¡¡¡Tenemos suegro!!! Arielle ya conoce a su suegro y su cuñada. ¿Que pasará ahora que sabe quien es Cassian? ¿Se alejarán por respeto a su matrimonio? ¿Cassian se habrá olvidado de ella? Lo sabremmos pronto
El aire frio golpea mi rostro en cuanto cruzamos las puertas de la catedral.«Es oficial, estoy casada»Los flashes de las cámaras iluminan la fachada del templo. Invitados y periodistas se aglomeran para captar el momento en el que Daniel y yo salimos como marido y mujer. Sonrío para ellos, guardando las apariencias, para esta historia perfectamente escrita en la que somos protagonistas sin haber elegido el papel.La mano de Daniel descansa con naturalidad en la curva de mi espalda mientras nos guiamos entre las multitudes hasta la limusina que nos espera para llevarnos hasta la recepción de la boda. Todo sucede demasiado rápido, como si el mundo quisiera asegurarse de que no haya tiempo para titubear. No veo a Rossy por ningún lado, pero si veo a mi papá, quien me da un asentimiento satisfecho porque al fin su plan ha tenido éxito.Nos subimos al vehículo, y las puertas se cierran con un sonido sordo, aislándonos del bullicio, sumergiéndonos en un completo silencio. Es la primera vez
Mi corazón late freneticamente al escuchar su voz llamandome de esa forma. Cassian se apoya contra la puerta, bloqueando la única salida con una calma que me hiela la sangre.Pero no le doy la satisfacción de retroceder.No le doy la satisfacción de mostrarle lo mucho que me afecta su presencia.Deja escapar una risa baja, grave, con esa arrogancia natural que me irrita.—Debiste haberme dicho quién eras —espeta con su voz ronca, mientras con su mano frota su barba.Mi estómago se contrae.Su tono es sereno, pero la forma en que me está viendo dice todo lo contrario.No respondo.Solo lo observo con el mismo desdén con el que él me mira a mí.—O tal vez querías que descubriera la sorpresa —agrega y no se de que carajos habla, yo solo espero que nadie venga, que su presencia en este baño no cause un malentendido, porque lo último que necesito es que me relacionen con este hombre, porque si bien, es cierto que compartimos demasiado, eso fue antes del compromiso, de saber que era el mal
El sonido de la puerta cerrándose aún resuena en mis oídos, Cassian se ha ido, pero no logro moverme. Me quedo quieta, inmóvil por algunos segundos, hasta que logro retomar un poco la compostura. Mis manos se aferran al borde del lavabo con fuerza, como si necesitara sostenerme de algo tangible antes de perder la razón. «Cassian Harrington» El hombre con el que pasé la noche antes de este compromiso. El padre de mi esposo. Y un maldito hombre que aunque me cueste admitir, me atrae demasiado. El aire en el baño sigue impregnado con su presencia, su aroma marino, fresco y profundo que me recorre igual que el eco de su voz deslizándose sobre mi piel. Se siente limpio y poderoso. Mi mandíbula se tensa ante el recuerdo de sus palabras. «Bastardo» Un escalofrío recorre mi columna y, sin pensarlo, abro la llave del agua, dejando que el sonido me devuelva a la realidad. Me inclino hacia el espejo, viendo mi reflejo. Mis mejillas están rojas y lo detesto. —Espero que no lo haya not
Mis dedos rozan los de Cassian cuando coloco mi mano sobre la suya. Es una fracción de segundo, un simple contacto que no debería significar nada. Sin embargo, mi piel se eriza al instante. Su palma es cálida, firme, igual que en todas las ocasiones hasta ahora muestra una seguridad devastadora. No hay vacilación en la manera en que me sostiene, como si fuera natural que mi cuerpo encajara con el suyo. De la manera en la que ya lo hizo antes. «Lo detesto tanto» Pero detesto más lo que mi cuerpo está sintiendo en este momento. Cuando su otra mano se desliza sobre mi cintura y la presiona con sutileza. El calor atraviesa la tela de mi vestido, quemándome en un punto exacto donde nadie puede verlo, pero donde yo lo siento con una intensidad abrumadora. Es demasiado alto y mi rostro queda justo a la altura de su pecho, y cada inhalación que tomo se llena de su fragancia. Un aroma embriagador que se adhiere a mi piel como una m*ldición. Cierro los ojos un instante, tratand
