Tano:Seguimos buscando en las direcciones en donde la malagueña había vivido por un largo tiempo, pero era imposible hallarla, como buscar una aguja en un pajar.—Lo mejor será que continuemos mañana, la bebé ha de estar desesperada de no escucharte y verte—expresó Catalina, quien se afianzaba fuertemente de mí mano.Este viaje estaba siendo bueno, entre mil cosas negativas, yo veo el vaso medio lleno y eso era importante, no me sentía tan perdido en este arcoíris que me tenía en un sube y baja de emociones y entre ellas, la confusión de sentimientos entre Catalina y Pilar… ¡joder!.—Tienes razón, pequeña. Nos tocara regresar a casa y mañana seguir con la búsqueda, esto me tiene tenso—acote.—La encontraremos Cayetano, no te desesperes, por favor—con su rostro hermoso me convenció de regresar a casa. —Sabes, si tu te vas mi amor, yo me quedaría vacío, no me dejes solo, ayúdame a seguir… por favor—dije viéndola a sus bellos ojos. Ella sonrió y me dio un tremendo beso en los labios,
Catalina:Ver a Cayetano Rodríguez eufórico, ese lado salvaje y agresivo que habita en lo más profundo de su ser, había sido traumatizante, comprensible pero a la vez letal.Aquí estaba yo, sin la mitad de mi corazón, porque era él con quien yo quería sonreírle a la vida, soñando con lo que nunca será porque, aquí estamos en busca de la madre de su hija, con la mujer que él debe de estar.Nathan estaba inconsciente y era para menos con la paliza que le clavo Tano, dejándolo morado de todas partes y quitándole la cara de idiota, no podía creer lo que le había dicho y menos, de poner en tela de juicio la dignidad que quedaba de Pilar Martín.Llegamos al hospital universitario de Málaga, dando yo los pocos datos que sabía de Nathan y firmando que me hacía cargo de él, llamé nuevamente a Raquel, mientras que Marina se quedaba con María E y acomodaban os la situación de Tano en la cárcel y un idiota moribundo, bien dice el dicho; “El que por su gusto muere, hasta la muerte le sabe a gloria
Cayetano:Me perdí en su boca con sabor a miel, en esos ojos verdes preciosos, y sólo de tomarla de la melena azabache, me hicieron olvidar en el lugar donde estábamos.Me separe un poco de ella, dejando sutiles besos de poco por sus deliciosos labios, sintiendo como me subía de inmediato a la gloria, ella sabía a pecado y a milagro, una sensación tan delirante.—No… no vuelvas a hacer eso Cayetano Rodríguez—dijo en un hilo de voz.Sabía que sentía lo mismo que yo, que estaba excitada y que sus bragas en estos instantes estarían húmedas y ¡joder!, Qué delicia sólo de imaginarla húmeda por mí, pero, Marina me sacó de mis más lujuriosos pensamientos y junto con mi padre, me llevaron a María Elvira, quien estaba molesta de andar tan tarde en la calle por mi culpa.—Esta bebé necesita dormir con su papá—dije, haciéndole pucheros divertidos, pero ella estaba molesta, era demasiado celosa.—Hoy es justo que duerma con el abuelo, ¿no crees? ¿Qué dices tú, cosita preciosa?—Dijo, mientras bodo
Tano:Amanecer besándole hasta el dedo más pequeño del pie, fue todo un éxtasis y anhelo despertar así por mucho tiempo, porque esto que estaba viviendo, no lo había vivido nunca. Pude estar a punto de casarme, pero no me había sentido vivo, con esperanzas de amar, con la sed de reclamar su cuerpo todo el tiempo, con sentirla cerca de mí, con poseerla de todas las formas habidas y por haber… ella era esa dosis que necesitaba mi vida para acentuarse.Catalina Granados era la mujer perfecta para mí, y no sólo en cuestión del amor, sino que todo su magnífico cuerpo era como el candado de mi llave, encajaba a la perfección en todo sentido y me sentía afortunado.—Quiero que vivamos juntos—solté sin más.Ella se quedó callada, quieta y dejó de jugar con los dedos de mi mano, la cual tenía empalmada a la suya.—Me pides demasiado Cayetano… por ahora no podemos, pero piensa en que en un futuro pues, ajá—enfatizó, mientras acariciaba mi rostro con sus manos de ámbar.—¿Por qué demasiado?—Sé
