En la actualidad…
Una joven, en el interior de su habitación, sobre el escritorio, agendaba varias citas en su cuaderno, frustrada con la situación, por culpa de los últimos acontecimientos, en aquella horrible ciudad donde los ricos se aprovechaban de los pobres, donde la codicia, el dinero y el poder era lo único importante en la vida.
Cuando se presentó como voluntaria y comenzó a hacer horas extras que nadie le pagaba en aquella pobre protectora, jamás pensó que llegaría tan lejos. A pesar de no haber logrado nada, a pesar de que finalmente habían cerrado el refugio de gatos abandonados del este de la ciudad, se sentía orgullosa, pues había conseguido alojar a casi todos los felinos en varias organizaciones que luchaban por el derecho de los animales en la ciudad.
Tan sólo quedaban cinco gatitos en el refugio, y planeaba ir a por ellos esa misma tarde, justo después de dar esquinazo a su familia, y a su prometido.
Los Smith era una de las 9 grandes familias que se beneficiaba de los chanchullos de la ciudad, una de las más influyentes, y, por consiguiente, cuando se propusieron construir el mayor centro turístico para ricos, hicieron hasta lo imposible por conseguir echar a los dueños del refugio de gatos abandonados del lugar, y al final… lo consiguieron.
Agarró su mochila, y se la colocó de forma correcta, para luego recogerse el cabello en una despeinada coleta alta, volviendo a bajar las escaleras, pero en vez de salir por la puerta principal, lo hizo por la del servicio, para evitar que su madre pudiese interceptarla, encontrándose por el camino a Maeve.
Cogió tres taxis distintos para llegar a su destino, no porque estuviese lejos, sino porque no quería, bajo ningún concepto, que, si su madre la estaba siguiendo, descubriese el lugar al que se dirigía.
Se saltó la valla de seguridad, y burló al vigilante, para luego deslizarse entre las murallas con bastante agilidad, hasta entrar en las cocinas, comenzando a sisear para llamar la atención de los felinos, sacando del bolsillo pequeño de su mochila un par de latas de comida para gatos.
Los más pequeños aparecieron en seguida, seguidos, por los mayores. Los agarró, con bastante acierto, justo después de que se hubiesen terminado la primera lata, y los metió en la mochila, con sumo cuidado. Estaba más que lista para emprender la marcha, cuando el ruido de la enorme excavadora la sacó de su hipnotismo. Los mininos se agitaron en el interior de la bolsa, algo temerosos con el sonido, y ella tuvo que ingeniárselas para calmarlos desde fuera.
Salió de las cocinas, saltó las murallas, y miró hacia la izquierda, observando a la excavadora, recogiendo los escombros que la perforadora dejaba a su paso.
Fréderic tenía razón, ya habían empezado las obras, pero parecía que llevaban ya bastante rato, tan sólo se alegraba de haber llegado a tiempo de salvar a esos cinco pequeños.
Pisó tierra firme, en el mismo instante que una leve explosión se escuchaba en el lugar, haciendo temblar el suelo, haciendo que incluso las máquinas se detuviesen y los trabajadores se mirasen, sin comprender qué había sucedido.
Un segundo temblor volvió a producirse, la puerta volvió a temblar bajo sus pies, y todos intentaron mantener la calma, sin éxito.
La piedra que aún no había sido intervenida, el asfalto se resquebrajó, y más humo extraño apareció, humeante, saliendo del interior de la tierra. Estaba claro que había algo ahí abajo, lo que no podían siquiera imaginar los presentes era lo que en realidad era.
Unos doce metros debajo de ellos, justo la profundidad del agujero que estaban perforando, una enorme roca con extraños símbolos, rota por la mitad, pues la broca lo había causado. Y parecía que había algo dentro de aquella enorme puerta de hierro, algo que se moría por salir al exterior, poner fin a su cautiverio.
