En el siglo XVIII
El pequeño Erwin, sobre los hombros de su padre, jugaba feliz, mientras este le contaba anécdotas sobre los dioses, sobre su propia estirpe de brujos que adoraban las tradiciones paganas, donde los sacrificios de animales y humanos, eran el pan de cada día.
En la actualidad.
Erwin, el gran brujo Oscuro se había adaptado bien a los nuevos tiempos, se había mimetizado con los demás, pasando incluso desapercibido de los cazadores de brujas, esos que parecían no existir en aquel tiempo.
Tomó prestada una casa, por la que no pagaba ni una mísera libra, pues sus dotes para meterse en la mente de los demás y hacerle ver cosas que no eran ciertas, había sido perfeccionada con los años.
Trabajaba en el mejor restaurante de carne del país, cuya dueña era nada más y nada menos que una Rhys, pero … ¿qué mejor lugar para infiltrarse que aquel? Tendría información de primera mano sobre los poderosos de la ciudad, en sus jugosas mentes, y podría engañarles, averiguar más sobre aquella nueva realidad, entender qué era lo que iba a hacer en un mundo donde la venganza por la que fue creado, se había quedado obsoleta. Tan sólo necesitaba, innovar, eso era todo.
Aquella joven, aquella chica Rhys era diferente a cualquier otra chica que hubiese conocido, y era normal, en su tiempo las mujeres no tenían las ideas de ella, al menos no las cazadoras, porque su madre… creo que él podía ver similitud entre ambas.
Selena Rhys era una chica diferente, no era como esas chicas de su época que sólo intentaban cazar a un buen marido que las protegiese, ni como las actuales, que sólo quería dilapidar la fortuna del marido, ella no se casaba con ese tipo por amor, parecía obligada a hacerlo por petición de sus padres, pero tenía sus propias ideas, y por supuesto no estaba dispuesta a abandonar sus sueños, su restaurante, por aquel palurdo que tenía por prometido.
Ella cerró los ojos, viendo en su mente un par de escenas violentas, temiéndolas al pensarse a sí misma en la misma habitación, con aquel tipo, de nuevo. Al mismo tiempo que Erwin las veía, molesto, y no entendía por qué estaba tan furioso, tan sólo quería acabar con ese tipo, justo estaba decidiendo ahogarlo con el champagne, cuando la mente de uno de los clientes de la sala le mostró algo que le hizo salir de sus pensamientos.
“Según las leyes, no puedo enamorarme de una bruja, un cazador jamás puede… pero ella es tan fogosa en la cama…” – pensaba el susodicho, haciendo que el brujo se concentrase, intentando encontrar a aquel tipo, justo lo había hecho cuando ella resopló, pasando por su lado, haciéndole salir de sus pensamientos.
Él sabía que le caía mal, en cierta forma, sólo por haber aparecido de improviso, obligándola a pasar menos tiempo en el restaurante, a centrarse en la boda, pues tenía la excusa perfecta para hacerlo, a pesar de que le apetecía cero.
“Estúpido Fréderick – la escuchó – si crees que vas a vender mi restaurante, estás muy equivocado – la forma en la que cortaba el pan era tremendamente temeraria – y si piensas que esta noche voy a dejar que me tomes como a una…”
Sonrió, con malicia, haciendo que ella dejase de reírse, y parpadease un par de veces, para cuando volvió a abrir los ojos ambos estaban en la terraza, junto al almacén.
El amor. Ese sentimiento que unieron a sus padres, ese que él nunca llegó a sentir, pues su misión siempre fue lo primero para él, el amor no estaba en su camino, nunca lo estuvo, las mujeres sólo servían para desfogar el fuego que solía visitarle en las noches, pero nada más.Pensaba en ello, mientras guardaba los chuchillos en la cajonera, justo habían terminado un servicio en el restaurante, y parecía que sólo Harry y él eran los que quedaban en él.No soy gay – contestó la pregunta que el otro le hacía, mentalmente, sorprendiéndole.Ya – dijo, secamente, para luego, despedirse con la mano – hoy tengo faena en casa, cierra tú, y ni una palabra a la jefa, o nos matará a ambos – insistió, haciéndole sonreír.Harry se ma
Erwin conducía en su impoluto descapotable, ese que se había agenciado sin pagar ni una sola libra. Era todo un as en el engaño mental. Miró hacia su acompañante, observándola allí, sonriente, mientras la brisa nocturna sorprendía a ambos.Ella no había dicho nada después del beso. Sólo había sido un beso para sellar un pacto, un contrato que los vinculaba a ambos, nada más, ¿no? Entonces por qué sentía aquella sensación al mirarla.Erwin, el oscuro está nervioso – bromeó, ladeando la cabeza para mirarle, haciéndole reír, a carcajadas. Era la primera vez en siglos, desde la muerte de sus padres, que alguien le hacía reír de verdad – cuéntame otra vez cómo vas a hacer para que los demás no pregunten por mí – él sonrió, justo antes de
