La música estaba por todos lados, altavoces potentes que iban a la par del ambiente distendido en ese club nocturno, Madison se la estaba pasando de lo mejor sin alejarse demasiado de la desconocida, su nombre era Adelaida; resultó ser una amigable mujer, la conoció a las afueras de aquel recinto.
—¡¿Puedes ver desde aquí a ese tipo de allá?! —exclamó animada, ya se dibujaba en su cara una pícara expresión.El bullicio era terrible y casi era imposible escucharle, pero alcanzó a hacerlo, y su gesto le confirmó que iría a por ello.El sujeto que ella estaba señalando parecía dominante, incluso a la distancia. Tenía un traje, sí, un poco extraño que llevara corbata. Se miraba tan formal para la ocasión, pero al mismo tiempo imperioso.—No me digas que... —no le dio tiempo a decir más, ya se estaba alejando de su persona, mientras contorneando las caderas también capturaba la atención de varios.Se dirigió a la barra, ansiosa por una copa, no era asidua al alcohol, pero ella misma era consciente de que necesitaba hacer cosas diferentes en su vida y salir de ese molde en el que había estado metida. No porque bebiera algo esa noche se iba a convertir en una mala persona. Además, estaba completamente segura de que no perdería el control.Quería olvidarse de la tediosa realidad, y es que aunado a la inclinación por vivir nuevas experiencias, la acalorada discusión con su padre terminó de empujarla a terminar allí. ¿Realmente debía estudiar leyes? Madison no quería estar atada a un sueño que no le pertenecía, era un objetivo que su progenitor le estaba imponiendo y no lo que ella deseaba hacer. No tenía la culpa en absoluto de que en su momento su papá no lograra convertirse en un exitoso abogado.Ella tenía que seguir su propio camino.Bufó.Sacudió la cabeza para olvidarse de aquel mal rato. Y, se sentó sobre ese taburete, cerca de la barra antes de acomodarse el apretado vestido, que muy ceñido le quedaba. La elección rápida para una esporádica salida.Ya solo esperaba que no le jugara una mala pasada. Con la escasa tela, pues todo podía ocurrir. Una pieza, un tanto atrevida, a juzgar por su corte en el pecho, y tela que solo sobre las rodillas alcanzaba a tapar, su brillante material terminaba de volverlo sugestivo.—¿Qué le puedo servir, señorita? La especialidad de la...—Lo más picante que tenga, aguarda... Lo más fuerte —pidió sin titubeos.—Bien... —elevó las cejas, un poco sorprendido, antes de embaucarse en la preparación.Madison quedaba maravillada de la habilidad con la que el chico de fuertes brazos preparaba la bebida.¿En serio se perdió de todo eso?El barman hizo su especialidad, dándole una bebida de apariencia azulada. No quería verse inexperta, por lo que, sacó lo mejor de sí, fingiendo que no era esa su primera vez en un club.—Aquí tiene, Blue Long Island Cocktail... —le reveló en una pronunciación en inglés perfecta.—Perfecto, gracias.Llevó a sus labios la copa adornada por una rodaja de limón, después de mover ligeramente el líquido con una pajita.Era Vodka, ginebra, tequila dorado...Pudo experimentar ese nivel agridulce, pero balanceado, en su paladar. Así fue como pasó de tomar una sola copa a beberse una ronda que la alejaba cada vez más de estar en todos sus sentidos y consciente de la realidad.—¡Otra por favor! —arrastró las palabras, riendo sin motivo alguno.Por supuesto, ya estaba siendo el centro de atención. Aunque la mayoría seguía en lo suyo, bailando, hablando, divirtiéndose. De pronto, Madison se subió a la barra, moviendo sus caderas al ritmo de la canción.—Pero... ¿Qué es lo que está haciendo? —se preguntó la chica de hace rato, Adelaida, con una sonrisa en el rostro, pero ya no reparó en ello, había algo más interesante por hacer, como seguir el coqueteo con el trajeado.