Sofía
¿Que estaría pensando el viejo Stefano con dejarle todo a la inútil de mi hija? Aunque debo decir que me sorprendió la seguridad con la que habla. No puedo creer que se haya atrevido a echarme, a mí, su propia madre de Mio Cuore. Si bien es cierto, que ese lugar nunca fue de mi agrado, es lo único que me quedaba del recuerdo de Adriano. Hasta eso me lo arrebato la mocosa esa, mi Adriano, no hay día que no lo extrañe. Ni aún casándome con Roberto, he podido olvidarlo. ¿Cómo se puede olvidar al amor de tu vida? Sé que al principio, Stefano pensó que yo era una arribista que solo me había acercado a su hijo por su dinero. En ese entonces, lo entendí. Adriano era uno de los solteros más cotizados. Era el heredero de Mio Cuore, el mejor viñedo de Piamonte, y yo apenas una simple aspirante a modelo, proveniente de un pequeño pueblo. El destino hizo de las suyas y en uno de mis primeros trabajos, lo conocí. Era una fiesta benéfica y yo tenía que modelar o enseñar los objetos a ser subastados. Fue amor a primera vista, nuestras miradas se conectaron y esos hermosos ojos oscuros me hipnotizaron. La verdad, no sabía quién era él, hasta cuándo pujó por un hermoso juego de collar y aretes de rubíes. Cuando lo ví ganar, tuve algo de decepción, puesto que la mujer que era merecedora de tan bello juego debía ser su prometida. Pero mi sorpresa fue mayor, cuando al terminar la subasta y el baile iba a comenzar, Adriano se me acercó, como un cazador buscando a su presa y yo digamos, no opuse mucha resistencia. No tenía sueños ni ilusiones, estaba más que consciente que para un hombre capaz de comprar de un chasqueo piezas de tan alto valor no pondría sus ojos en alguien como yo, solo sería la aventura de una noche o eso creía yo. En toda la velada, Adriano, me trató como todo un caballero. Cada segundo a su lado me hizo sentir especial, que no le importaba que no fuera de su mismo estatus social. Esa noche, le entregué mi primera vez y desde esa noche, él fue dueño de mi cuerpo y mi alma, hasta que ese maldito día llegó, el día que perdí al amor de mi vida. Hasta eso me arrebató esa mocosa, tenerlo entre sus brazos dando su último aliento, siempre pensando en ella. Después de perderlo, mi mundo se vio sumido en la oscuridad. Pasaba noches en bares, ahogada en el alcohol tratando de borrar el dolor tan grande que tenía en mi corazón. Stefano estaba preocupado, veía el estado emocional que estaba. Estaba tan deprimida que hubo días que salir de la cama se me hacía imposible. Eso fue hasta que un día Roberto, me encontró saliendo de un bar de un hombre desconocido, inconsciente. Estaba tan perdida en el alcohol, que ese hombre se iba a aprovechar de mí. Roberto me salvó no solo esa noche. Me motivó a buscar ayuda, buscar una razón para querer vivir. Me recordaba que tenía aún una hija que necesitaba de mí, y sé que era así. Andrea, se volvió retraída. Pero mi dolor era tan grande, que solo veía el mío propio. La presencia constante de Roberto en mi vida y el parecido que tenía con Adriano, provocaron que una noche las cosas salieran de control. Mi cuerpo dejó de ser exclusivo de mi amado esposo, lo había profanado teniendo sexo con su primo. Lo peor de todo es que no podía culpar al alcohol, estaba sobria pues ya había ido a buscar ayuda. No sé cómo el maldito de Francesco se enteró, pero amenazó con exponerme ante la sociedad por mi falta de moral. No podía permitir que lastimaran a Andrea o Stefano. Una noticia mal intencionada, dañaría la imagen no solo de la familia sino de Mio Cuore. Así que acepté su oferta, me casaría con Roberto y propondría que Romina entrara a formar parte de Mio Cuore. Convencer a Stefano no fue difícil, pues creyó que Roberto me había ayudado de mi depresión. Andrea no aceptó bien la noticia, y claro que la entendía. Estaba cambiando el calor de padre en mi cama por su primo. Pero ya la decisión ya estaba tomada y ella tendría que aprender que la vida no es justa. Y ahora, mi propia hija me saca del único lugar donde aún puedo sentir la presencia de Adriano. Todo por no querer compartir la mesa con su nana. Diría que sus palabras me hirieron pero la verdad lo que más me dolió fue ver que escogiera a la servidumbre que a su propia familia. Salgo de mis pensamientos, al ver llegar a Roberto muy sonriente. Lo más seguro es que viene de ver a su amante de turno. El muy estúpido piensa que no se que me es infiel y que tengo evidencias más que suficiente para pedirle el divorcio. Pero no me la gana que sea feliz, quiero que sufra igual que yo. Nuestro matrimonio se acabó desde el momento que deje de imaginar que quien estaba teniendo relaciones era con Adriano, y no mi esposo. —Bienvenido a casa, esposito—le digo sarcásticamente y él me regala una mirada seria, que por algún motivo me incómoda. —Milagro que estás en casa y no gastando dinero en alguna tienda de lujo—me responde el infeliz y yo le sonrió. —Para poder gastar y comprar lo que me gusta, debo tener un esposo que sea millonario y eso querido no lo eres. Bueno, ahora con la participación que te dejo Stefano, puede que subas de estatus—le digo para provocarlo y veo cómo mis palabras provocan que una gran sonrisa se dibuje en su rostro. —Pues tendrás que buscarte a otro hombre al que puedas sacarle dinero como al tonto de mi primo—me dice el desgraciado y quiero borrarle la sonrisa burlona que me regala—Quiero el divorcio, Sofía. No soporto un día más a tu lado—me dice, dejándome sin habla, sorprendida.Hola, aquí les dejo un nuevo capítulo. Que les pareció Sofía. Si les está gustando la historia me dejan un comentario y me gusta. Así la historia llegará a más personas que puedan conocerla. Gracias por su apoyo y nos leemos en el próximo capítulo.
