Capítulo 4

VICTORIA

Dejo el carro abandonado debajo de un puente, recojo el bolso, escuchando como la gasolina salpica.

Me alejo del lugar con Ben entre mis brazos, rodeándome con sus piernas en mi cintura, hasta que el auto explota, borrando toda evidencia.

Camino sin rumbo fijo hasta llegar a un motel, pido una habitación y entro para pasar la noche.

Al día siguiente llego con el desayuno, observando la pequeña habitación.

—Pequeño garras.

Este es nuestro código, solo reacciona si me escucha decirlo.

—¿Mami, que trajiste?

—Donas y un expreso, como te gusta.

Él se sienta a comer mientras yo estoy con mi teléfono, moviendo dinero de un lugar a otro, borrando evidencia y preparando un nuevo lugar.

Santi se encargará de hackear las cámaras de seguridad para evitar saber quién soy.

Nadie sabe quién realmente tiene a Ben, mi padre no sabe que "su adorada hija", es quien le ha tenido su mundo de cabeza.

Él cree que estoy muerta.

—¿Tenemos que movernos de nuevo?

—Si cariño, no tenemos opción.

Lo vi hacer un puchero mientras mirada su café.

—Ya había hecho amigos, mami, eran agradables y siempre me compartían sus dulces.

Se me apretó el corazón al escucharlo, pero había perdido la capacidad de llorar hace mucho.

Verlo triste me rompió el corazón de formas que nadie sabe.

Él conoce nuestra situación, sabe que lo protejo de personas malas, pero al igual que yo, desconoce la razón.

—Mami.

—¿Si amor?

—Alguien me llama mami, es un lobo, un lobo grande de ojos dorados.

Frunzo el ceño al escucharlo, ¿cómo debería tomar eso?, ¿será una amenaza?

Se levanta y sale corriendo, regresando con un dibujo.

Es un lobo negro con ojos dorados, es muy bonito y por alguna extraña razón siento como si lo conociera.

Debe ser porque Ben en su forma de lobo es exactamente igual, pero en versión mini.

Mientras Ben se baña, abro el bolso, sacando pasaportes, revisando a donde iremos y con qué identidad.

Al llegar al aeropuerto, observo detenidamente todo el lugar, a través de mis lentes oscuros, analizando cada persona que entra en la sala de espera.

*****

Llegamos a la ciudad natal de mi madre, después de años, vuelvo a pisar este lugar.

No es la gran cosa, de hecho la ciudad se ve bastante oscura y es pequeña.

Los edificios con colores opacos, el cielo gris que deja caer pequeñas gotas de lluvia.

El humo de los carros y de las alcantarillas crean una capa húmeda sobre el asfalto.

Mientras conduzco por las calles que conozco de memoria, los recuerdos de mi infancia feliz van llegando poco a poco.

Ese dolor en el pecho se instala al recordar como mi propio padre le arrebató la vida a la mujer que tanto juraba amar.

Llegamos a la pequeña casa que está algo deteriorada, pero servirá.

Ya hay cámaras instaladas en cada rincón y por cada cuadra.

La seguridad de mi hijo siempre es primero.

Aunque pronto iba a descubrir que mis métodos habían fallado.

—Ben, debo salir, sabes lo que debes hacer.

—Si mami, ten cuidado.

Salgo a la ciudad a comprar algunas cosas, comida, ropa y algunas armas.

Cuando estoy pagando por la comida que llevaré, algo en mi pecho comienza a agitarse. Una extraña sensación comienza a apretarme el pecho.

Una voz de pronto aparece en mi cabeza diciendo solo un nombre.

¡Ben!

Rápido llego al carro y comienzo a acelerar. Prendo las cámaras de la casa y no funcionan, reviso las cámaras de los exteriores y tampoco hay nada.

Un mal presentimiento se instala en mi pecho mientras sigo acelerando, con el corazón saltando a mil.

Freno frente a la casa y salgo corriendo hacia adentro. Todo está tirado por todas partes, los cajones de la cocina esparcidos sobre el suelo.

Rastros de sangre desde el pasillo hasta las escaleras.

Garras marcadas en las paredes y el suelo.

¡¡Lo tienen, tienen a mi hijo!!

Escucho un lamento lastimero al fondo y camino hasta allá para encontrarme con un hombre moribundo, desangrándose por las heridas de Ben.

Él me observa y abre mucho los ojos al reconocer quién soy.

—¿A dónde lo llevaron?

—Tú... estás viva...

—No lo volveré a preguntar.

El seguro de mi arma resuena en aquel silencio, apuntando directamente a su cabeza.

—Lo llevaron... a la antigua casa de la organización... de ahí... esperarán a tu padre...

Después de eso, todo lo que se escuchó fue el disparo que le propiné antes de salir.

Me vuelvo a meter al carro y hago una llamada.

—Ubica en dónde están, Santi, que tan lejos y evita a toda costa que logren avanzar más.

Dejo el alta voz, escuchando como sus dedos teclean a toda velocidad, mis manos se aprietan al volante mientras la rabia comienza a consumirlo todo.

—Están en el semáforo justo delante de ti, ya estoy entrando en la red de la ciudad para retrasar el tiempo

—Atento a las cámaras, borra toda evidencia y envía a alguien a recoger las cosas de la casa.

Cuelgo y piso el acelerador, pasando alado de los carros hasta que más adelante veo el semáforo.

Con varios carros adelante parados, me veo en la obligación de salir del auto.

Cargo de nuevo el arma, jalando la corredera hacia atrás para tenerla lista.

Salgo del vehículo con el arma en la mano sin importar quién me esté viendo.

Adelante hay varios carros, pero sé perfectamente en cuál está Ben, puedo sentirlo, está asustado, pero pronto estará de vuelta conmigo.

Con la empuñadura rompo el cristal, agarró por el cabello al hombre que está por sacar el arma y lo estrello un par de veces contra el volante, dejandolo inconsciente.

Le disparo al que está en el otro asiento y los gritos comienzan a llenar el aire con personas corriendo de un lado a otro.

—Mami... hmm...

Miro fijamente al hombre que saca a Ben del auto y coloca en su cuello un cuchillo.

—Si te acercas juro que le contaré el cuello.

—No, no lo harás, mi padre lo necesita con vida.

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