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10. Amor que nace del alma

Tano:

Amanecí con unos pies pequeños en la cara, esa pelotita era un relojito para dormir y no hablo de lo puntual, sino que caminaba como la aguja de un reloj, sin dejarme a mi conciliar sueño.

Aunque tuviera su habitación para ella sola, determine que odiaba estarme levantando para caminar e ir por ella de nuevo, así que, la cuna que desde un principio había comprado; la que pensé que sería un gasto innecesario, ahora era la salvación que tenía.

—¡Buenos días a esa cosita preciosa!—dijo Marina, entrando a la habitación con Raquel nuevamente.

Yo no sabía si Raquel se quería instalar aquí o madruga a o, en dado caso, no dormía. Me sentía protegido, un amor de madre que siempre me hizo falta porque, aunque papá me cuidara y fuera su favorito, no era igual esa sensibilidad y ese amor tierno de madre.

No quería que María E, pasara por ese proceso como yo y menos sin padre, ayer había sido un completo idiota al querer darla a servicios familiares y, aunque la “denuncia” había quedado, deb
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