Salí de ahí

Prepare la comida, sabía que ese día estaría pronto en casa porque su jefe tendría un coctel al que no tendría que ir y al que me aseguro que no desea asistir así que imagine que llegara para pasar la tarde juntos. Él tenía fuertes problemas de carácter así que como su esposa debía ayudarlo. 

Esperándolo me quedé dormida cuando desperté era oscuro casi las doce y el juego de llaves sonaba con fuerza en la puerta. No podía abrir, fui quite los cerrojos y abrí la puerta, arrastraba su saco y la camisa llena de besos y mojada de licor. No sé si me rompí por que aun sentía algo por el o solo porque me pateo el orgullo. 

—¿Qué? —me pregunto con brutalidad cuando vio mi rostro de enfado. —tengo el derecho de divertirme … 

Pero ya estaba rayando en el límite, no estaba lista para soportar más, a menos que el me asegurara que intentaría cambiar, el amor que tenia se había acabo. 

—Creo que debemos hablar esto no está funcionando —se detuvo en el tercer escalón antes de seguir su camino a la habitación.

—¿Que estás diciendo?

Trato de intimidarme pero me mantuve firme aunque el miedo si estaba entrando en mi cuerpo, y recorriendo todas mis terminaciones nerviosas, se que vendría sobre mi pero tenía que intentarlo. Salvar esto si era posible, lo amaba. 

—Estuve investigando sobre tu estado de ánimo no es normal, necesitas ayuda profesional para controlar todo ese estrés, antes no eras así …

—¡¿Estuviste hablando de mí?!— Caminé unos pasos atrás, su grito fue aterrador. De eso estaba hablando. No podía comentarle nada ya que todo lo hacía explotar. —¿Frente a quien me difamaste?

—Es un psiquiatra, él es un profesional no va a contar nada, el secreto profesional se lo impide. 

—Dime te acostaste con ese tipo, ¿Te conseguiste un amante?— su mirada se transformó en un psicópata a punto de matar — ¡te juro que si te revolcaste con él te voy matar! —nunca en mi vida tuve tanto miedo, sabía que tenía que huir, pero aún tenía que mostrarme valiente para que no se creyera que podía hacerme lo que quisiera. 

—¿Qué? No. De que está hablando como me crees capaz de hacer algo así yo no… 

Se dejo venir furioso di media vuelta y traté de correr a la cocina para tomar un cuchillo, ¿Con quién me había casado? era un demente. Me alcanza y me jala de la coleta 

—No me vas a ver la cara de estup1d— alzo su mano, me tomo de la muñeca y estuve en mi limite, ver su mano venir sobre mi rostro fue lo último que recibí de él. No llegue a la cocina pero la mesa sobre el pasillo tenía un jarrón con flores. Lo tome con ambas manos cuando el golpe me impuso sobre él, lo estrelle contra  su cabeza. Lo vi caer al piso con un chorro de sangre saliendo por un lado. Me sentí aterrada, era un hombre conocido, yo siempre en este encierro ¿Quién me creería? 

No era nadie no me iba a creer, subí corriendo las escaleras. Preparé una maleta con mis cosa me vestí con algo más ligero y oscuro. Sali de la casa. Antes llame al novecientos once para que le atendieran. No pretendía que muriera, ni siquiera lo quería, deseaba que estuviera vivo deseaba que me amara. 

 A una cuadra me quede observando cuando salían con él, sobre una camilla y los subían a una ambulancia, aún estaba vivo. ¡Aún está vivo!

Decidí no volver me mataría y yo no quería una vida así, llena de agresiones y golpes jamás se atrevió a golpearme, esa fue la gota que derramo el vaso. Llame a mi padre y con su ayude pude irme lejos solo con lo necesario. 

Tiempo actual… 

El aroma a lavanda estaba por dentro del auto, los asientos de piel, y él olía a fragancia masculina, no me atrevía a mirarlo. Se que sus ojos estaban sobre mí, aun cuando tiene puestas unas gafas de sol. !Que ridículo! ¿con esas gafas en un espacio cerrado? Pienso y tuerzo los labios. Pero eso le da un toque muy varonil, Lo siento diferente, reservado y distante. Como un completo desconocido, su loción es diferente, ¿Me preguntaba si habría ido a terapia?

Siento una sensación extraña con él, mirándome así, como si quisiera descifrarme, no me atrevo a mirarlo aunque lo deseo con toda el alma. Bajamos del auto, hay un jet encendido al que me hacen subir, el vuelo dura unas cuantas horas. Tuve que amamantar a mi bebe en el jet y fue bastante incomodo. Aunque nunca me miro, descendemos nuevamente en San Francisco.

Subí a otro auto y en todo el camino solo fue el silencio entre ambos. 

Peter balbucea y noto que le sonríe a su padre. No pensé que mi hijo fuera un pequeño traidorcito. Creo que es cierto eso de que “la sangre llama”, si hubiera tenido el valor me habría presentado frente a él para contarle que nuestra relación tuvo frutos, era lo único bueno que surgió de todo esto. No puedo hacerlo tenía miedo que con él se comportará como lo hizo conmigo y no iba a exponer a mi hijo a maltratos. Veo que acerca su mano y giro a mi bebe a hacia la ventanilla, no puedo permitir que se le acerque es más fuerte que yo, tengo miedo que lo lastime. Siento que me mira penetrante, me reprocha. 

