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4. De compras con una dulce bebé

Tano:

Raquelita se ofreció amablemente a ayudarme con María E, lo agradecía eternamente ya que Marina tenía no sólo el día libre, sino la semana completa y hoy; lunes apenas.

—Te habéis creído lo de ser padre, ¿Qué no?—dice Nathan, escupiendo su veneno.

Lo veo con el ceño fruncido, ruedo los ojos en señal de aburrición y Raquel lleva a la bebé en la parte de atrás, de inmediato la bebé empieza a llorar, supongo que es por hambre. No me equivoco, podré ser tonto pero no tanto.

—Deberíamos aparcar en la farmacia, Tano. Esta chavala está hambrienta y necesitamos fórmula—dice preocupada, con súplica y la bebé también.

—Claro, porque este idiota— señaló a Nathan y le doy un puño en el hombro con la mano que tengo disponible—, no compro la fórmula, solo los biberones, yo creo que deberíamos llevarla al pediatra—acotó y ella asienta con la cabeza.

—Perfecto pero ahora si debe comer. No ha comido nada en toda la mañana, se morirá—dice al borde de un colapso.

Gracias al cielo, encontramos una farmacia, el autoservicio está despejado e inmediatamente pido una lata de fórmula para bebés de la edad entre 3 a 4 meses de edad, definitivamente adoro a estos personajes de la salud, inmediatamente ven a María Elvira y me dan la fórmula con unas botellas de agua sellada, un biberón esterilizado y Raquel prepara todo para darle de comer a ese ser indefenso. Me siento pésimo, soy un tonto que no sabe ni como atender a su hija… «mi hija».

Inmediatamente después de pagar, veo como sus manitas toman su biberón, para ser una bebé pequeña, es muy comelona, se engulle totalmente la leche, y, cuando acaba el mismo líquido blanco, pide más a gritos.

¡DIOS!

—Ahora te daré otro biberón, solo dame tiempo, Nath, necesito que la detengas en lo que hago su fórmula y sácale el aire, debe de sacarlo para que pueda comer bien de nuevo—dice Raquelita, embelesada en la bebé de mejillas regordetas y con colorete.

Nathan la toma en brazos, hace lo que Raquel indica, la pone a horcajadas en su pecho, palpa su espalda ligeramente esperando que la bebé saque el aire, en cuanto la bebé eructa, el liquido blanco sale de su boca, provocando el enojo del idiota de Nathan por ver su saco Armani todo lleno de vómito; —¡Qué me haz estropeado el saco, joder! —dice molesto mientras Raquel se ríe y toma a María E, yo solamente me rio y aparcamos ya en el centro comercial.

Raquel insistió en comprarle unos conjuntos de ropa a la bebé, mientras que las dependientas de las tiendas, prácticamente se arrojaban a mis brazos al ver que cargaba a la bebé y les decía que era mi hija, todo un sexy papá soltero.

—Cómo que me voy a conseguir un bebé, trae buen imán para las tías—espetó Nathan, riendo patéticamente y ganándose más mi impaciencia.

—Raquelita, segura que María E necesita todo esto—digo viendo los mil conjuntos de vestiditos rosa y amarillo, varios bodis en colores pastel, pijamas y… ¿pantuflas? Pero si no camina.

Ella sonríe y deja a la bebé en la carriola qué compro Nathan, de hecho, no se ni porque lo hizo, la niña regresará con su mamá está misma tarde, de eso me encargo yo.

—¡Claro! Ella necesita lo mejor y aun nos falta la cuna, la silla para el auto y más biberones, termos con agua caliente y la olla esterilizadora de biberones. Aquí solo estamos comprando una parte, además no debes ser tacaño con tu hija. Falta mucho. Y necesita urgente un baño—acota molesta por mi actitud, me lanza una mirada asesina y yo, sonrió en son de paz y me rindo, me rindo ante estas dos mujeres.

—Esta bien, aunque mi padre no está de acuerdo con que me quede con la niña—expreso.

—Él nunca estará de acuerdo con nada, hijo. Tu deber es cuidar y proteger a esta niña, además… se ve que ambos se necesitan, Nathan, por favor ayúdame con esto—le dice al inútil que sigue coqueteando con las chicas del stand de ropa de bebé.

María Elvira está tranquila, risueña y debo acoplarme a esta dulce princesa.

(***)

—La bebé efectivamente tiene cuatro meses, deduciendo el tiempo genético, su piel y sus encías, esta por cumplir los cinco meses en unas dos semanas, tiene sus vacunas principales, las primeras tres y estaba bien cuidada, no te asustes de eso—dice el pediatra que atendía a mis hermanas.

Hable con papá hace unos minutos y el gustoso me dio el contacto del pediatra, estaba notando que, aunque seguía molesto, estaba un poco más tranquilo al ver que me estaba tomando enserio el papel de padre y, que mañana Raquel se encargaría de la bebé y debíamos contratar a otra asistente así de eficiente como ella, me esperaba mañana a primera hora para empezar a poner al corriente con el estado de la empresa y mis obligaciones como el nuevo ceo.

Las palabras del doctor me habían dejado más tranquilo, aunque tenía muchas preguntas al respecto de que darle de comer y como comunicarme con ella.

—Ella aun esta en la etapa de empezar a balbucear, con balbucear me refiero a que dirá palabras como; “Agua, bbb, aww, etc.”, así que debes de estar atento también a sus tomas de fórmula, la elección fue buena para ella y quiero verlos aquí en 15 días—dijo el doctor amablemente.

Estreche su mano, tomando a mi hija en los brazos y encaminándome hacia la salida de su consultorio. Un “Felicidades” se escucho detrás de mi espalda, cuando volteamos con Raquel y mi bebé… Constanza se encontraba ahí con su hermana.

¡Qué más podía pasar!

—Veo que te diviertes con una de tus bastardas—dice Constanza con desdén hacia mí hija.

Le entregó a Raquel a la bebé, analizó a Constanza de pies a cabeza y me hago la pregunta del millón; ¿Qué demonios hacia con una mujer prepotente, odiosa y horrible de corazón? Esa no era la forma de expresarse de mi hija.

Tomó aire y valor, me pongo frente a ella y las personas nos ven con pena y de reojo. —Ella es mi hija, se llama María Elvira, no es ninguna bastarda. Es mi adoración, mi princesa, una dulce mujer que conquistó lo que tu no pudiste en tres años… mi corazón le pertenece y no le tomo más de dos minutos para tenerme a sus pies y hacer de mi lo que quiera. Ahora, si nos permites, nos retiramos. Vamos Raquel—espete.

Ella se queda con la palabra en la boca y nos enfilamos al auto, Nathan nos espera en el mismo y nos dispondremos a ir a casa, esta noche será complicada.

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