Inicio / Romántica / El Madrileño: CEO en apuros / 3. María Elvira se queda conmigo
3. María Elvira se queda conmigo

Tano:

Entré al despacho de mi padre, como era habitual en este lugar; humo por el tabaco y su vicio de fumar todo el tiempo. Una chimenea se quedaba corta con esta habitación y el culpable que fumaba sin parar.

Veo como esta todo, fotos de mi madre en todo el espacio de pared, fotos mías y de mis hermanas, él se da cuenta de mi llegada y se levanta de su asiento, me apretuja en un abrazo eterno, si que lo necesitaba pero no podía demostrarlo. No ahora.

—Querido hijo, hasta que por fin llegas decente a estas instalaciones, cuéntame… ¿Qué te trae por acá?—dice dándole una buena calada al cigarrillo.

Mis nervios no pueden más, es demasiada la presión que ejerce su sola mirada en mi ser. Mi padre siempre ha sido un hombre muy ocupado, intimidante, muy pero muy exigente y sobre todo… protector. Tal vez no se note lo íntimo, pero siempre está al pendiente de mí.

—Pa…—tomó aire y dejó de tartamudear—, Papá, tengo tres noticias y creo que dos de ellas no te gustaran pero, ahí van—acoto.

Él sonríe y me ve con mucho orgullo… tengo miedo de lo que pueda pasar.

—La primera es que acepto el legado de industrias Rodríguez, creo que mereces ya descansar—ya va una menos, mi frente y mis manos empiezan a sudar frío.

—Pero que pasada hijo, estoy orgulloso de ti—dice sonriendo, está a punto de abrazarme cuando, de repente lo freno.

—La segunda es que ya no me caso con Constanza, la muy ingrata me engaño con su novio de la niñez, me dejó por ese hombre tan importante y la tercera es que… eres abuelo—así sin más, solté lo que me tenia atado a las bolas.

Veo que palidecer, tambalea en su mismo sitio y de inmediato me acerco para ayudarle a mantenerse de pie.

—¿Abuelo de qué?—dice confundido.

¿En serio no me dirá nada por lo de Constanza?

Al querer explicarle, escucho un llanto estruendoso, Raquel trata de calmar a la bebé y mi papá me ve con ojos de furia, esta realmente molesto. Él sale directamente hacia la recepción, va echo una furia y yo le sigo por detrás.

—¿De quién es esa bebé?—espeta molesto contra Raquel, mientras ya Nathan se encuentra con los pañales y biberones, hasta una carriola de color rosa.

—Papá, vamos adentro y hablemos por favor, debes escucharme—le imploro de buen modo.

Esta situación me tenia mal, apenas había empezado esta locura llamada “paternidad” y quería salir corriendo de ahí.

Todos los trabajadores pararon de nuevo de hacer sus cosas y centrarse entre la disputa que teníamos en esa recepción, una señora de 57 años, un vividor con 23 años, un bohemio de 28 y un padre furica, escudriñando con la mirada a esa bebé que no tenía culpa de nada.

—¿Esta es la hija que quieren clavarte? ¿A caso no te enseñe que era un puto condón?—grito en desmedida.

Todos reían de solo escucharlo, yo solo quería hacerme pequeño, quería volver a ser niño sin responsabilidades, solo quería quedarme ahí y no salir más.

—Ella es María Elvira, mi hija, te guste o no. No se quien diablos sea su madre pero, asumiré cuidarla y criarla. Yo más que nadie se que es crecer sin madre y seria el colmo que lo haga también crecer sin un padre; como tu me criaste solo. Yo también puedo. ¿O nos aceptas con mi hija o me largo hasta del país con María E? Tu eliges papá… Ahhh… y me llevo a Raquel conmigo también—digo con rabia.

No sabía quién era la niña, de dónde venía o que había pasado pero, la corazonada y la sangre llamaban. Obviamente me quedaría con ella en lo que llegaba la intervención de servicios familiares e indaga an sobre la corta vida de ese indefenso ser.

—Haz lo que quieras, pero eso sí… tu no sabes criar a un hijo. Devuélvela a su madre y pinto bien los cojones, busca a Constanza y deben casarse en tres meses. Ahora largo de mi vista y todos, chivatos de m****a, a trabajar.—

Sin duda mi padre estaba molesto, tome a María E, cuando me escucho y sintió mi calor, se calmo. Otro motivo más para encariñarme con esta niña.

Nathan solo me vio, Raquel me acompaño hasta el ascensor, fue por su cartera y corrió con nosotros.

El apoyo de estos dos me sería demasiado y solo con ver a la bebé calmada y risueña, me dejaban mucho que seguir anhelando y sabía que por ella, yo debía de cambiar.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo