Mis dedos rozan los de Cassian cuando coloco mi mano sobre la suya. Es una fracción de segundo, un simple contacto que no debería significar nada. Sin embargo, mi piel se eriza al instante. Su palma es cálida, firme, igual que en todas las ocasiones hasta ahora muestra una seguridad devastadora. No hay vacilación en la manera en que me sostiene, como si fuera natural que mi cuerpo encajara con el suyo. De la manera en la que ya lo hizo antes. «Lo detesto tanto» Pero detesto más lo que mi cuerpo está sintiendo en este momento. Cuando su otra mano se desliza sobre mi cintura y la presiona con sutileza. El calor atraviesa la tela de mi vestido, quemándome en un punto exacto donde nadie puede verlo, pero donde yo lo siento con una intensidad abrumadora. Es demasiado alto y mi rostro queda justo a la altura de su pecho, y cada inhalación que tomo se llena de su fragancia. Un aroma embriagador que se adhiere a mi piel como una m*ldición. Cierro los ojos un instante, tratand
El sonido de los violines y el piano se funde en una sinfonía suave, etérea, casi peligrosa. Como si la música supiera lo que ocurre entre nosotros y se convirtiera en un testigo silente de la tensión que nos consume.Cassian me sostiene con más firmeza. No es brusco, pero no me deja espacio para alejarme.Mi pecho roza con su cuerpo con cada leve movimiento. Su aliento cálido y fresco roza mi piel con cada inhalación. Su olor me rodea.Cierro los ojos un segundo.«Dios. ¿Por qué mi cuerpo reacciona de esta forma?»Su agarre se intensifica sobre mi espalda, como si percibiera mi confusión y la disfrutara.Elevo mi rostro como una tortura autoimpuesta, porque quiero ver sus ojos. Mismos que me están observando.Muerdo mi labio de forma inconsciente y trato de separarme un poco, pero no me deja, su agarre es demasiado fuerte y me siento una desgraciada, porque me gusta que así sea. Porque en este momento no estoy prestando atención a si alguien se ha percatado de esta tensión que seguram
El interior de la limusina es amplio, silencioso, con un lujo discreto que debería hacerme sentir cómoda, pero en este momento sólo intensifica mi inquietud.Me siento junto a Daniel, con las luces de la ciudad destellando a través de las ventanillas. Estamos oficialmente casados.Y en este momento, estamos en camino a nuestra noche de bodas.El anillo en mi dedo pesa más de lo que debería.El vestido de novia, impecable y meticulosamente diseñado para hacerme ver como una reina, me resulta sofocante. Mis pensamientos son un caos.Porque la realidad ha caído sobre mí con un peso aplastante. Solo de pensar que voy a pasar la noche con mi esposo.El hijo del hombre que me tuvo antes que él.Cierro los ojos un instante, reprimiendo el escalofrío que me recorre la piel al pensar en Cassian Harrington.El demonio de ojos oscuros que ha estado acechando cada m*ldito rincón de mi mente desde que lo vi entrar a la catedral.«No. No puedo permitirme pensar en él ahora» digo para mis adentros.
