Me acuesto sobre el pecho de Rhett, me abraza por la cintura, entrelazó los dedos de su mano libre con los míos, le dejo un pequeño beso en la mandíbula y suspiro.—Es la primera vez que estamos en mi habitación —susurro.—Faltaba darle un uso a esta cama.—Yo sí le doy uso, a veces vengo a dormir en las tardes. —Un buen uso. —Dormir es un buen uso —Ruedo los ojos. —Te burlaste de Willis cuando te pidió que te escaparas con él. —¿Escuchaste eso? —Sí, pensaba entrar desde el momento en que te lo propuso, pero quise escuchar tu respuesta primero. No escucho la primera vez que lo hizo, menos mal. —Vince tiene una percepción alterada de las cosas, no se que le pasa.—Le gustas, te quiere para él —Juega con mi cabello. Echo atrás la cabeza para besarlo y le acaricio el cuello.—Tendré que matarlo, no ahora, lo necesito para ciertos asuntos, pero eventualmente, lo haré. —Vuelve a besarme.—No lo hagas, se va a casar con una de mis hermanas, nunca fueron buenas conmigo, pero tampoco
Rhett me cuenta el plan, niego con la cabeza, mientras habla. —Eso es lo que haremos —Me besa la mano. —Suena a que puede salir muy mal, ¿y si me descubren? —No lo harán, te prometo que no lo harán. —Besa la palma de mi mano y cierra mi puño. —Rhett, tengo miedo, yo no creo poder hacerlo, ni siquiera sé porque te dije que si podía, no estoy segura. —Es la segunda vez que te retractas, vas a practicar con William, empiezas la próxima semana, necesitas mejorar tu tiro, no solo por esto, si no porque lo que está por venir. —No me asustes más —Lo miro a los ojos. —Confió en ti Erys, en que podrás hacerlo. —Yo no… Me calla con un beso intenso, el corazón me late con fuerza, me aferro a sus brazos, no se que me pasa con él, pero estas últimas semanas, tenerlo es muy importante para mí, hablar con él, mirarlo, tocarlo, es extraño, pero lo necesito. Mi boca choca con la suya, varias veces en besos largos y cortos, suaves y salvajes. —Verás que después de esto, solo m
Beso a Rhett, quiero creerle, voy a tomar sus palabras como la absoluta verdad, ya no me interesa, no sé en que momento me perdí, no sé en qué momento empecé a ver a Rhett como algo inevitable, no puedo detenernos y tampoco quiero hacerlo. Solo hay una sola cosa en todo esto que me hace dudar, pero he decidido ignorarla por ahora, me concentro en los besos que reparte en mi cuello, le acaricio la espalda desnuda. —Bésame, bésame hasta que ya no pueda respirar, hasta que me olvide quién soy y de quien eres —le digo y me besa. Entrelazo los dedos de nuestras manos, nuestros cuerpos chocan, pienso en todo lo que hablamos, de todo lo que dijimos que haríamos, nada es bueno, todo es malo, puedo perder. Pero ya lo he perdido todo, solo tengo esta enfermedad que Rhett me causó, que solo él puede curar. —Eres la única culpable de mi mal Erys, pero no lo pares —Me besa. —Lo arreglaré para ti, lo prometo, buscaré la forma, mi sol. Dice en un susurro, se de lo que habla, no le d
William me entrega un arco, lo miro es negro y tiene detalles en dorado, me entrega una aljaba llena de flechas. Hoy empezaba mi entrenamiento. —El bastardo lo mandó a hacer para ti, seguro que le dio vergüenza dártelo, porque no quiere que sepamos lo coladito que está por ti. —No le digas así y no está coladito por mi, dices muchas boberas. Saco una flecha para verla, es negra con la punta dorada, antes de llegar a las plumas tiene grabado en letras doradas “ER” las letras están entrelazadas, sonrió. —Me pidió que practicarlos toda la mañana. —¿Dónde está? Cuando desperté esta mañana no estaba y no me dijo a dónde iría. —Fue a recoger a la reina Violet. La reina. Me había olvidado de su existencia, dejó la capital hace varios años, solo viene cuando es sumamente necesario, para la mayoría del reino es invisible, sin poder alguno, solo la respetan por el rey, a él lo quieren y alaban, de ella nadie se acuerda. —¿Qué? ¿Nerviosa por conocer a tu suegra?Deberías de
