Tano:
Raquelita se ofreció amablemente a ayudarme con María E, lo agradecía eternamente ya que Marina tenía no sólo el día libre, sino la semana completa y hoy; lunes apenas.—Te habéis creído lo de ser padre, ¿Qué no?—dice Nathan, escupiendo su veneno.Lo veo con el ceño fruncido, ruedo los ojos en señal de aburrición y Raquel lleva a la bebé en la parte de atrás, de inmediato la bebé empieza a llorar, supongo que es por hambre. No me equivoco, podré ser tonto pero no tanto.—Deberíamos aparcar en la farmacia, Tano. Esta chavala está hambrienta y necesitamos fórmula—dice preocupada, con súplica y la bebé también.—Claro, porque este idiota— señaló a Nathan y le doy un puño en el hombro con la mano que tengo disponible—, no compro la fórmula, solo los biberones, yo creo que deberíamos llevarla al pediatra—acotó y ella asienta con la cabeza.—Perfecto pero ahora si debe comer. No ha comido nada en toda la mañana, se morirá—dice al borde de un colapso.Gracias al cielo, encontramos una farmacia, el autoservicio está despejado e inmediatamente pido una lata de fórmula para bebés de la edad entre 3 a 4 meses de edad, definitivamente adoro a estos personajes de la salud, inmediatamente ven a María Elvira y me dan la fórmula con unas botellas de agua sellada, un biberón esterilizado y Raquel prepara todo para darle de comer a ese ser indefenso. Me siento pésimo, soy un tonto que no sabe ni como atender a su hija… «mi hija».Inmediatamente después de pagar, veo como sus manitas toman su biberón, para ser una bebé pequeña, es muy comelona, se engulle totalmente la leche, y, cuando acaba el mismo líquido blanco, pide más a gritos.¡DIOS!—Ahora te daré otro biberón, solo dame tiempo, Nath, necesito que la detengas en lo que hago su fórmula y sácale el aire, debe de sacarlo para que pueda comer bien de nuevo—dice Raquelita, embelesada en la bebé de mejillas regordetas y con colorete.Nathan la toma en brazos, hace lo que Raquel indica, la pone a horcajadas en su pecho, palpa su espalda ligeramente esperando que la bebé saque el aire, en cuanto la bebé eructa, el liquido blanco sale de su boca, provocando el enojo del idiota de Nathan por ver su saco Armani todo lleno de vómito; —¡Qué me haz estropeado el saco, joder! —dice molesto mientras Raquel se ríe y toma a María E, yo solamente me rio y aparcamos ya en el centro comercial.Raquel insistió en comprarle unos conjuntos de ropa a la bebé, mientras que las dependientas de las tiendas, prácticamente se arrojaban a mis brazos al ver que cargaba a la bebé y les decía que era mi hija, todo un sexy papá soltero.—Cómo que me voy a conseguir un bebé, trae buen imán para las tías—espetó Nathan, riendo patéticamente y ganándose más mi impaciencia.—Raquelita, segura que María E necesita todo esto—digo viendo los mil conjuntos de vestiditos rosa y amarillo, varios bodis en colores pastel, pijamas y… ¿pantuflas? Pero si no camina.Ella sonríe y deja a la bebé en la carriola qué compro Nathan, de hecho, no se ni porque lo hizo, la niña regresará con su mamá está misma tarde, de eso me encargo yo.—¡Claro! Ella necesita lo mejor y aun nos falta la cuna, la silla para el auto y más biberones, termos con agua caliente y la olla esterilizadora de biberones. Aquí solo estamos comprando una parte, además no debes ser tacaño con tu hija. Falta mucho. Y necesita urgente un baño—acota molesta por mi actitud, me lanza una mirada asesina y yo, sonrió en son de paz y me rindo, me rindo ante estas dos mujeres.—Esta bien, aunque mi padre no está de acuerdo con que me quede con la niña—expreso.—Él nunca estará de acuerdo con nada, hijo. Tu deber es cuidar y proteger a esta niña, además… se ve que ambos se necesitan, Nathan, por favor ayúdame con esto—le dice al inútil que sigue coqueteando con las chicas del stand de ropa de bebé.María Elvira está tranquila, risueña y debo acoplarme a esta dulce princesa.(***)—La bebé efectivamente tiene cuatro meses, deduciendo el tiempo genético, su piel y sus encías, esta por cumplir los cinco meses en unas dos semanas, tiene sus vacunas principales, las primeras tres y estaba bien cuidada, no te asustes de eso—dice el pediatra que atendía a mis hermanas.Hable con papá hace unos minutos y el gustoso me dio el contacto del pediatra, estaba notando que, aunque seguía molesto, estaba un poco más tranquilo al ver que me estaba tomando enserio el papel de padre y, que mañana Raquel se encargaría de la bebé y debíamos contratar a otra asistente así de eficiente como ella, me esperaba mañana a primera hora para empezar a poner al corriente con el estado de la empresa y mis obligaciones como el nuevo ceo.Las palabras del doctor me habían dejado más tranquilo, aunque tenía muchas preguntas al respecto de que darle de comer y como comunicarme con ella.