Epílogo 1.
En un oscuro castillo, apenas iluminado por la luz de las velas, en el reino de Helheim, una bella joven de cabellos negros, miraba hacia la nada, sosteniendo aún el caliente corazón de su amado, dejando caer una lágrima, haciendo que una figura poco corpórea apareciese de la nada, e intentase limpiarla. Pero era en vano, su mano tan sólo atravesaba el rostro de esta.
Él levantó la mano entonces, apoyándola sobre el rostro de su amada, dándose cuenta de que en aquel mom
300 años antes (Siglo XVIII):Todos los miembros del consejo estaban reunidos en la iglesia de San Agnes, todos esperaban impacientes la llegada de aquel al que debían condenar, a ese que tantas muertes había ocasionado a lo largo de los años, ese cuyo nombre era temido por todos los de aquella sala.Thorburn el oscuro, solían llamarle, aunque muchos pensaban que era el mismísimo demonio en persona, pues de qué otra manera podría matar de la forma en la que lo hacía, sin ningún tipo de remordimiento, y sin miedo alguno a ser ejecutado.Las cadenas no podían retener todo su poder, por eso tuvieron que acudir a los brujos blancos del norte para capturarlo, con la promesa de que no harían daño alguno a la congregación, serían los únicos brujos que se salvarían de aquella masacre, y por supuesto, estos aceptaron
En la actualidad…Una joven, en el interior de su habitación, sobre el escritorio, agendaba varias citas en su cuaderno, frustrada con la situación, por culpa de los últimos acontecimientos, en aquella horrible ciudad donde los ricos se aprovechaban de los pobres, donde la codicia, el dinero y el poder era lo único importante en la vida.Cuando se presentó como voluntaria y comenzó a hacer horas extras que nadie le pagaba en aquella pobre protectora, jamás pensó que llegaría tan lejos. A pesar de no haber logrado nada, a pesar de que finalmente habían cerrado el refugio de gatos abandonados del este de la ciudad, se sentía orgullosa, pues había conseguido alojar a casi todos los felinos en varias organizaciones que luchaban por el derecho de los animales en la ciudad.Tan sólo quedaban cinco gatitos en el refugio, y planeaba ir a por ellos esa misma ta
Siglo XVIII…En una fea casucha, en aquella pobre aldea de nómadas, una mujer de cabellos rubios cristalinos, casi grises, postrada en una cama, se encontraba, mientras su esposo, el gran Asir, el druida, sentado en su sillón de madera la observaba. Las matronas ayudaban a su mujer a que diese a luz a su primogénito, el que heredaría todo aquello que el mismo había perdido.La llegada de un nuevo líder, ese que llevaría la justicia a los de su especie, que vengaría las constantes muertes que los humanos habían propiciado contra los brujos.La gloria, eso era lo que esperaba a su hijo, eso mismo fue lo que pidió a los dioses a cambio de un sacrificio humano, de sangre. Había mandado crucificar a su propio hermano, para salvaguardar el destino de la tribu.Aquel niño era su única salvación, ese que tendría el mismísimo poder d
Selena despertó sobresaltada, en la oscuridad de su habitación, tocándose el rostro al recordar el agujero en el refugio para gatos abandonados, por el que caía, se había magullado las manos, así que se las miró, pero comprobó que estaban en perfecto estado. Recordó que caía, caía y … se detuvo en el aire.Había sido un sueño, justo eso, no había ido al refugio aún.¿Qué día era?Se levantó de la cama y corrió hacia el escritorio, en busca de su cuaderno, pero no dio con él, ni siquiera podía encontrar la mochila. Pero … ¿qué demonios estaba sucediendo?Buscó su teléfono móvil, pero ni siquiera podía hallarlo, justo iba a maldecir cuando la puerta de la habitación se abrió, y apareció su madre.¿
En el siglo XVIIIEl pequeño Erwin, sobre los hombros de su padre, jugaba feliz, mientras este le contaba anécdotas sobre los dioses, sobre su propia estirpe de brujos que adoraban las tradiciones paganas, donde los sacrificios de animales y humanos, eran el pan de cada día.Por eso tu eres nuestra única salvación, hijo mío – aseguraba, con calma, mientras este le escuchaba con atención – tu vengarás la muerte de nuestro pueblo, tu acabarás con los cazadores de brujas y con esos curanderos que practican la magia blanca, esa que tiene su origen en los cinco puntos de las estrellas. Los no brujos aprenderán a temerte, y sólo con tu nombre logarás que te veneren como a uno de nuestros dioses.En la actualidad.Erwin, el gran brujo Oscuro se había adaptado bien a los nuevos tiempos, se había mimet
El amor. Ese sentimiento que unieron a sus padres, ese que él nunca llegó a sentir, pues su misión siempre fue lo primero para él, el amor no estaba en su camino, nunca lo estuvo, las mujeres sólo servían para desfogar el fuego que solía visitarle en las noches, pero nada más.Pensaba en ello, mientras guardaba los chuchillos en la cajonera, justo habían terminado un servicio en el restaurante, y parecía que sólo Harry y él eran los que quedaban en él.No soy gay – contestó la pregunta que el otro le hacía, mentalmente, sorprendiéndole.Ya – dijo, secamente, para luego, despedirse con la mano – hoy tengo faena en casa, cierra tú, y ni una palabra a la jefa, o nos matará a ambos – insistió, haciéndole sonreír.Harry se ma
Erwin conducía en su impoluto descapotable, ese que se había agenciado sin pagar ni una sola libra. Era todo un as en el engaño mental. Miró hacia su acompañante, observándola allí, sonriente, mientras la brisa nocturna sorprendía a ambos.Ella no había dicho nada después del beso. Sólo había sido un beso para sellar un pacto, un contrato que los vinculaba a ambos, nada más, ¿no? Entonces por qué sentía aquella sensación al mirarla.Erwin, el oscuro está nervioso – bromeó, ladeando la cabeza para mirarle, haciéndole reír, a carcajadas. Era la primera vez en siglos, desde la muerte de sus padres, que alguien le hacía reír de verdad – cuéntame otra vez cómo vas a hacer para que los demás no pregunten por mí – él sonrió, justo antes de
En aquella pobre aldea nómada, una mujer de cabellos blancos como la nieve y ojos cristalinos como el mar, lloraba la pérdida de un ser amado, mientras el resto de su pueblo la rodeaba, repitiendo un triste cántico que pondría el alma de tan afamado ser a buen recaudo, junto a los dioses.Las lágrimas de la mujer parecían no tener fin, ni siquiera podía retomar fuerzas para dar un grito de esperanza a sus seguidores.Un niño de 10 años de edad atravesó la multitud, soltándose de la mano que lo retenía, corrió y corrió, hasta llegar junto a la mujer del druida, agarró con fuerza su mano, haciendo que esta mirase hacia atrás, percatándose de que su hijo estaba allí para darle fuerzas.El cuerpo sin vida de su amado era quemado en aquel momento por las fieras llamas, frente a ella, en la pila de t