé a ver a Lucien con cuidado y tenía una sonrisa cargada de malicia y no sabía que tan malo podrían ser sus planes. —Vamos amor— estiré mi mano para salir corriendo de allí, pero no me dejaron. —Ella se queda conmigo, — la tomó dándome la copa que bebía. Séfira tomó a su sobrino en brazos y Lucien enrolló sus brazos alrededor de ella y de Victoria. No sin antes darme una mirada extraña. Tomé de un trago el champán y solo me quedé allí parado. —Hola Daniel. Su voz melodiosa me hizo temblar por un momento y volteé a verla. —Kara, ¿cómo estás? —Bien, realmente bien. Ella giró a otro lado y yo solo podía meter mis manos en los bolsillos. Su celo tuvo que haber pasado hace unas sem
DANIEL —Ahora debes aceptar mi rechazo y así ambos seremos libres. —Yo… —sus ojos comenzaron a llenarse de lágrimas, pero esa sonrisa de resignación fue lo que me hizo sentir que la estaba perdiendo. —Yo… aún no estoy listo Kara, posiblemente lo mejor sea que… lo terminemos después de la fiesta. Ella solo asintió, dio la vuelta y comenzó a alejarse tambaleándose. Abrió la puerta y ya su beta estaba esperándola. Cuando él la tocó Kaden y yo perdimos el control y nos apresuramos a arrebatársela. Le cerré la puerta en la cara a ese miserable, Kara me miraba con intensidad, con anhelo, ya no podía seguir negando que realmente la quería. Talvez el tiempo que estuvimos separados fue suficiente para darme cuenta de eso. Acaricié su cuello antes de sacar mis colmillos y poner mi marca en ella. Sus manos subieron a acariciar mi cabello corto mientras yo comenzaba a deslizar el cierre de su vestido. Vi como Séfira salía, no sin antes guiñarme un ojo. —“Después l
VICTORIA —“Inara, encuentra a ese par” Me levanté sintiendo la ansiedad, me conocía a ese hombre más que bien. Luego de dar vueltas respiré de alivio al ver a Lucien venir, pero su cara de poker me dijo que ya había hecho su cometido. Se acercó a mí mientras yo lo miraba expectante. —¿Lucien, qué hiciste? —Lo que él me hizo a mí, pero no te preocupes, el tiempo no será el mismo, talvez dos meses, hasta que nazca su hija. Abrí los ojos llenándome de ansiedad. —Lucien… ¿Qué quieres decir, ¿qué hiciste? Un alboroto llamó mi atención, giré en esa dirección y vi a varios hombres que corrían hacia Daniel. Su aspecto era desordenado y desaliñado, como si hubiesen corrido una maratón. —Alfa… señor… —¿Qué pasa? Daniel frunció el ceño y podía sentir su aura desde aquí. —Es la Luna, Séfira, ella… no está… unos hombres se la llevaron a la fuerza… no pudimos hacer nada. El rugido de Daniel resonó en todo el lugar, las aves que andaban con calma en el la
NARRADOR En una noche fría y lluviosa, donde los rayos cruzaban el cielo y la lluvia arreciaba. Se podía escuchar los gritos de una mujer en una pequeña casa. Los gritos de la Reina Luna, llenaban la pequeña habitación mientras doncellas corrían de un lado a otro con paños ensangrentados. —Mi Reina, ya falta poco, solo, puje un poco más. La Luna de la pequeña manada donde se encontraba, la animaba para seguir, pero en su ser estaba escondida la envidia y la venganza. Afuera, el Rey junto con un puñado de sus hombres se mantenían al frente, ajeno a lo que ocurría dentro la pequeña casa de la manada donde su esposa estaba dando a luz. Los ojos dorados de su lobo se mantenían al frente, donde se podían oír los gruñidos de los lobos. Un rayo cruzó el cielo seguido de un estruendoso trueno. Los llantos fuertes y persistentes de un bebé llenaron el aire de la pequeña habitación. Las doncellas sacaron al bebé de la habitación, dejando a su Luna con la Reina, que se encontraba débil
NARRADORVictoria corrió hasta su madre, llorando y suplicando a quien la escuchara, que la salvara.—Mama... mama... dime qué hago, por favor.Ailena alzó su mano temblorosa para acariciar la mejilla de su hija.La sangre salía sin parar de sus heridas.Un charco de sangre ya se encontraba a su alrededor, su vida se estaba escapando en solo segundos a manos de su propio compañero.—Hija... debes ser... debes ser fuerte... dame... dame tu cuchillo.Victoria rápidamente lo sacó y se le entregó.—Extiende... tu mano y... y también descubre al... al pequeño.Ella lo hizo, mirando como su madre hacía un corte en su mano.Limpió su sangre con la muselina del pequeño y tomó la sangre de su hija en sus manos.Pasándola por la carita del bebé, asegurándose de que la sangre entrara en su pequeña boca.Su mano cayó con fuerza al suelo, sus fuerzas la estaban abandonando al igual que su vida.—Mamá, por favor, no me dejes, no sé qué debo hacer, por favor.—Victoria... ahora debes... ser fuerte..
