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Cap. 3. El Chef del restaurante.

Selena despertó sobresaltada, en la oscuridad de su habitación, tocándose el rostro al recordar el agujero en el refugio para gatos abandonados, por el que caía, se había magullado las manos, así que se las miró, pero comprobó que estaban en perfecto estado. Recordó que caía, caía y … se detuvo en el aire.

Había sido un sueño, justo eso, no había ido al refugio aún.

¿Qué día era?

Se levantó de la cama y corrió hacia el escritorio, en busca de su cuaderno, pero no dio con él, ni siquiera podía encontrar la mochila. Pero … ¿qué demonios estaba sucediendo?

Buscó su teléfono móvil, pero ni siquiera podía hallarlo, justo iba a maldecir cuando la puerta de la habitación se abrió, y apareció su madre.

  • ¿Qué haces aún aquí? – preguntó, atónita – Harry ha llamado del restaurante, quiere saber por qué no estás allí.

  • ¡Mierda! – se quejó - ¿qué hora es? – miró hacia su reloj de pulsera, y volvió a maldecir unas cuantas veces más antes de coger su chaqueta y salir de la habitación, mientras su madre la seguía.

  • Pronto no tendrás que soportar esto – insistía – en cuanto te cases con el hijo del señor Smith, ya no tendrás que trabajar, nena.

  • Me gusta mi trabajo – se quejó ella, para luego dar un leve beso en la mejilla a su madre y salir de la casa, cogiendo un taxi justo en la puerta.

En el restaurante “El Cazador” un extraño hombre vestido como cualquier otro de la actual época entraba en el salón, mirando hacia su alrededor, observando la decoración con motivos de caza. Era un importante restaurante de comida gourmet donde solían cocinar carne, la más exquisita de toda la ciudad.

  • Buenas tardes – le saludó el metre, levantando la vista para observarle, quedándose boquiabierto en cuanto lo vio. Era un hombre alto, cabello rubio y ojos claros, buen porte, y muy guapo - ¿tiene reserva?

  • He oído que están buscando un nuevo chef – dijo el susodicho, haciendo que Harry dejase de pensar en todo lo demás y se fijase sólo en él – vengo desde muy lejos, y …

  • ¿Qué? – preguntó el otro, con incredulidad – debe hacer un plato de degustación, si pasa ese pequeño examen ante la jefa, podrá quedarse.

  • Estupendo – aseguró él, haciendo crujir sus dedos - ¿cuándo empiezo?

Selena entró por la puerta del restaurante, después de haber discutido en la puerta con el pesado de Frederick, que de nuevo le hacía ver lo denigrante que era ser dueña de un vulgar restaurante, pudiendo ser dueña de un hotel, como el que iba a construir en el refugio de gatos abandonados.

  • Selena – la llamó Harry, con su eventual pluma y desparpajo, llegando hasta ella.

  • He tenido un día de m****a – se quejaba ella, aunque se paró a pensar en ello, quizás sólo había sido un sueño, probablemente lo habría sido – o no.

  • No te vas a creer quién ha venido – insistía, mientras ella se quitaba la chaqueta y la colgaba en la percha, para luego entrar en las cocinas, donde Susane y Paul bromeaban con un tipo que ella no conocía.

  • ¿Quién es ese? – quiso saber, luciendo despreocupada.

  • De eso quería hablarte – añadió, pero antes de haber pronunciado palabra alguna, el susodicho se dio la vuelta, haciendo que ella se sorprendiese al verle, no porque le recordase, ella no tenía ni idea de quién era él, pero había algo en él, algo que le parecía extremadamente misterioso. Ante aquel pensamiento, él tan sólo pudo sonreír, pues era más que obvio que estaba leyendo la mente de todos los que se encontraban en aquella sala – te presento a nuestro nuevo Cheff, Erwin Thorburn.

  • ¿Nuevo chef? – preguntó, sin dar crédito, volviendo la vista hacia el tipo encargado que solía dejar al mando cuando ella estaba por ahí, salvando animalillos de una muerte segura - ¡Ni siquiera me lo has consultado!

  • Prueba uno de los platos que ha preparado, te vas a caer de espaldas cuando…

  • No podemos permitirnos el contratar a un cheff – insistió la muchacha, mientras Erwin le cedía el plato, con unas pequeñas hamburguesas minis que él mismo había preparado. Podía hacer cualquier cosa, era el mejor brujo que había osado aparecer sobre la faz de la tierra.

  • Sólo quiero un lugar dónde quedarme a cambio – pidió él, haciendo que ella se percatase de su llegada hasta ellos – Harry me ha dicho que hay un sofá en el despacho.

  • De ningún modo – se quejó ella, haciendo que él sonriese por dentro, ella era diferente a cómo pensaba que sería, eso era todo – el despacho no está para… - ella perdió el hilo, al fijarse en sus labios, que dibujaban una perfecta sonrisa en ese justo instante, haciendo que se olvidase hasta de su propio nombre.

  • En ese caso… me voy – respondió, haciendo que Harry levantase la mano, indicándole que se esperase un momento.

  • ¿Estás loca? Deja que se quede en el despacho unos días, hasta que puedas pagarle algo – insistía.

  • No pienso dejar a un extraño en mi despacho – se quejó ella, mientras Harry volvía a insistir.

  • Nunca estás aquí, necesitamos a un chef de verdad, Selena. Así tendrías más tiempo para tus ayudas humanitarias, y lo sabes.

  • Media jornada – lanzó hacia él – te pagaré 600, así que no puedes quedarte en el despacho – él sonrió, mostrándole todos sus perfectos dientes.

  • Trato echo – aceptó, entregándole la mano que luego ella estrechó. Ambos se observaron, con detenimiento. Había una fuerte atracción entre ambos, y a él pareció divertirle en exceso.

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