Me paro frente al ventanal, observando la ciudad iluminada bajo la oscuridad de la noche.No porque la vista me parezca impresionante.Sino porque necesito concentrarme en algo que no sea la realidad de esta habitación. Porque quiero respirar y aclarar un poco mis ideas antes de que ocurra cualquier cosa.El reflejo de mi propio rostro en el vidrio me devuelve una imagen serena, controlada. Pero por dentro, todo en mí está al borde del colapso.No presto atención a lo que hay del otro lado del enorme ventanal, mi atención está puesta en el sonido del champán siendo servido en las copas.De pronto siento la presencia de Daniel detrás de mí sin tener que verlo.La energía tranquila con la que se mueve. La seguridad que proyecta en cada acción.La copa aparece en mi campo visual, y solo entonces me giro con lentitud.Daniel me observa con intensidad, con una expresión relajada y de la forma cortes que ha mostrado desde que lo conocí, me extiende la copa.—La vista es hermosa —dice con un
El eco de la voz de Daniel resuena en la habitación mientras habla por teléfono.Su tono ha cambiado. Ya no es el hombre relajado que, hace unos minutos rozó mis labios con los suyos en un intento de acercamiento.Ahora su expresión está tensa, su mandíbula apretada y sus ojos oscuros destilan seriedad absoluta.No sé qué está ocurriendo, pero lo que sea, lo ha sacado por completo de la atmósfera de esta habitación.Apenas se mueve mientras escucha a su padre, pero la forma en la que su mano se desliza por su cabello con frustración me da la respuesta. Algo anda mal.Desde mi posición junto al ventanal, observo su espalda erguida, su postura de hombre de negocios perfectamente entrenado para lidiar con problemas.Bebo otro sorbo del champán, fingiendo naturalidad, incluso cuando el anillo en mi dedo pesa más de lo que debería.La copa en mi mano está fría, pero mis pensamientos son un incendio imposible de apagar.Sé que no tengo derecho a sentirlo, pero la incomodidad se instala en m
El pomo se siente frío bajo mis dedos cuando abro la puerta.Mis pulmones se llenan de aire, pero la bocanada muere en mi garganta en cuanto mis ojos se encuentran con los suyos.Cassian Harrington. «¿Por qué c*rajos vino aquí?»Mis labios se entreabren apenas, y aferro mis dedos con más fuerza al borde de la puerta, pero no me muevo. Él tampoco lo hace, en cambio sus ojos se fijan en los míos, con una intensidad avasallante.Su presencia me sofoca, es como una tormenta que no deja escapatoria.La mirada de ambos queda atrapada en un duelo silencioso.ES innegable que hay algo peligroso en la forma en que sus ojos recorren mi rostro, como si supiera cada pensamiento prohibido que se ha deslizado por mi mente desde la iglesia.El recuerdo de su mano en mi piel, de su cuerpo contra el mío, quemando como un hierro candente.Los segundos se alargan, mientras nos sumergimos en un campo de batalla donde ninguno de los dos cede.Hasta que la voz de Daniel voz rompe el momento.—Padre —mencion
La puerta se cierra con la salida de Daniel, dejando tras de sí un vacío imposible de ignorar, mi mirada se queda fija unos segundos más en la madera, porque a pesar de que estoy feliz con su partida, ya no lo estoy con el hecho de tener que vivir con Cassian en su ausencia.Desvío la mirada y suelto un suspiro corto, mientras que él permanece de pie, con las manos en los bolsillos de su pantalón, observándome con esa m*ldita expresión que solo hace que mis músculos se tensen aún más.No hay ninguna razón lógica para sentirme nerviosa. Pero lo estoy. Porque su presencia es una maldita tormenta contenida en un solo cuerpo.Una que amenaza con arrastrarme con ella. Porque aunque pueda gritarle que esa noche solo fue s*xo, no puedo mentirme a mi misma.Por supuesto que fu s*xo, pero fue el mejor s*xo de mi vida, pero hoy este hombre para mí está prohibido.Él ladea la cabeza con lentitud y la maldita sombra de una sonrisa aparece en la comisura de sus labios antes de dirigirme la palabra.
El primer sorbo de whisky se desliza por mi garganta con un ardor reconfortante. Pero que en este momento siento verdaderamente fresco, lo cual evita el carraspeo por lo fuerte del alcohol.Es estúpido. Beber en mi noche de bodas, en el bar de un hotel, con Cassian Harrington sentado frente a mí. Sin duda es una pésima idea.No obstante bebo otro trago, ignorando la ironía de la situación, ignorando la opresión en mi pecho cada vez que lo miro de reojo y veo su expresión indescifrable, su forma de sostener el vaso, la forma en que sus labios rozan el cristal antes de beber.No debería fijarme en eso. Pero lo hago.Cassian levanta la mirada y la cruza con la mía en el instante en que llevo mi vaso a los labios.Mis dedos se tensan alrededor del cristal, pero no aparto la vista.Sus ojos oscuros se posan en mi boca con un atisbo de diversión, sin embargo no ha dicho nada desde que llegamos a la barra. Solamente se limitó a pedir las bebidas y se quedó en silencio viéndome.—¿Qué pretende