El auto se detiene después de atravesar una reja y dar un giro a una enorme fuente, un hombre me abre la puerta, Vicenzo se baja rodea el auto y me quita a Peter;

—¡No!, —discuto — ¡Oye devuélvemelo! —se detiene me hace una señal de silencio y sigue hacia adentro de la casa. —me obliga a seguirlo, está rodeado de tres hombres que me impiden acercarme a Vicenzo.—Dale un baño, vístelo con ropa —se lo está entregando a una mujer con ropa de institutriz. Yo me quedo parada, sin saber que hacer, siento que lo estoy perdiendo. 

 “Vístelo con ropa” y que se supone que es lo que trae puesto. 

—No Vicenzo, ¿A dónde se lo llevan no por favor?

—Tú y yo vamos a hablar — me toma de la muñeca y me lleva con él, siento una corriente eléctrica correr por mi brazo, no puedo creer que aun siento algo por él y no es odio. No siento desagradable que me toque y tampoco tengo miedo. Quizás porque se defenderme. Volteo atrás y veo perderse a mi bebe al final de unas escaleras. —Él va estar bien, es mi hijo nunca le hare daño a él.

¿A él no? Me pregunte. 

—¿Y a mí sí? —me detuve y me solté de su mano, volví por donde venia para ir por Peter yo no tenía nada que hacer aquí. Y él no tiene el derecho de ser el padre de este niño.

Me toma de la cintura y me carga con tanta facilidad siento una corriente eléctrica correr por toda mi espalda y mi vientre que es donde ha colocado sus brazos, me mueve como si yo fuera solo una pluma, me hace entrar en una habitación, sus brazos son fuertes su calor sobre mi es diferente, y me agrada, creo que empiezo a odiarme a mí misma por dejarme llevar por esas sensaciones tan agradables.

 En la sala, hay un piano y un mini bar, las paredes blancas y los pilares azules, la alfombra plateada bordada de hojas grandes. Y una enorme ventana de medio sexagonal, giro y tengo a Vicenzo cerca de mí, muy cerca. Con un traje de diseñador a la talla, elegante fino y muy pulcro. El su rostro está perfectamente afeitado y su cabello bien peinado. Parece otro, tiemblo y siento que va besarme, lucho contra mis deseos de que lo haga, o de provocarlo.

—No tengo nada que hablar contigo —lo veo sobre mí, se ha quitado las gafas y sus ojos tienen un azul más encendido del que recordaba, profundiza en mí su mirada y me hace sentir respeto por el—¿Qué quieres?, yo no deseo volver contigo

Pero no me alejó siento que desea besarme, es un poco más alto de lo que recuerdo, siento como un escalofrío corre por mi cuerpo al percibir su aroma, estoy completamente loca. Quisiera verme en un espejo en este momento porque siento que no luzco nada bien ni a su altura

—Perdona por no pedirte permiso, Eres mi esposa, ¿no? Tienes un hijo mío, ¿no? Creo que tu lugar es aquí junto a mí y si te comportas podre ser bueno contigo—Me rio y siento que eso es un reto para castigarme—, ¿Como te atreviste a dejarme sin esa posibilidad de ver crecer a mi hijo? 

¿Ni siquiera me reclama el haberle roto un jarrón en la cabeza? tal vez le provoque alguna amnesia.

—¿Como te atreviste a maltratarme?, ¿a insultarme?, a golpearme!—parece que no sabe de lo que hablo, me mira con extrañeza bajo los hombros y se hace ligeramente atrás, no sé si siente culpa o ¿qué? pero sus ojos están muy desconcertados— ¿Qué me dices tú?, cuando él tenía derecho a una vida alegre tranquila crecer como un niño sano, feliz. Contigo serian miedo injusticias, insultos, agresiones, llantos. No iba permitir un vida así para Peter…

—¡Peter! —repitió el nombre de nuestro hijo mirándome nuevamente a los ojos, tenía mucho asombro, sonríe, le gustaba que hubiera escogido ese nombre, era algo que significaba mucho para él, el nombre de su padre. Bueno si, el hombre era atento y amable. Lo recuerdo de hace años, cuando me case con Vicenzo su padre ya había fallecido. Y algún día sabía que esto iba a suceder este acercamiento. No podía esconderme todas la vida pero esperaba que cuando esto pasara Peter fuera más grande y pudiera entender las cosas. 

Se aleja y camina por la sala, veo la oportunidad de salir y correr a buscar a Peter, al menos deberé intentarlo. 

—Ya está lista tu habitación —me corre un miedo por la espalda cuando escucho su voz y me paralizo —, si deseas puedes dormir aquí, o salir por la puerta, pagare tu vuelo de avión a donde quieras, o ir a dormir a casa de tus padres pero, Peter se quedará conmigo escuchaste, soy su padre y tengo todo el derecho de estar junto a él y el placer y obligación de ver por su bienestar, tú decides.

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