Por su lado, Madison terminaba de arreglar a su pequeño Natt que había estropeado su ropa, así que tuvo que cambiarlo con premura, no tenía demasiado tiempo. Al principio era más difícil hacer eso, era inexperta y le resultaba complicado atender a su bebé sin sentirse torpe.
Ciertamente amaba ser mamá pero conllevaba un desafío, pero solo era suficiente con ver su ojitos para recordar que valía la pena asumir el reto. Por él hasta la vida daría.—Cariño, aguarda un momento, ya mami va a terminar, solo debe ser un poco más paciente y terminaré rápido —le habló al pequeño que no dejaba de removerse en la cama, dificultándole el trabajo de vestirlo—. Listo, estás precioso, bueno, déjame decirte que tú siempre estás hermoso.Lo cargó entre sus brazos y lo acunó en su pecho para darle de comer con su biberón. Luego de alimentar a su bebé, decidió que era hora de ir al lugar que había acordado junto a Nickolas.—¿Ya te vas? —preguntó Kenia asomándoseNickolas jamás pensó que aquella jóven pelinegra aparecería junto a un bebé que estaba sosteniendo justo en ese instante. Siquiera había tenido tiempo de negarse cuándo de pronto ya lo tenía en brazos, y al ver esa mirada llena de ternura del pequeño niño, no pudo apartar sus ojos de él. Había algo extraño que sintió en ese momento, puede que fuera el hecho de que no cargara a menudo a un bebé, sin embargo algo en su interior se removió y no supo a qué se debía. Después de la cafetería habían ido a esa boutique. —Oh, este me encanta —él levantó la vista llevándola hacia Madison que hablaba con la dependiente de la tienda—. ¿Crees que puedas conseguir una talla más grande? Este de seguro me quedará ajustado.La dependiente le sonrió de manera forzada, aquello que pedía la jóven le parecía una barbaridad. ¿Cómo es que no se preocupaba por cuidar su figura? No entendía cómo es que dos personas completamente diferentes eran pareja, no tenían nada en común. Una era sencilla y carecía de
Kenia aún estaba a solas en el apartamento, durante la ausencia de su amiga, la contactó Matthew, en ese preciso momento sintió como su corazón comenzó a latir, se sintió emocionada de que seguro el chico se había interesado en ella y por eso la estaba llamando. Era algo que en realidad estaba esperando durante mucho tiempo después de su ruptura con Marc, había tenido la chance de poder volver a tener una vida amorosa como cualquier otra chica, tal vez ella se ponía el límite, pero ahora que estaba teniendo la oportunidad de poder acercarse a un chico, no lo dejaría ir. La joven, tomó una bocanada de aire antes de contestar. Ya deslizaba una sonrisa en su rostro, animada, soltando algunos suspiros. Estaba enamorada de aquel castaño, pero él siquiera notaba los sentimientos de la chica.¿Al fin se me dado cuenta de lo que yo sentía por él por eso la estaba invitando a salir? Tal vez había llegado el momento adecuado, y le iba a confesar sus sentimientos, no quería precipitarse para e
Ambos se miraron fijamente, estaban tan cerca que con solo un movimiento sus labios podían rozarse. A la jóven le recorrió una corriente eléctrica por todo su cuerpo al sentir la intensidad de aquella mirada azul, de pronto se sentía nerviosa y lo mismo podría decirse del CEO que tenía el corazón latiendo frenéticamente. Sin embargo, su burbuja no tardó mucho en ser explotada al escuchar la voz del chófer quien los devolvió a la realidad. Los dos se apartaron bruscamente cómo si de repente estar cerca quemara.La joven todavía seguía sintiéndose un poco nerviosa todo, lo que había pasado fue demasiado rápido que apenas le dio tiempo de actuar, se daba cuenta de que su corazón seguí igual, sí, latía demasiado rápido, casi deseando salir de su lugar, era tan poderoso, el efecto sobre ella todavía no desaparecía. —Disculpe señor, ¿se encuentran bien? —la preocupación se instaló en el rostro del conductor.No había sido culpa del chófer aquel pequeño incidente, sino más bien de la person
