VICTORIA Me paré frente a la celda donde estaba Derta retenida con las manos atadas a cadenas de plata. Estaba acurrucada en una esquina de la celda, temblando, evitando ver al enorme lobo negro que daba vueltas detrás de mí; gruñendo. —¿Por qué lo hiciste, qué fue lo que yo te hice para que me hicieras esto? Mi voz, a pesar de sonar tranquila, cargaba un profundo odio en el fondo. —Los guardianes son un error, ese niño es un error, quería matarlo y no entregarlo como acordé, pero apenas entraste en labor de parto, nos alejaron a todos de ti. Mis ojos brillaron con los de Inara, ¿cómo se atreve a planear algo en contra de mi hijo? —¡AHHH!—, su grito de dolor retumbó en las paredes cuando su cuello fue envuelto con electricidad. Pero eso sería una muerte muy rápida. Liberé su cuello y tomé el manojo de llaves pasando una a una con toda lentitud. Para que ella contara los segundos de vida que le quedaban. Segundos que se le acabarían cuando llegara a la llave correcta. El bri
VICTORIA Corrí al baño para vomitar de nuevo. Odio las mañanas, las odio. —Nena, les diré a la próxima que te preparen un caldito de pollo para el desayuno. Me apoyé contra el lavado después de enjuagar mi boca. Este embarazo me está pegando horrible. —Está bien— fue lo único que dije antes de ver mi maquillaje corrido. Hoy Cristopher cumplía un añito, mi bebé ya cumple un añito. El tiempo pasa muy rápido. Tomé unas toallitas para limpiarme el rostro. Debía arreglar este desastre antes de bajar. Un cuerpo musculoso me abraza desde atrás dejándome sentir muy, MUY en claro las ganas que me traen. —Podemos divertirnos un poco antes de bajar Reina mía. —Ni sueñes, Errick me dejó anoche más que cansada, estas náuseas, son su culpa. Un gruñido de molestia escapó del pecho de Lucien y luego, a través del espejo, lo vi pelear en su mente con Errick. Solo rodé los ojos sin decir más. Son iguales de locos que siempre, arrancaron todas las rosas de toda la manada solo porque dije
DANIEL Sostenía el brazo de su beta y se veía alegre riendo con él. Kaden se removió algo molesto al ver eso y yo igual me sentí incómodo. Debemos romper ese vínculo. Giré lentamente para ver a Séfira, que daba pequeños sorbos a su copa mirándola y luego a mí. Volteé a ver a Lucien con cuidado y tenía una sonrisa cargada de malicia y no sabía que tan malo podrían ser sus planes. —Vamos amor— estiré mi mano para salir corriendo de allí, pero no me dejaron. —Ella se queda conmigo, — la tomó dándome la copa que bebía. Séfira tomó a su sobrino en brazos y Lucien enrolló sus brazos alrededor de ella y de Victoria. No sin antes darme una mirada extraña. Tomé de un trago el champán y solo me quedé allí parado. —Hola Daniel. Su voz melodiosa me hizo temblar por un momento y volteé a verla. —Kara, ¿cómo estás? —Bien, realmente bien. Ella giró a otro lado y yo solo podía meter mis manos en los bolsillos. Su celo tuvo que haber pasado hace unas sem
DANIEL —Ahora debes aceptar mi rechazo y así ambos seremos libres. —Yo… —sus ojos comenzaron a llenarse de lágrimas, pero esa sonrisa de resignación fue lo que me hizo sentir que la estaba perdiendo. —Yo… aún no estoy listo Kara, posiblemente lo mejor sea que… lo terminemos después de la fiesta. Ella solo asintió, dio la vuelta y comenzó a alejarse tambaleándose. Abrió la puerta y ya su beta estaba esperándola. Cuando él la tocó Kaden y yo perdimos el control y nos apresuramos a arrebatársela. Le cerré la puerta en la cara a ese miserable, Kara me miraba con intensidad, con anhelo, ya no podía seguir negando que realmente la quería. Talvez el tiempo que estuvimos separados fue suficiente para darme cuenta de eso. Acaricié su cuello antes de sacar mis colmillos y poner mi marca en ella. Sus manos subieron a acariciar mi cabello corto mientras yo comenzaba a deslizar el cierre de su vestido. Vi como Séfira salía, no sin antes guiñarme un ojo. —“Después l
