Hela y Seren luchaban la una con la otra, practicando el honorable arte de la lucha. La mujer echó un humo negro sobre ella, pero esta lo detuvo, creando un campo de fuerza de fuego que la protegía.
Loki llegó a Midgard, dejando a aquel humano allí, cerca de la batalla que días antes había tenido con su medio hermano Thor. ¿Vais a dejarme ir? – preguntó el otro, sin comprender, haciendo que este sonriese, con malicia - ¿por qué? Las cosas deben ser como están escritas – admitió – La broma que le hice a Balder, conllevó a su muerte, justo como Hela vio. Mi encierro volverá a producirse, y cuando sea liberado, el fin de los días llegará. Mi venganza, llegará. Gracias – agradeció, haciendo que este mirase hacia el brazo que se aferraba al suyo. Jamás un humano se había atrevido a tocarle con anterioridad – no eres ese dios loco que todo el mundo cree que eres – sonrió, sin decir nada, más que dispuesto a desaparecer – no volveré a acercarme a ella – Loki sonrió, volviendo a observarle. Sucederá, aunque te niegues a aceptarlo – le dijo
Se besaban, apasionadamente, en la ducha, aplacando el fuego que irradiaba de ella, cada vez que él se aferraba a su cuerpo. El agua helada se evaporaba al caer sobre su piel, mientras se aferraba a aquel beso, y él la apretaba contra él, aferrándose a sus nalgas, incapaz de dejarla ir. Se echó hacia atrás, con rapidez, tan pronto como el vestido de ella prendía en llamas, y ni siquiera el agua podía sofocarlo. Sonrió, divertida, al ver su cara de incredulidad, cuando se quedó completamente desnuda, y volvió a ser cubierta por el agua fría, volviendo a evaporar esta. Se aferró a su cuello, y volvió a besarle, desnudándole con rapidez, haciendo que fuese difícil pues sus ropas estaban húmedas. Espera – le detuvo, apretándole contra la pared de la ducha, justo en el lugar en el que el agua no caía – vamos a intentar una cosa – él la miró, algo temerosa, mientras ella sonreía. ¿Qué vas a …? – se detuvo, tan p
Selena sonreía, o quizás debía decir Seren, pues ella ya no era aquella bruja que pensaba ser, en aquel momento era una diosa, y no podía dejar de reír, al pensar en lo que Erwin había obligado a hacer a unos turistas. Los pobres mortales se quitaron la ropa cuando él les convenció con su mente de que era lo que debían hacer. Ambos caminaban por aquel bonito bosque, junto a la cascada, con unas ropas que no eran suyas. Selena se detuvo, divertida, levantando las manos, haciendo que él levantase las suyas y ambas se rozasen. Erwin ya había presenciado aquella escena con anterioridad, quizás fue su sonrisa lo que lo hizo recordar, o la forma en la que ella le miraba, con esa complicidad por la que lo habría abandonado todo. Perdió la sonrisa en cuanto recordó lo que venía a continuación. Selena cayó al prado, sujetándose el vientre, con un fuerte dolor en este, mientras se hinchaba, horrorizada, comprendiendo lo que estaba por suceder.
Thor miraba hacia Mosmodre y Hela con cara de pocos amigos, más que dispuesto a seguir con los preparativos él mismo, a pesar de no saber con exactitud sobre el hechizo, cuando alguien se interpuso en su camino. El padre de todos, Odín apareció de la nada, haciéndole dudar hasta de su propia existencia. Padre… - comenzó, intentando explicar aquella situación, mientras el otro se colocaba en posición de ataque con su impoluta capa de color azul marino, sus cabellos blancos ondeándose con un viento que no parecía soplar por ninguna parte. Thor – reconoció, con voz dura y potente – no esperaba esto de ti – el otro volvió a sacar su careta, mostrándose arrepentido, inocente, pero su padre no se dejaría engañar esta vez – en todos estos años, nos has mantenido engañados… confié en ti… Padre, esto no es … - intentó, nuevamente, convencer a su padre de que aquello era un mal
Epílogo 1. En un oscuro castillo, apenas iluminado por la luz de las velas, en el reino de Helheim, una bella joven de cabellos negros, miraba hacia la nada, sosteniendo aún el caliente corazón de su amado, dejando caer una lágrima, haciendo que una figura poco corpórea apareciese de la nada, e intentase limpiarla. Pero era en vano, su mano tan sólo atravesaba el rostro de esta. Mi amor – llamó ella, haciendo que este la observase, con cautela, sin atreverse a decir palabra alguna – esta vez no dejaré que nadie nos separe – aseguró, comenzando a pronunciar un conjuro maldito, en una lengua muerta, algo que ningún ser vivo conocía ya, al mismo tiempo que introducía el corazón mordisqueado en su pecho, conllevando a que aquella figura comenzase a volverse humana, de nuevo, desde el pecho, hacia las extremidades. Él levantó la mano entonces, apoyándola sobre el rostro de su amada, dándose cuenta de que en aquel mom
300 años antes (Siglo XVIII):Todos los miembros del consejo estaban reunidos en la iglesia de San Agnes, todos esperaban impacientes la llegada de aquel al que debían condenar, a ese que tantas muertes había ocasionado a lo largo de los años, ese cuyo nombre era temido por todos los de aquella sala.Thorburn el oscuro, solían llamarle, aunque muchos pensaban que era el mismísimo demonio en persona, pues de qué otra manera podría matar de la forma en la que lo hacía, sin ningún tipo de remordimiento, y sin miedo alguno a ser ejecutado.Las cadenas no podían retener todo su poder, por eso tuvieron que acudir a los brujos blancos del norte para capturarlo, con la promesa de que no harían daño alguno a la congregación, serían los únicos brujos que se salvarían de aquella masacre, y por supuesto, estos aceptaron
En la actualidad…Una joven, en el interior de su habitación, sobre el escritorio, agendaba varias citas en su cuaderno, frustrada con la situación, por culpa de los últimos acontecimientos, en aquella horrible ciudad donde los ricos se aprovechaban de los pobres, donde la codicia, el dinero y el poder era lo único importante en la vida.Cuando se presentó como voluntaria y comenzó a hacer horas extras que nadie le pagaba en aquella pobre protectora, jamás pensó que llegaría tan lejos. A pesar de no haber logrado nada, a pesar de que finalmente habían cerrado el refugio de gatos abandonados del este de la ciudad, se sentía orgullosa, pues había conseguido alojar a casi todos los felinos en varias organizaciones que luchaban por el derecho de los animales en la ciudad.Tan sólo quedaban cinco gatitos en el refugio, y planeaba ir a por ellos esa misma ta
Siglo XVIII…En una fea casucha, en aquella pobre aldea de nómadas, una mujer de cabellos rubios cristalinos, casi grises, postrada en una cama, se encontraba, mientras su esposo, el gran Asir, el druida, sentado en su sillón de madera la observaba. Las matronas ayudaban a su mujer a que diese a luz a su primogénito, el que heredaría todo aquello que el mismo había perdido.La llegada de un nuevo líder, ese que llevaría la justicia a los de su especie, que vengaría las constantes muertes que los humanos habían propiciado contra los brujos.La gloria, eso era lo que esperaba a su hijo, eso mismo fue lo que pidió a los dioses a cambio de un sacrificio humano, de sangre. Había mandado crucificar a su propio hermano, para salvaguardar el destino de la tribu.Aquel niño era su única salvación, ese que tendría el mismísimo poder d