En aquella pobre aldea nómada, una mujer de cabellos blancos como la nieve y ojos cristalinos como el mar, lloraba la pérdida de un ser amado, mientras el resto de su pueblo la rodeaba, repitiendo un triste cántico que pondría el alma de tan afamado ser a buen recaudo, junto a los dioses.Las lágrimas de la mujer parecían no tener fin, ni siquiera podía retomar fuerzas para dar un grito de esperanza a sus seguidores.Un niño de 10 años de edad atravesó la multitud, soltándose de la mano que lo retenía, corrió y corrió, hasta llegar junto a la mujer del druida, agarró con fuerza su mano, haciendo que esta mirase hacia atrás, percatándose de que su hijo estaba allí para darle fuerzas.El cuerpo sin vida de su amado era quemado en aquel momento por las fieras llamas, frente a ella, en la pila de t
Un hombre de piel pálida, ojos claros y cabello negro se hallaba sentado en su trono, sonriente, con una maquiavélica sonrisa, inigualable allí donde vivía. Su larga túnica de color esmeralda resplandecía, y sus ojos inyectados en sangre aclamaban venganza.Su sonora y espeluznante carcajada ensordeció el lugar, mientras en su mente veía aquello que ansiaba conseguir. Pero ni siquiera pudo saborearlo, pues en ese justo instante, una muchacha de cabellos rojos, como el fuego, entró en la estancia.Su rostro afligido lo dijo todo, él no necesitó preguntar qué había sucedido, aun así, la joven sentía la necesidad de decirlo.Se la han llevado – declaró. Aquel majestuoso ser se puso en pie, sin aparentemente ninguna expresión en su rostro, al mismo tiempo que la muchacha ca&iacut
En una pequeña caballa, cubierta por un cielo nocturno repleto de estrellas, una joven de cabellos rojos como el fuego, descansaba. Su sueño no era más que un recuerdo de aquellos que con esmero la buscaban.“Una mujer con una gran sonrisa miraba hacia una hermosa bebé que descansaba en su cuna negra, esa que su madrina le regaló nada más nacer.Apártate de ella – espetó un hombre, llegando a la habitación de la pequeña. Ese hombre tenía el cabello oscuro, era alto y fuerte, con ojos claros, que se iluminaron tan pronto como dirigieron la vista hacia aquel pequeño ser – la asustarás.La niña sonrió y levantó las manitas, cerrándolas y abriéndolas, con ligereza, hacia aquella que adoraba, su amada madrina, esa que era como una hermana para ella, pues la cuidaba y la consent
En la antigüedad…En los frondosos bosques, cerca de la aldea de los Tups, un pueblo nómada que no hacía daño a nadie, con sus creencias y su magia ancestral, un pequeño niño de ojos claros, fuerte y cabellos rubios, jugaba junto al lago, enseñando a su padre los minerales que él mismo había encontrado.Coge solo los que brillen – le dijo, con esa voz grave que le caracterizaba – haremos un bonito collar para tu madre – el niño sonrió, y volvió al agua, agachándose al ver algo que brillaba en el interior del agua.Mientras, un hombre ajeno, observaba la escena, mientras aquel que era como un hermano para él, le molestaba con sus continuas insinuaciones.Ese niño es como un cerdo – comparaba – lo vas a criar, a cebar, y luego dejaréis que Mosmadre lo mate.
En aquella oscura noche sin luna, un lobo negro, de grandes garras y dientes afilados, aparecía de la nada, como si de humo se tratase, sonriente, como si realmente pudiese reír como cualquier mortal. Vifil es uno de sus nombres, aunque sólo su señor le llama de esa forma, en realidad, la mayoría le conoce como Váli, y no siempre tuvo ese aspecto, antaño fue un apuesto joven, que cometió el terrible error de desafiar a los Dioses. Pero en esta historia, no hablaremos sobre como este apuesto hombre terminó convirtiéndose en tal bestia rabiosa.Aquel ser miró hacia su izquierda, observando como una bella joven de cabellos oscuros, aparecía detrás del humo, con la mitad de su rostro desfigurado, volviéndose humano poco a poco, a medida que ella misma lo iba ordenando.Sus cabellos negros pronto se tiznaron de rubio, y su piel de ultratumba fue cogiendo un color
Selena se echó hacia atrás, intentando separarse de él, pero él se abalanzó sobre ella, agarrándola de la cintura, volviendo a besarla, incapaz de romper esa conexión.“No tengas miedo” – le calmó, en su mente, intensificando entonces el beso, introduciendo su lengua en su boca, sorprendiéndola. La besó durante un largo rato, parecía que él sabía exactamente lo que estaba haciendo, aunque ella era inexperta, pues el idiota con el que iba a casarse sólo le daba simples besos en los labios, como quien besa a un hermano en la cara.Él se separó entonces, despacio, mientras ella seguía con los ojos cerrados, sintiendo la brisa sobre el rostro. Abrió los ojos, de golpe, percatándose de que se encontraba en otro lugar, y no parecía sólo una alucinación.Tele transporte – co