Capítulo 222
Rosalba, aunque ciega, escuchó los golpes a Lara y, desesperada, trató de llegar hasta ella a tientas.

—¡Quítate, ciega de mierda! — Lisy la empujó sin contemplaciones, haciendo que Rosalba cayera al suelo, lastimando sus manos con las piedras afiladas.

—¡Esto es una locura! ¡Todos juntos, echémoslos de Rosal! — Algunos aldeanos querían intervenir, pero Nacho y Yolanda los detuvieron.

—Déjenlos, son asuntos de los López. —dijo Nacho—. ¡Cuidado, Lisy tiene un ladrillo en la mano! ¡No se metan, que pueden salir heridos! ¡Además, esto es un estado de derecho, pelear es ilegal! ¡Tendrían que pagar una fortuna en compensaciones!

Los aldeanos, tras escucharlos, dudaron.

—Estos parientes del señor López son unos salvajes — murmuró uno. —Debería preguntarle al señor López si quiere que detengamos a estos tres.

Olya, que había estado observando todo, decidió llamar a Faustino. Pero antes de que pudiera marcar, escuchó un rugido a lo lejos:

—¡Malditos hijos de perra! ¡Si tienen huevos, vengan
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