VICTORIA —“Inara, encuentra a ese par” Me levanté sintiendo la ansiedad, me conocía a ese hombre más que bien. Luego de dar vueltas respiré de alivio al ver a Lucien venir, pero su cara de poker me dijo que ya había hecho su cometido. Se acercó a mí mientras yo lo miraba expectante. —¿Lucien, qué hiciste? —Lo que él me hizo a mí, pero no te preocupes, el tiempo no será el mismo, talvez dos meses, hasta que nazca su hija. Abrí los ojos llenándome de ansiedad. —Lucien… ¿Qué quieres decir, ¿qué hiciste? Un alboroto llamó mi atención, giré en esa dirección y vi a varios hombres que corrían hacia Daniel. Su aspecto era desordenado y desaliñado, como si hubiesen corrido una maratón. —Alfa… señor… —¿Qué pasa? Daniel frunció el ceño y podía sentir su aura desde aquí. —Es la Luna, Séfira, ella… no está… unos hombres se la llevaron a la fuerza… no pudimos hacer nada. El rugido de Daniel resonó en todo el lugar, las aves que andaban con calma en el la
NARRADOR En una noche fría y lluviosa, donde los rayos cruzaban el cielo y la lluvia arreciaba. Se podía escuchar los gritos de una mujer en una pequeña casa. Los gritos de la Reina Luna, llenaban la pequeña habitación mientras doncellas corrían de un lado a otro con paños ensangrentados. —Mi Reina, ya falta poco, solo, puje un poco más. La Luna de la pequeña manada donde se encontraba, la animaba para seguir, pero en su ser estaba escondida la envidia y la venganza. Afuera, el Rey junto con un puñado de sus hombres se mantenían al frente, ajeno a lo que ocurría dentro la pequeña casa de la manada donde su esposa estaba dando a luz. Los ojos dorados de su lobo se mantenían al frente, donde se podían oír los gruñidos de los lobos. Un rayo cruzó el cielo seguido de un estruendoso trueno. Los llantos fuertes y persistentes de un bebé llenaron el aire de la pequeña habitación. Las doncellas sacaron al bebé de la habitación, dejando a su Luna con la Reina, que se encontraba débil
NARRADORVictoria corrió hasta su madre, llorando y suplicando a quien la escuchara, que la salvara.—Mama... mama... dime qué hago, por favor.Ailena alzó su mano temblorosa para acariciar la mejilla de su hija.La sangre salía sin parar de sus heridas.Un charco de sangre ya se encontraba a su alrededor, su vida se estaba escapando en solo segundos a manos de su propio compañero.—Hija... debes ser... debes ser fuerte... dame... dame tu cuchillo.Victoria rápidamente lo sacó y se le entregó.—Extiende... tu mano y... y también descubre al... al pequeño.Ella lo hizo, mirando como su madre hacía un corte en su mano.Limpió su sangre con la muselina del pequeño y tomó la sangre de su hija en sus manos.Pasándola por la carita del bebé, asegurándose de que la sangre entrara en su pequeña boca.Su mano cayó con fuerza al suelo, sus fuerzas la estaban abandonando al igual que su vida.—Mamá, por favor, no me dejes, no sé qué debo hacer, por favor.—Victoria... ahora debes... ser fuerte..
VICTORIA Abro mis ojos encontrándome con el cielorraso blanco sobre mi cabeza. Mi respiración está acelerada y el sudor cubre mi cuerpo. Aún puedo sentir en mi piel, el miedo y la angustia de aquella pesadilla que parece no querer desaparecer en los últimos años. Cierro los ojos tomando una gran bocanada de aire antes de soltarlo e intentar levantarme. La puerta es abierta estrepitosamente, haciéndome saltar, mirando como el pequeño tornado viene a mí corriendo. —Mamiiiii, ya estás despierta, te hice el desayuno. —Déjame adivinar... leche y cereal. —¿Tuviste una pesadilla otra vez mami? Como mentirle a un pequeño que tiene un montón de rarezas especiales. Entre ellas; la capacidad de saber cuando su madre le miente. —Estás sudada mami y el calor desapareció de tu cuerpo, déjame calentarte. Envolví mis brazos alrededor de él, sintiendo el abrazo de oso que me da. Su calor se aferra a mí, haciéndome sentir serena y en completa paz. —Listo, ahora a desayunar. Y