—¡Vamos, todos, tienen que divertirse! ¡No pierdan el tiempo, la vida es una sola! —exclamó, muchos ya aplaudían, ella hacía el ridículo, sin embargo a esas alturas ya no sé cohibía por nada.Luego tarareó la canción, hasta que dio un traspiés, cayó, afortunadamente un tipo la pudo atrapar.—¿Está bien, señorita?No le respondió.Ella asintió y su rumbo cambió, necesitando controlarse un poco, el chico se quedó preocupado. ¿Cómo es que podía una chica desatar aquel caos? El desconocido curvó una sonrisa, sin quitarle los ojos de encima, hasta observarla perderse entre la multitud.Madison en el bamboleo, avanzó como pudo entre el mar de personas. No sabía hacia donde se dirigía con exactitud, incluso se desorientó al verse en medio de un pasillo; pasó de estar bajo el foco de casi todo el club, a estar acorralada por ese tipo que parecía un felino.—Te esperaba, no entiendo cómo es que te has tardado tanto, eh —reclamó el sujeto posesivo, no lo conocía, de eso estaba segura.No huía, no quería hacerlo.Había demasiada oscuridad como para ver su rostro. De seguro era el alcohol en su sistema, lo que la volvía tan atrevida y direccionada a lo desconocido.—¿A mí? —emitió y el tipo se inclinó a su cuello, dejando un beso.Él también estaba ebrio.—¿Quién si no? no seas tonta —gruñó antes de robarse sus labios.No hubo tiempo a reclamos. Aunque defenderse no era una palabra conocida, unos labios ajenos le robaban hasta la última gota de oxígeno; ella no tenía idea, pero lo poco, fue suficiente para aventarla a puerta cerrada, en una acción errónea e impulsiva. La escena plagada de locura y arrebato, terminó por extinguir el raciocinio, mellando la dirección correcta, cambiando el ritmo a una velocidad estrepitosa.En algún punto, ese hombre había dicho el nombre de una mujer, pero no era el suyo. No era consciente de nada, estaba cegada por el momento, por una experiencia que distaba de ser familiar para ella.El final fue dinamita y una ligera bruma de culpabilidad.Se acomodó en su pecho y cerró los ojos.¿Qué es lo había hecho?Se acostó con un desconocido. ¡Dios mío!...Ya eran las ocho de la mañana, cuando la explosiva llamada entrante lo despertó. Maldijo en voz baja, lanzando gruñidos. Le dolía hasta la médula, pareciendo que en cualquier momento su cabeza iba a explotar. A su lado, sin extrañarse estaba esa mujer, Harper, cubierta por completo. Negó con la cabeza.—¿Qué sucede? —averiguó furibundo, estaba de malhumor, solo quería descansar.—Soy su asistente, Melisa.—Lo sé, ¿acaso no estás en mi lista de contactos?—Lo siento señor Jones. Yo...Su asistente dejó la oración a medias y Nickolas escuchó cuando alguien más habló, pidiéndole el móvil.—Habla tu padre, oye, ¡¿crees que porque ya eres el presidente, no debes apegarte al horario?! No me hagas enfadar, Nickolas, creí que ya había sido suficiente con todo lo que ha ocurrido.—¿Te refieres a la reunión? —susurró poniéndose pálido, como una hoja de papel. Sin despegar el móvil de su oreja, ya conseguía ponerse la ropa, se abotonó la camisa y subió la cremallera de su pantalón, olvidando por completo aquel accesorio, ajeno a lo que dejaba atrás, salió apresurado —. ¡Ya voy en camino, padre!—Eso espero, no hagas esperar nunca a personas importantes. No es nada respetuoso, en absoluto.—Bien —vociferó —. Lo sé muy bien, papá.De camino al parking, no dejó de soltar improperios. En primer lugar, no debió concurrir el club un día domingo. Fue lo peor que pudo hacer, mientras que Harper, debió al menos despertarlo. Pero no, ella seguía a pierna suelta durmiendo.Era una buena para nada, que solo sabía hacer bien una cosa.Una cosa si era cierta, y es que el magnate no tenía idea que debajo de esas sábanas estaba la chica equivocada y no Harper.Madison no hizo más que lamentarse al despertar en una habitación desconocida.Madison no solía tener molestias abdominales, menos náuseas repentinas. La excepción fue esa mañana, terminando su desayuno corrió al baño para expulsar