Siglo XVIII…En una fea casucha, en aquella pobre aldea de nómadas, una mujer de cabellos rubios cristalinos, casi grises, postrada en una cama, se encontraba, mientras su esposo, el gran Asir, el druida, sentado en su sillón de madera la observaba. Las matronas ayudaban a su mujer a que diese a luz a su primogénito, el que heredaría todo aquello que el mismo había perdido.La llegada de un nuevo líder, ese que llevaría la justicia a los de su especie, que vengaría las constantes muertes que los humanos habían propiciado contra los brujos.La gloria, eso era lo que esperaba a su hijo, eso mismo fue lo que pidió a los dioses a cambio de un sacrificio humano, de sangre. Había mandado crucificar a su propio hermano, para salvaguardar el destino de la tribu.Aquel niño era su única salvación, ese que tendría el mismísimo poder d
Selena despertó sobresaltada, en la oscuridad de su habitación, tocándose el rostro al recordar el agujero en el refugio para gatos abandonados, por el que caía, se había magullado las manos, así que se las miró, pero comprobó que estaban en perfecto estado. Recordó que caía, caía y … se detuvo en el aire.Había sido un sueño, justo eso, no había ido al refugio aún.¿Qué día era?Se levantó de la cama y corrió hacia el escritorio, en busca de su cuaderno, pero no dio con él, ni siquiera podía encontrar la mochila. Pero … ¿qué demonios estaba sucediendo?Buscó su teléfono móvil, pero ni siquiera podía hallarlo, justo iba a maldecir cuando la puerta de la habitación se abrió, y apareció su madre.¿
En el siglo XVIIIEl pequeño Erwin, sobre los hombros de su padre, jugaba feliz, mientras este le contaba anécdotas sobre los dioses, sobre su propia estirpe de brujos que adoraban las tradiciones paganas, donde los sacrificios de animales y humanos, eran el pan de cada día.Por eso tu eres nuestra única salvación, hijo mío – aseguraba, con calma, mientras este le escuchaba con atención – tu vengarás la muerte de nuestro pueblo, tu acabarás con los cazadores de brujas y con esos curanderos que practican la magia blanca, esa que tiene su origen en los cinco puntos de las estrellas. Los no brujos aprenderán a temerte, y sólo con tu nombre logarás que te veneren como a uno de nuestros dioses.En la actualidad.Erwin, el gran brujo Oscuro se había adaptado bien a los nuevos tiempos, se había mimet
El amor. Ese sentimiento que unieron a sus padres, ese que él nunca llegó a sentir, pues su misión siempre fue lo primero para él, el amor no estaba en su camino, nunca lo estuvo, las mujeres sólo servían para desfogar el fuego que solía visitarle en las noches, pero nada más.Pensaba en ello, mientras guardaba los chuchillos en la cajonera, justo habían terminado un servicio en el restaurante, y parecía que sólo Harry y él eran los que quedaban en él.No soy gay – contestó la pregunta que el otro le hacía, mentalmente, sorprendiéndole.Ya – dijo, secamente, para luego, despedirse con la mano – hoy tengo faena en casa, cierra tú, y ni una palabra a la jefa, o nos matará a ambos – insistió, haciéndole sonreír.Harry se ma
Erwin conducía en su impoluto descapotable, ese que se había agenciado sin pagar ni una sola libra. Era todo un as en el engaño mental. Miró hacia su acompañante, observándola allí, sonriente, mientras la brisa nocturna sorprendía a ambos.Ella no había dicho nada después del beso. Sólo había sido un beso para sellar un pacto, un contrato que los vinculaba a ambos, nada más, ¿no? Entonces por qué sentía aquella sensación al mirarla.Erwin, el oscuro está nervioso – bromeó, ladeando la cabeza para mirarle, haciéndole reír, a carcajadas. Era la primera vez en siglos, desde la muerte de sus padres, que alguien le hacía reír de verdad – cuéntame otra vez cómo vas a hacer para que los demás no pregunten por mí – él sonrió, justo antes de
En aquella pobre aldea nómada, una mujer de cabellos blancos como la nieve y ojos cristalinos como el mar, lloraba la pérdida de un ser amado, mientras el resto de su pueblo la rodeaba, repitiendo un triste cántico que pondría el alma de tan afamado ser a buen recaudo, junto a los dioses.Las lágrimas de la mujer parecían no tener fin, ni siquiera podía retomar fuerzas para dar un grito de esperanza a sus seguidores.Un niño de 10 años de edad atravesó la multitud, soltándose de la mano que lo retenía, corrió y corrió, hasta llegar junto a la mujer del druida, agarró con fuerza su mano, haciendo que esta mirase hacia atrás, percatándose de que su hijo estaba allí para darle fuerzas.El cuerpo sin vida de su amado era quemado en aquel momento por las fieras llamas, frente a ella, en la pila de t
Un hombre de piel pálida, ojos claros y cabello negro se hallaba sentado en su trono, sonriente, con una maquiavélica sonrisa, inigualable allí donde vivía. Su larga túnica de color esmeralda resplandecía, y sus ojos inyectados en sangre aclamaban venganza.Su sonora y espeluznante carcajada ensordeció el lugar, mientras en su mente veía aquello que ansiaba conseguir. Pero ni siquiera pudo saborearlo, pues en ese justo instante, una muchacha de cabellos rojos, como el fuego, entró en la estancia.Su rostro afligido lo dijo todo, él no necesitó preguntar qué había sucedido, aun así, la joven sentía la necesidad de decirlo.Se la han llevado – declaró. Aquel majestuoso ser se puso en pie, sin aparentemente ninguna expresión en su rostro, al mismo tiempo que la muchacha ca&iacut
En una pequeña caballa, cubierta por un cielo nocturno repleto de estrellas, una joven de cabellos rojos como el fuego, descansaba. Su sueño no era más que un recuerdo de aquellos que con esmero la buscaban.“Una mujer con una gran sonrisa miraba hacia una hermosa bebé que descansaba en su cuna negra, esa que su madrina le regaló nada más nacer.Apártate de ella – espetó un hombre, llegando a la habitación de la pequeña. Ese hombre tenía el cabello oscuro, era alto y fuerte, con ojos claros, que se iluminaron tan pronto como dirigieron la vista hacia aquel pequeño ser – la asustarás.La niña sonrió y levantó las manitas, cerrándolas y abriéndolas, con ligereza, hacia aquella que adoraba, su amada madrina, esa que era como una hermana para ella, pues la cuidaba y la consent