LorenzoHan pasado casi dos semanas desde la última vez que ví a Andrea. Aún me duelen las pelotas del golpe que me dió según ella por propasarme.Pero no me arrepiento, haber podido sentir sus dulces labios, los cuales me confieso ya soy adicto a ellos. Amo todo de ella hasta su carácter indomable.Escucharla gemir entre mis brazos fue tan sublime que estoy seguro que ahí mismo la hubiera hecho mía pero la magia terminó cuando mi piccolina me golpeó mi entrepierna con su rodilla.Sé que no confía en mí, pero soy su mejor opción. Tendré la paciencia suficiente hasta que ella confíe en mí y se de cuenta de mis sentimientos por ella.—Hola, fratello—me saluda Luciana, sacándome de mis pensamientos y la verdad es la última persona que quiero ver, sobre todo ahora que Andrea está de regreso.—Hola, no sabía que habías regresado. ¿A qué debo el honor de tu visita?—le pregunto y ella se acerca a la silla frente a mi escritorio.—Si alguien te escucha, pensaría que no te es grata mi presenci
LorenzoHan pasado casi diez años desde la última vez que la ví. Aún me tortura recordar su mirada vidriosa, llena de dolor y decepción.Esa noche que se suponía debía ser su gran evento, su primera aparición ante la sociedad piamontesa como la heredera de los viñedos “Mio Cuore”, terminó siendo su peor pesadilla.La peor parte fue que no hice nada, debí defenderla pero no podía. Si tan solo hubiera alzado mi voz, los hechos posteriores a ese evento pude haberlos evitado.Pueden llamarme cobarde, pero cómo podía reaccionar si la persona detrás de todo era mi propia hermana, Luciana. La humillación y las palabras duras de Sofía, la quebraron. Solo me quedaba esperar. Cuando pensé que los ánimos ya estaban calmados, quise verla, consolarla como debí hacerlo desde el principio, pero al llegar a la Casa Grande me enteré de la peor noticia, la habían exiliado, enviándola lejos.No pude verla, ni despedirme de ella. Lo peor, fue ver cómo su propia madre renegaba de ella. ¿Qué clase de muje
AndreaMio Cuore, el lugar que por mucho tiempo consideré mi hogar, donde tengo los más hermosos recuerdos y también los peores.Pensar en Mio Cuore, hace que las emociones que he reprimido por años quieran salir a flote. No puedo permitir que nadie vea mi vulnerabilidad, ya no más. La única persona que realmente me conoce es mi Nana, María. Ella y yo hemos vivido en el exilio que me impuso mi abuelo, por el escándalo generado.Los recuerdos de esa noche quieren hacerse presente por lo que pido a la azafata una copa de vino. ¡CONTROLATE ANDREA! Me reprendo a mi misma, no puedes demostrar debilidad a tus enemigos. Salgo de mis pensamientos a escuchar a mi nana.— Mi niña es muy temprano para una copa de vino — me dice mi nana pero yo la ignoro.— Lo necesito, solo pensar que voy a entrar a ese nido de víboras hace que se me revuelva el estómago. Tengo que controlarme y el vino es lo único que hay para calmarme — le contesto y ella solo niega con su cabeza.—Puede que en estos años, el
AndreaMientras el avión desciende me fijo en el hermoso paisaje a través de mi ventana. El cielo, celeste intenso con algunas nubes que lo adornan. El sol brilla en lo alto, majestuoso como siempre. Me vuelvo a recordar las palabras que me dijo mi papá en mi sueño y quisiera creerlas, pero la realidad es que mi presencia es un mero requisito para la lectura del testamento de mi nonno.Por algunos minutos me invade la culpa, cuando se vienen a mi mente las palabras que mi Nana me dijo hace poco, que mi nonno quiso verme en sus últimos días y me recuerdo las últimas palabras que le dije y que a pesar que en sus últimos días me rogó que regresara, mi orgullo fue más fuerte y ahora, solo quedan en mi mente y corazón las palabras que no nos dijimos y ya es tarde. Mi nonno ya no está entre nosotros, lo único que me unía a estas tierras. Los recuerdos de mi infancia se hacen presente, de cómo me llevaba en el lomo de su caballo “Emperador” mientras hacía sus recorridos diarios por los dife