Tano:Salimos del hotel cinco estrellas, de la mano como dos enamorados y tomamos un taxi rumbo a casa, ya eran las nueve de la mañana, no quise llamar a casa porque sabía lo que me esperaba… una de las mujeres de mi vida estaría molesta conmigo y, con justa razón.Catalina iba nerviosa, hablando de cosas sin sentido, mientras que trataba como de no hacerme daño, diciéndome que después de esta noche que habíamos pasado, no había nada después.—¿Estas tratando de alejarme?—fije molesto.Ella evitó mi mirada, desviándola hacia la ventana, tomé su mano y la acaricie, bese el dorso de la misma y le gire el rostro hacia mí, con mucha delicadeza.—Si es por como te hice mi mujer anoche, perdóname, soy un idiota—dije, mientras el taxista se aclaró la garganta.Ella se puso de color tomate, queriéndome sacar los ojos.—Cayetano, no hables de esto, no ahora—¿Entonces? ¿Cómo quieres que esto funcione, si no me dices que es lo que te pasa? Estábamos tan bien hace una media hora.—Solamente teng
Pilar:Una mujer castaña había llegado a visitarme en el apartamento de Janice diciendo ser la mejor amiga de Cayetano Rodríguez, el padre de mi hija.La recibí pero, en cuanto vi que era la ex prometida, sabía que esto se pondría turbio, más por el hecho de que era italiana, eso me aterraba más y no me había dado la confianza que me dio la pelinegra de ojos redondos y saltones, una bella costeña extranjera, porque en su acento, me di cuenta que no era de aquí.Siempre fui sólida y me mantuve, quise irme lejos del país, pero no quería morir en un lugar donde no podía recordar mis raíces, porque sabía que iba a morir, pero ahora con todo el drama que se me vendría encima, había preferido largarme del país. Sabía que María Elvira estaba en excelentes brazos y cuidada por el hombre que alguna vez sentí llegar a amar.—¿Qué necesitas?—dije haciéndome la fuerte.Ella soltó una risa de descaro, se sentó frente a mí y Janice se quedó de pie, esperando a que yo le dijera que la echara, pero n
Catalina:Tenía tantos silencios, tanta agonía porque sabía que debía renunciar a lo que fuera que tuviera con ese madrileño hermoso, yo quisiera quedarme abrazándolo, sentir el calor de su pecho, pero no me corresponde, ahora debo cumplir mi promesa, por el bien de bodoque, y que Pilar tenga lo que ha soñado; una bella familia. Desperté con una sonrisa, sabía que era la entrada a mi infierno, al silencio que debía guardar y prepararme, porque estaba tratando de entregar lo mejor de mí, mi corazón. Anoche que llegué, ya todos dormían, tengo en el celular muchas llamadas perdidas de Cayetano, de Raquel y de Sarita, pero quería vivir mi duelo, ese que se fundía en mi alma y en su amor; su amor se volvería resistente a lo que pasara, y eso me reconfortaba, él era terco, un animal salvaje y que no razonaba, pero le tocaría hacerlo a la fuerza, a la brava por que ajá.Me duche, me vestí y salí directo a la habitación donde estaba él y bodoque.Se me salían los pies enormes de la cama, mi
Tano:Me despedí de mi hija y sin decirle nada a Raquel, porque obviamente había escuchado, me fui a divagar la mente, a caminar y esperar a que las cosas se calmaran, obviamente Catalina estaba por matarme de la ansiedad. Esa colombiana me estaba volviendo loco y dependiente a ella. Yo sabía que tenía un problema con el amor y enamorarme de verdad de quien lo mereciera, pero ella se había convertido en mi marca personal de heroína. Era mi droga, esa dependencia total y no podía dejarme vencer fácil, ella me había mentido con eso del supuesto amor que tenía en Colombia y quien sabe donde ¡joder!.Llame a Marina, sabía que ella podría contactarme a Sarita, la amiga loca de Catalina y así poder pedirle explicaciones, muchas explicaciones.El teléfono sonó dos veces y por fin Marina respondió.—¿Esta todo bien en casa?—preguntó.—Si Marina gracias. Necesito que me encuentres la dirección donde vive Catalina y el numero de contacto de Sarita, la amiga de ella.—Tano, dime que es lo que es