—Ella aun esta en la etapa de empezar a balbucear, con balbucear me refiero a que dirá palabras como; “Agua, bbb, aww, etc.”, así que debes de estar atento también a sus tomas de fórmula, la elección fue buena para ella y quiero verlos aquí en 15 días—dijo el doctor amablemente.Estreche su mano, tomando a mi hija en los brazos y encaminándome hacia la salida de su consultorio. Un “Felicidades” se escucho detrás de mi espalda, cuando volteamos con Raquel y mi bebé… Constanza se encontraba ahí con su hermana.¡Qué más podía pasar!—Veo que te diviertes con una de tus bastardas—dice Constanza con desdén hacia mí hija.Le entregó a Raquel a la bebé, analizó a Constanza de pies a cabeza y me hago la pregunta del millón; ¿Qué demonios hacia con una mujer prepotente, odiosa y horrible de corazón? Esa no era la forma de expresarse de mi hija.Tomó aire y valor, me pongo frente a ella y las personas nos ven con pena y de reojo. —Ella es mi hija, se llama María Elvira, no es ninguna bastarda. Es mi adoración, mi princesa, una dulce mujer que conquistó lo que tu no pudiste en tres años… mi corazón le pertenece y no le tomo más de dos minutos para tenerme a sus pies y hacer de mi lo que quiera. Ahora, si nos permites, nos retiramos. Vamos Raquel—espete.Ella se queda con la palabra en la boca y nos enfilamos al auto, Nathan nos espera en el mismo y nos dispondremos a ir a casa, esta noche será complicada.Tano:Está es la primera noche con una bebé, con una mujer… una mujer qué no protestar a al dormir o eso es lo que yo creo.Llamé a Marina, le pedí, le implore que regresará mañana mismo, que tenía problemas en casa y que la necesitaba urgente, ella quedó preocupada y dijo que estaría a primera hora. Raquel y Nath me ayudaron a ordenar la casa y la habitación que María Elvira iba a ocupar, pero como no se quedaría por mucho tiempo a mi lado, no hice mayor cosa; la cuna, el mosquitero y algunos juguetes que le ayudarían a dormir, fueron los primeros que metimos a mi habitación, Raquel insistió en que la niña no podía dormir sola, debido a las altas posibilidades de una “Muerte de cuna”, carajo, ¿en qué cabeza cabía eso?—Bueno, esta princesa merece un baño y a la camita—Dijo Raquel, cantadito y con muchísimo amor y cuidado.Nath empezó a reír en son de burla, viendo como yo estaba acomodando la tina para bañar a la pequeña, coloque lo que debía e inmediatamente Raquel nos obligó a entr
Tano:La bebé estaba profunda, cuando por fin macarena la dejó en su cuna, empezó el fogueo… la empotre en la pared, besando cada parte de su exquisita piel, subiendo su camisón de encaje totalmente a su cintura, dejando contemplar la desnudez de su abdomen y las torneadas piernas que tiene.Ella gime y habla entre susurros, si esto es el preámbulo, pues vamos bien.—¡Mmmm! Me excita estar aquí, empezando a seducir a un chulo papá soltero… eres demasiado sexy—dice entre gemidos.Juego con la lycra de su bikini, estirando y metiendo mi mano en medio de sus piernas, palpando ese punto dulce que la hace enloquecer, gime ver a de mi oído, uno de los dedos entra en su humedad, haciéndola temblar. Estoy tan cachondo que me urge sin duda alguna poseerla.Sus ojos destellan con una mirada lujurioso, pidiendo más de lo que estoy dando, mientras que mi mirada se pasea por todo el sensual cuerpo que estoy a punto de poseer. Bajo totalmente sus bragas hasta el piso, la desnudos con delicadeza, po
Narrador omnisciente:Tano fue muy decidido a la cita con el pediatra, internamente se sentía con miedos, pero desde que la pequeña de ojitos avellana había llegado a su vida, él se había convertido en un ser más sensible, con más fuerza para seguir la vida.Llegaron al pediatra por fin, con ojeras pronunciadas y una bebé risueña, entraron al consultorio donde el médico los atendió gustoso, explicó que no debía de darle ese tipo de cosas a una bebé de cuatro meses y que ya estaba próxima a cumplir los cinco.Era una bebé muy fuerte, no por algo era la hija de ese madrileño rebelde, que a pesar de sus errores e inexperiencia, trató de acomodarse a una bebé que llegó de la nada.—Bueno Tano, tu niña con este medicamento estará mejor y, dándole su biberón a tiempo. Puedes armarle una rutina de sueño y de movimiento libre desde ya—expreso el galeno.Tano se sorprendió porque no sabía de qué rayos estaba hablando el doctor, era inexperto en el mundo de la paternidad.—¿Qué carajo es eso de