LorenzoVerla tan altiva, hablándole de esa forma a Sofía, hace que mi corazón se acelere y mi vista quede fija en ella. Está más hermosa desde la última vez que la ví, justo en esta casa.—Bienvenida, querida—le dice Roberto, el esposo de Sofía, quien se ha levantado para ir a saludarla.—Gracias por este gran recibimiento, estoy segura que no esperaban verme por estas tierras—contesta con una gran sonrisa dibujada en sus labios.—No digas eso, hija. Siempre te hemos extrañado—contesta Roberto, quien le hace señas a Sofía para que vaya a saludar a su hija, pero esto se rehúsa.—La verdad no estoy aquí para un reencuentro familiar, solo vine porque los abogados de mi abuelo me indicaron que mi presencia era requerida para la lectura del testamento—dice Andrea, que se quita las gafas oscuras que tenía puesta y nuestras miradas se cruzan en ese momento. El contacto es breve y es roto cuando ella se dirige a uno de los asientos acompañada por su nana.—No pretendes saludar a tu madre, ni
AndreaMi nonno debió estar loco o los medicamentos que tomaba le hicieron alucinar. Aunque no lo iba a aceptar frente a todos, estoy totalmente de acuerdo con Francesco. Es una total locura, yo, Andrea, casarme con Lorenzo.El muy desgraciado sigue estando guapo, que digo guapo, es todo un maldito monumento. Cuando nuestras miradas se cruzaron, sentí como mi corazón dejó de latir al sentir lo profundo de su mirada, como si pudiera leer mis pensamientos.Para mí maldita mala suerte, al momento de la lectura del testamento, el licenciado Marcucci le asignó justo el asiento detrás mío.Su sola presencia hizo que todo mi cuerpo reaccionará. Me costó demasiado mantener mi actitud estoica, falta de emociones. Aún tengo los vellos en mi nuca erizados, porque el muy descarado no dejó de posar su mirada en mí.Francesco sigue gritando como un loco, que va a impugnar el testamento y por querer sacarlo de quicio, le regalo una sonrisa.—Señor Francesco, debe controlarse, ya le dije que está
AndreaNo voy a negar que a pesar del cansancio, me costó demasiado poder conciliar el sueño. Por una parte, la responsabilidad de hacerme cargo de Mio Cuore.Sé que soy más que capaz, lo he demostrado estos años. Soy una vinícola experta, reconocida por la industria, pero tal parece que mi querida familia no está al tanto de esto.Voy a tener que llamar a mi asistente, Jennifer, ya que necesito personas de confianza a mi alrededor. Tendré que llamar a Jeff, mi socio, para que se encargue del negocio.Me miro una última vez antes de salir de la habitación, a enfrentarme a las víboras. Espero que hayan tenido la decencia de no querer tomar el desayuno afuera y no en casa.Bajo las escaleras, armandome de paciencia por el drama seguro que me espera tan temprano. Al llegar al comedor, niego con la cabeza al escuchar la discusión que tienen mi madre y Roberto. No escucho la voz de Renata, Romina ni Francesco, lo que sería un alivio solo tener que enfrentar a mi adorada madre.— No puedes
LorenzoTener a Andrea, aquí en mi automóvil junto a mi es un sueño hecho realidad. Por años soñé con esta posibilidad, pero ahora es una realidad. Estoy seguro que ella tratará que este matrimonio solo sea de papel, pero yo no lo voy a aceptar.Estoy preparado a negociar para que acepte mi propuesta. Si le digo que quiero un matrimonio de verdad para el resto de nuestras vidas me trataría de loco, y bueno si lo acepto, estoy loco por ella.Andrea cree que no sé nada de ella, pero está muy equivocada. He seguido de cerca su vida desde que el difunto señor Stefano la envió a San Francisco. Sé lo mucho que sufrió haberse alejado de los recuerdos de su padre, pero gracias a Dios, siempre ha tenido a Maria a su lado.Quise estar a su lado, después del escándalo, pero la m*****a de Romina me tenía amenazado con levantarme una acusación por corrupción de menores. La muy desgraciada sabía del contenido del diario de Andrea, gracias a mi hermana, Luciana. De nadie era desconocido que yo le ten