todo lo que había devorado, no era capaz de estar ni un solo minuto, sin el horrible dolor que la aquejaba. Aborrecía con todas sus fuerzas pasar por eso. Su madre, Emma, la invitó a comer, sabía que estaría el hijo menor de Lauren, la amiga inseparable de su progenitora. Y no es que el chico fuera una molestia, no, pero Madison tenía la ligera sensación de que su padre los observaba a ambos de una forma diferente. No podía explicarlo. —¿Te has puesto enferma y por eso no puedes venir? —reclamó su madre al teléfono. —No, no es eso, solo... —expiró. —Madison —interrumpió Bruno, su padre, cambiando todo en ella. —¿Papá?Desde la discusión, no había hablado con él. —¿Quién si no? Ven al almuerzo, hazlo —pronunció, no era una petición, sino una orden. —Vale, allí estaré. Se aferró a su móvil, odiando no ser tan decidida y contunde
La muchacha, había estado esperando demasiado tiempo para ser admitida en la universidad, cuando al fin lo había conseguido llegaba a su bandeja de entrada aquel correo revelando las pruebas de laboratorio que días anteriores se realizó. Nunca antes había temblado como ahora, incluso el sudor perlando su frente y el acreciento de los latidos de su corazón fueron encarcelados por ese temor a saberse a punto de girar hacia otra dirección. Madison no podía creer que ese era el resultado definitivo, la incertidumbre que no la había dejado dormir y descansar plácidamente durante las últimas noches, había finalizado dando paso a lo peor. Estaba embarazada.Se sentía fatal de ni siquiera saber el nombre de ese sujeto. No existía ni una forma de recordar su rostro. Sus ojos se direccionaron hacia la mesita de noche donde yacía aquel reloj costoso, la única pertenencia que tenía de aquel hombre.Las lágrimas comenzaron su recorrido por su rostro desencajado por la sorpresa y una miríada de e
—¡¿Me tomas del pelo?! —gritó furioso el CEO, mientras azotaba con su puño cerrado la superficie de su escritorio. La asistente se movió insegura, Melisa solo le estaba comunicando lo que se le había informado; lamentablemente el investigador no halló nada extraño en Harper, ella no tenía el reloj. —También tengo que añadir que la señorita Harper quiere hablar con usted. ¿Le aviso que pase? —emitió insegura. —¡No! —volvió a maldecir —. ¿Harper? —Sí.—¿Y todavía se atreve a venir? Es increíble, no tengo mucho tiempo, dile que entre —se resignó. —Sí señor, con su permiso. De esa manera Nickolas volvió a sentarse en su silla, molesto. No pasó demasiado tiempo cuando ingresó la mencionada, conservaba una amplia sonrisa en el rostro que no se borró ni un poco al verlo lleno de enfado. Ella no tenía qué temer. —Nick, ay Nick, querido ya te dije que no me he robado ese reloj. ¿En serio sigues dudando de mi palabra? ¡Ya han pasado casi tres meses! —le recordó tomando asiento —. La próx
Después de un rato, el pequeño se había dormido de nuevo permitiéndole acabar de preparar el almuerzo. Sonrió complacida ante el exquisito olor que desprendía su comida, seguro que Matt se chuparía los dedos al probarla. Y de pronto, cómo si lo hubiera invocado, el timbre sonó anunciando la llegada de su amigo.—Hola Madi —pronunció apenas la chica le abría la puerta.Sus ojos brillaron al verla.—Matt —le devolvió el saludo al tiempo que plantaba un beso en su mejilla cubierta por su barba insipiente—. No la has cortado todavía, ¿no pensarás dejarla, o sí?—¿Estás insinuando que me queda mal? Madison ahogó una risita mientras negaba divertida. Cruzaron la estancia y tomaron asiento en el comedor dejando un puesto en medio de ambos, distancia que le resultó innecesaria al castaño, pero no comentó nada al respecto.—Creo que será bueno para tu negocio, atraerás chicas —guiñó un ojo en su dirección con coquetería.Matt bufó en respuesta, pero le pareció gracioso el comentario de la jov