VICTORIA Abro mis ojos encontrándome con el cielorraso blanco sobre mi cabeza. Mi respiración está acelerada y el sudor cubre mi cuerpo. Aún puedo sentir en mi piel, el miedo y la angustia de aquella pesadilla que parece no querer desaparecer en los últimos años. Cierro los ojos tomando una gran bocanada de aire antes de soltarlo e intentar levantarme. La puerta es abierta estrepitosamente, haciéndome saltar, mirando como el pequeño tornado viene a mí corriendo. —Mamiiiii, ya estás despierta, te hice el desayuno. —Déjame adivinar... leche y cereal. —¿Tuviste una pesadilla otra vez mami? Como mentirle a un pequeño que tiene un montón de rarezas especiales. Entre ellas; la capacidad de saber cuando su madre le miente. —Estás sudada mami y el calor desapareció de tu cuerpo, déjame calentarte. Envolví mis brazos alrededor de él, sintiendo el abrazo de oso que me da. Su calor se aferra a mí, haciéndome sentir serena y en completa paz. —Listo, ahora a desayunar. Y
VICTORIA Dejo el carro abandonado debajo de un puente, recojo el bolso, escuchando como la gasolina salpica. Me alejo del lugar con Ben entre mis brazos, rodeándome con sus piernas en mi cintura, hasta que el auto explota, borrando toda evidencia. Camino sin rumbo fijo hasta llegar a un motel, pido una habitación y entro para pasar la noche. Al día siguiente llego con el desayuno, observando la pequeña habitación. —Pequeño garras. Este es nuestro código, solo reacciona si me escucha decirlo. —¿Mami, que trajiste? —Donas y un expreso, como te gusta. Él se sienta a comer mientras yo estoy con mi teléfono, moviendo dinero de un lugar a otro, borrando evidencia y preparando un nuevo lugar. Santi se encargará de hackear las cámaras de seguridad para evitar saber quién soy. Nadie sabe quién realmente tiene a Ben, mi padre no sabe que "su adorada hija", es quien le ha tenido su mundo de cabeza. Él cree que estoy muerta. —¿Tenemos que movernos de nuevo? —Si cariño,
VICTORIA Veo como el hombre abre mucho los ojos sin esperar a que esa respuesta llegara a él. En su asombro baja la guardia, dejando que Ben tome ventaja, clavándole los colmillos hasta el fondo, haciéndolo gritar de dolor mientras lo suelta. Estiro mi mano a Ben y lo coloco detrás de mí, observando como el hombre lucha contra las venas negras que se van esparciendo desde la mordida. —Es una lástima que no podrás advertirle a mi padre, pero después me encargaré de él. Comienzo a alejarme con Ben abrazado a mi mano, oigo las maldiciones que me lanza, pero poco me importan viniendo de un cadáver. Entro de nuevo al auto y doy marcha, hasta llegar a otro estacionamiento y recoger otro carro en lo que este es eliminado. Ben se monta sobre mí enrollando sus piernitas en mi costado, hasta que su pelaje negro comienza a cubrirlo todo. Acaricio suavemente el pelaje del pequeño lobo asustado, esta es su forma de protección cuando su lado humano está sufriendo mucho. Sus garras