Mi padre me arroja al suelo haciéndome caer boca arriba, escucho el grito de mis hermanas cuando el azote golpea mi espalda, una y otra vez, aprieto la mandíbula, tragándome el llanto. —¡Estás m*****a, no sé qué hicimos para merecer esto! —grita tomándome por el cuello, clavando sus ojos llenos de ira en mi. —Papá yo… —¡Callate, no podrás casarte, ni siquiera puedo venderte cual yegua, porque no eres una verdadera hembra! —grita en mi cara. Su palma se impacta con mi cara, abriéndome el labio, saboreo mi propia sangre, me toma por el cabello y me lleva arrastras afuera. —Un mes más Erys, te doy una luna más para que sangres, si no lo haces, yo mismo te mataré. Cierra la puerta de la casa, me quedo en el suelo, me limpio la sangre de la cara, la espalda me quema, pero no puedo hacer nada, me acuesto en la entrada, abrazando mis rodillas y me duermo, cuando amanece, es mi madre quien me recoge, me prepara un baño caliente y limpia mis heridas, no me dirige la palabra, no suele h
Mia me lleva a la planta alta de la casa, hay mujeres por todos lados, me miran y me sonríen, me lleva a un cuarto, donde hay tres mujeres rubias, un montón de ropa y un espejo gigante de cuerpo completo. —Ella es Lily. —Encantada de conocerte. —Ellas son, Daisy y Dalia. —Me señala a cada una. —Son mellizas y dos de mis más queridos retoños. Ambas me sonríen, les devuelvo la sonrisa con timidez. —Tu a partir de ahora te llamarás Camelia, ¿entendido? —Sí, Mía. —Serás la sensación, ya lo verás, ahora desnúdate. —¿Qué? -digo asustada. —Tranquila, solo es para ver que estés en perfecta calidad. —No creo que disfrutes lo que veras. —Me sincero. Alza una ceja, me desata el vestido y lo jala para que caiga sobre mis pies. –¡Por amor a los Dioses! ¿Quién te hizo esto? Mira las cicatrices de mi espalda y brazos, aunque puede que las recientes se curen, aún así tengo marcas blancas permanentes, tengo moretones en los brazos y en las piernas. —Tu padre no recib
UN AÑO DESPUÉS… La Camelia Roja así me llaman, todos los de aquí dicen que los hipnotizo, que mi baile podría revivir a los muertos y calmar a las bestias, me ofrecen montones de dinero solo por una noche conmigo, pero cuando me niego dicen que es parte de mi encanto. La Camelia Roja. La Flor besada por el fuego. Eso soy, después de decenas de noches bailando, la sangre se me hizo fría, la piel se me hizo dura, tanto como el hierro, montones de manos me tocan cada noche, pero no las siento, cada noche, ojos lujuriosos me miran y cada noche, me permito volver al bosque, solo en pensamientos, no soy consciente de sus ojos, de sus manos, de sus gritos y aplausos. —Mi dulce Camelia, otra vez, fuiste una completa Diosa. —Mía me sonríe dándome una bolsa de tela con mi paga. —Sorpréndete cuando lo haga mal —le sonrió de lado. Mía me da una parte de mis ganancias, pero solo me sirven para comprar más vestuarios, ropa, comida y cosas personales, no puedo escaparme, siempre hay v
Pasamos el día encerradas, porque no nos permiten salir de la casa de las concubinas, ayudo a Lily a bañarse, le lavo el cabello. —Camelia. —¿Sí? —¿Tú crees que un día seremos libres? —No lo sé. —Ojalá, es cansado hacer todas las noches lo mismo. —Lo sé. Sale de la bañera, se envuelve el cuerpo con una toalla, volvemos a la habitación, entre todas nos ayudamos a vestirnos, las primeras en ir con el rey son Daisy y Dalia. —Que espanto, está borracho y diciendo obscenidades —Daisy dice frotándose la piel. —¿Las toco? —Jazmine les pregunta. —No, pero con la pura mirada que tiene basta y sobra —Dalia dice. —¿A quien mando a llamar? —No pidió a nadie en específico, solo dijo que quiera que Camelia fuera la ultima —Daisy me mira. —No quiero ir —Jazmine dice. —Pero pues ya que. Se marcha, no pasa mucho antes de que regrese, todas las vemos confundidas. —Se quedó dormido, así que no creo que pase nada más. —Genial —Lily sonríe acostándose en su cama.