Tano:Había llegado a la oficina, luego del incidente en servicios familiares. Quedé en una cita con la tronchatoro y, esta vez no llevaría a la niña y menos a Raquelita.Pará mí fortuna, estaba pálido y me miraba espantoso, cuando gire la vista hacia la derecha, estaba ella ahí.Esa colombiana de cabellos azabache, blanca como la nieve y ojos verdes casi grises, sus labios carnosos color rosa y esa mirada imponente me habían hecho recordar inmediatamente la madrugada en esa playa majestuosa y la resaca de ese mismo día, andando la llegada de María E el día siguiente.Ella no me vio, así que pase de largo junto con Raquel y la bolita de azúcar qué con todo se reía.—Tano, debo de empezar a entrevistar a las chicas, tu padre se encuentra en la planta viendo unos ensambles que se animo a probar—Dijo Raquel, entregándome a la bebé en brazos.La pequeña pelusa estaba muy sonriente, la cargue y bese su cabeza. Eso me había hecho sentir miserable, era tanto el miedo que tenía de fracasar co
Catalina:El mundo es demasiado pequeño, las casualidades existen y está era confirmación de eso.Aquel madrileño bohemio y loco que conocí en Santa Marta, sería mi nuevo jefe, Raquel, su ex asistente me contó todo lo que había pasado y me sorprendí, aunque sabía que el tipo era capaz de criar a una niña, también estuve consiente de que tendría miedos y que el mote que tan bien se cargaba cuando le conocí, estaba a punto de terminar aquí.Una niñita preciosa había domado su corazón, se notaba a kilómetros el amor que sentía por “Bodoque” y aunque el no quisiese reconocerlo, le estaba pasando.—¿Cómo averiguaras todo eso?—expresó Raquel, preocupada por el futuro de esos dos.Es que era incierto porque, aunque Tano estuviera dispuesto, él no sabía nada sobre bebés, yo menos pero tenía la ventaja de haber cuidado a mis hermanos pequeños y esa era una gran ventaja.—Fácil, solo quiero el nombre completo de la bebé, buscaremos en el sistema de registros de las personas, tu me acompañaras e
Tano:Amanecí con unos pies pequeños en la cara, esa pelotita era un relojito para dormir y no hablo de lo puntual, sino que caminaba como la aguja de un reloj, sin dejarme a mi conciliar sueño.Aunque tuviera su habitación para ella sola, determine que odiaba estarme levantando para caminar e ir por ella de nuevo, así que, la cuna que desde un principio había comprado; la que pensé que sería un gasto innecesario, ahora era la salvación que tenía.—¡Buenos días a esa cosita preciosa!—dijo Marina, entrando a la habitación con Raquel nuevamente.Yo no sabía si Raquel se quería instalar aquí o madruga a o, en dado caso, no dormía. Me sentía protegido, un amor de madre que siempre me hizo falta porque, aunque papá me cuidara y fuera su favorito, no era igual esa sensibilidad y ese amor tierno de madre.No quería que María E, pasara por ese proceso como yo y menos sin padre, ayer había sido un completo idiota al querer darla a servicios familiares y, aunque la “denuncia” había quedado, deb
Tano:Después de salir de servicios familiares, lleve a Catalina a comer un helado, yo seguía siendo ese niño de 14 años que enamoraba a la chica que en verdad le gustaba. Constanza se había llevado muchos cosas buenas de mi corazón, pero no por eso no haría lo imposible para reconstruirlo, sanarlo y enamorar a esa colombiana que me estaba ayudando con mi hija.—¿Ósea que el de chocolate te da alergia?—pregunte.Ella se rio y asintió, comiéndose un helado de piña colada.Me parecía algo irrisorio que alguien fuese alérgico al chocolate, ¡JODER!.—Claro, es que pues aja, así nace uno y que puede hacer. Ahora bien, ¿por dónde empezaremos a buscar a la madre de María E?—espeto, limpiándose la comisura de los labios con la lengua.Ese gesto era jodidamente sensual, todo me parecía sexy.Llevaba días de abstinencia, estaba cachondo por todo y tan solo la risa de esa mujer y su icónico “Ajá” me encendían.Luego recordé que María E cumpliría cinco meses la semana próxima y debía de hacer alg
Tano:Inmediatamente tome a Catalina de la mano, fuimos huyendo hacia casa, no podía dejar que el bodoque con patitas estuviera llorando, tenía miedo, eso siempre reinaba en mí. Me estaba volviendo loco al volante, pero Catalina me tranquilizó dándome un beso en la mejilla.No podía ser algo normal que me e cariñara tan pronto con un ser que había llegado de la nada a mi vida. Y menos, de una chica que era un poco más joven que yo. —Hazme el favor de llamar a Raquelita y pregúntale como sigue la pelota. —¿La pelota?—Así le digo a María E, es un mote chulo —Chulo no es, pero bueno. Ella llamo a Raquel quien de inmediato respondió la llamada, mientras que María Elvira seguía gritando a horrores. —Tano, cántale—Dijo Catalina, mientras que me veía con pena. Mi cara lo expresaba todo y eso me ponía mal, el solo hecho de escuchar llorando a mi hija, me desgarraba. —¿Yo, cantar?—Si Tano sin miedo, canta así como me cantaste en Santa Marta—expresó la pelinegra preciosa. Contemplándo