Madison se sacudió de su agarre con fiereza, aturdida por lo que había pasado ella también se sentía así, indignada por lo que ese hombre frente a ella se atrevió a inventar por ambos. Por su culpa estaba metida en una farsa en la que no quería ser participe y siquiera tuvo tiempo de explicar el malentendido. Y cómo si la situación no podía ser peor, había dejado su portafolio dentro de la oficina de aquel señor.—¿Quién te crees que eres para hacer tal cosa? —bramó molesta.—El heredero de esta empresa —respondió guardando las manos en los bolsillos de su pantalón negro, luciendo relajado.Su respuesta le molestó aún más.—¿Y eso le da derecho a actuar de esta manera? Si tan desesperado se sentía entonces debió contratar a alguien que fingiera ser su pareja, no haber mentido diciendo que ama a una desconocida que nunca ha visto en su vida —reclamó sintiéndose frustrada ante la indiferencia de aquel sujeto.—¿Terminaste? —preguntó mirando sus uñas con fingida atención—. Estás haciendo
—Los tiempos desesperados requieren de medidas desesperadas, ¿no? —se defendió sin entrar en detalles.Un poco de gracia le había causado sus palabras, ella no tenía que contarle la razón a detalle de su desesperación, motivo por el que estaba allí y necesitaba el dinero, si bien lo había rechazado anteriormente, ahora se retractaba de su decisión, la urgía poder resolver esos problemas económicos. Además de que todo lo estaba haciendo por su pequeño, a él lo ponía en primer lugar y pese a no querer hablar de alguien como él, pensaría en su bebé, por eso quería estar estable. Si tan solo hubiera encontrado la manera de poder solucionar sus problemas financieros con un trabajo de medio tiempo, lo habría hecho.Sin embargo, todo eso se volvería más complicado para ella. —¿Tanto te urge el dinero cómo para cambiar de opinión drásticamente?La jóven aparentó no oír lo último, tuvo la impresión de que aquel hombre insistía en saber el motivo. Pero no tenía razones para dársela. Ya estar
—Nickolas no te quería molestar, la verdad lo he pensado durante todo este tiempo, pero mi padre se ha puesto muy enfermo y no tengo a quién recurrir, me da mucha vergüenza llamarte para pedir dinero pero sé que tú eres la única persona que podría salvarlo. El hombre se llenó de impotencia. Liam había sido uno de los amigos de su hermano mayor que lo había tirado de alguna forma al mal camino, un adulto de más de treinta años, que no había logrado en la vida nada, solo se buscaba problemas y deudas por doquier, eso era lo que no había cambiado en él. Pero su padre, el señor Tony, fue bueno ese día. No lo olvidaría. Se disculpó por su hijo, por todo y lloró a su par. Incluso cuando no tenía nada que ver con la muerte de su hermano, de todos modos lo hizo. Se puso en su lugar y eso lo alivió. —Liam, ¿en dónde quieres que nos veamos? —terminó diciendo tras ver la hora en su reloj de muñeca. El hombre al otro lado de la línea le dictó la dirección
Por su lado, Madison terminaba de arreglar a su pequeño Natt que había estropeado su ropa, así que tuvo que cambiarlo con premura, no tenía demasiado tiempo. Al principio era más difícil hacer eso, era inexperta y le resultaba complicado atender a su bebé sin sentirse torpe. Ciertamente amaba ser mamá pero conllevaba un desafío, pero solo era suficiente con ver su ojitos para recordar que valía la pena asumir el reto. Por él hasta la vida daría. —Cariño, aguarda un momento, ya mami va a terminar, solo debe ser un poco más paciente y terminaré rápido —le habló al pequeño que no dejaba de removerse en la cama, dificultándole el trabajo de vestirlo—. Listo, estás precioso, bueno, déjame decirte que tú siempre estás hermoso. Lo cargó entre sus brazos y lo acunó en su pecho para darle de comer con su biberón. Luego de alimentar a su bebé, decidió que era hora de ir al lugar que había acordado junto a Nickolas.—¿Ya te vas? —preguntó Kenia asomándose