El sonido de los violines y el piano se funde en una sinfonía suave, etérea, casi peligrosa. Como si la música supiera lo que ocurre entre nosotros y se convirtiera en un testigo silente de la tensión que nos consume.Cassian me sostiene con más firmeza. No es brusco, pero no me deja espacio para alejarme.Mi pecho roza con su cuerpo con cada leve movimiento. Su aliento cálido y fresco roza mi piel con cada inhalación. Su olor me rodea.Cierro los ojos un segundo.«Dios. ¿Por qué mi cuerpo reacciona de esta forma?»Su agarre se intensifica sobre mi espalda, como si percibiera mi confusión y la disfrutara.Elevo mi rostro como una tortura autoimpuesta, porque quiero ver sus ojos. Mismos que me están observando.Muerdo mi labio de forma inconsciente y trato de separarme un poco, pero no me deja, su agarre es demasiado fuerte y me siento una desgraciada, porque me gusta que así sea. Porque en este momento no estoy prestando atención a si alguien se ha percatado de esta tensión que seguram
El interior de la limusina es amplio, silencioso, con un lujo discreto que debería hacerme sentir cómoda, pero en este momento sólo intensifica mi inquietud.Me siento junto a Daniel, con las luces de la ciudad destellando a través de las ventanillas. Estamos oficialmente casados.Y en este momento, estamos en camino a nuestra noche de bodas.El anillo en mi dedo pesa más de lo que debería.El vestido de novia, impecable y meticulosamente diseñado para hacerme ver como una reina, me resulta sofocante. Mis pensamientos son un caos.Porque la realidad ha caído sobre mí con un peso aplastante. Solo de pensar que voy a pasar la noche con mi esposo.El hijo del hombre que me tuvo antes que él.Cierro los ojos un instante, reprimiendo el escalofrío que me recorre la piel al pensar en Cassian Harrington.El demonio de ojos oscuros que ha estado acechando cada m*ldito rincón de mi mente desde que lo vi entrar a la catedral.«No. No puedo permitirme pensar en él ahora» digo para mis adentros.
Me paro frente al ventanal, observando la ciudad iluminada bajo la oscuridad de la noche.No porque la vista me parezca impresionante.Sino porque necesito concentrarme en algo que no sea la realidad de esta habitación. Porque quiero respirar y aclarar un poco mis ideas antes de que ocurra cualquier cosa.El reflejo de mi propio rostro en el vidrio me devuelve una imagen serena, controlada. Pero por dentro, todo en mí está al borde del colapso.No presto atención a lo que hay del otro lado del enorme ventanal, mi atención está puesta en el sonido del champán siendo servido en las copas.De pronto siento la presencia de Daniel detrás de mí sin tener que verlo.La energía tranquila con la que se mueve. La seguridad que proyecta en cada acción.La copa aparece en mi campo visual, y solo entonces me giro con lentitud.Daniel me observa con intensidad, con una expresión relajada y de la forma cortes que ha mostrado desde que lo conocí, me extiende la copa.—La vista es hermosa —dice con un
El eco de la voz de Daniel resuena en la habitación mientras habla por teléfono.Su tono ha cambiado. Ya no es el hombre relajado que, hace unos minutos rozó mis labios con los suyos en un intento de acercamiento.Ahora su expresión está tensa, su mandíbula apretada y sus ojos oscuros destilan seriedad absoluta.No sé qué está ocurriendo, pero lo que sea, lo ha sacado por completo de la atmósfera de esta habitación.Apenas se mueve mientras escucha a su padre, pero la forma en la que su mano se desliza por su cabello con frustración me da la respuesta. Algo anda mal.Desde mi posición junto al ventanal, observo su espalda erguida, su postura de hombre de negocios perfectamente entrenado para lidiar con problemas.Bebo otro sorbo del champán, fingiendo naturalidad, incluso cuando el anillo en mi dedo pesa más de lo que debería.La copa en mi mano está fría, pero mis pensamientos son un incendio imposible de apagar.Sé que no tengo derecho a sentirlo, pero la incomodidad se instala en m