Suplicó la jóven sin importar que Nickolas quién se encontraba a una distancia de ella, la viera en ese aprieto. En ese momento lo único que le importaba era lo que pasaría con ella y su pequeño hijo.Estaba destrozada de solo saberse desamparada, lo más próximo a ella y así bebé. No podía creer que eso estuviera ocurriendo. La impotencia se incrementó por dentro de su ser, porque a pesar de no estar pensando con claridad, no encontraba cómo desenredar ese nudo que se había formado. —Lo siento, lamentablemente no puedo hacer nada por ustedes esta vez, es un asunto que no está en mis manos, así que solamente pido consideración, que se respete lo que se ha dicho —el encargado le dedicó una mirada de pena y se retiró dejándole a solas.¿Respeto? Eso era tan ilógico. Ellos no lo habían. De manera que no tenía por qué decir eso. Estaba fuera de lugar. Kenia se apresuró a entrar al apartamento, y Madison fue tras ella deteniéndola. Quería arreglar todo, ya no soportaba seguir atravesando
Después de haberlo pensado bastante, terminó por tomar una decisión al respecto. Después de todo sonaba como una buena idea, algo de lo que podría sacar provecho. Así que es lo que haría. Ya no había marcha atrás. Se había levantado temprano ese día, más de lo que solía. No quería perder ni un solo minuto. De todas maneras ya sabía que ella aceptaría. No es como si tuviera a donde ir. Así que estaba seguro de que lo iba a conseguir. Se comió algo ligero y rápido en el desayuno, antes de marcharse. No solo estaba haciendo una buena obra también podría convencer más a su padre de que en realidad sí estaba comprometido. Era algo que le importaba mucho. Por nada del mundo volvería a caer en su dominio y todo el asunto de que debía casarse. Eso sí que no. Detestaba que manejara su vida de esa manera. Aunque Madison solo era una solución momentánea, al menos ya pensaría en otra cosa. Pero casarse nunca. No quería entregar su corazón, enterarse en compromisos absurdos que solo le iba a q
Al cabo de un rato, ambos se dispusieron a subir al auto apartado a las afueras del antiguo hogar de la chica. A partir de ese momento compartiría casa con un millonario que de seguro vivía en una mansión con empleados que le servían hasta el agua para beber. Madison se imaginó la vida del CEO tal cómo lo presentaban los programas de televisión. Pero estaba lejos de ser así, Nickolas no vivía en una mansión y mucho menos contaba con servidumbre que lo atendieran. —Antes iremos a comer algo, debes estar hambrienta —dijo él acomodándose en el asiento de copiloto y abrochándose el cinturón.Está vez no había venido el chófer con él, así que la jóven se sitúo en el asiento de atrás junto a su pequeño.—Vale, gracias —emitió sintiéndose apenada por la atención que recibía de Nickolas.Jamás nadie la había tratado de aquella forma, era el único que le estaba brindado una ayuda y se sentía agradecida por ello.—Ah, olvidé decirte que mañana cenaremos con mi padre —informó al tiempo que arra
Otra noche había llegado, y Nickolas no se sentía demasiado bien. Y es que lo que le estaba pasando era por haber sido insensato, tenía que haber tenido más cuidado, solo entonces no se sentiría tan mal como ahora. Sabía que los estornudos ya daban paso al resfriado. Pero a sabiendas de eso todavía no había tomado medicamentos para evitar empeorar. La razón: solía preocuparse más por terminar un informe en lugar de atacar el problema de salud. Él suspiró, no podía seguir mirando la pantalla de su portátil, había estado durante un largo rato sentado allí, frente a la misma, por lo que ahora entre cerraba la mirada, puesto que la iluminación le estaba afectando un poco. Cuándo se levantó de su silla giratoria rápidamente sintió como un mareo se estaba apoderando de todo su ser, pensó que sería cosa de un momento nada más, pero la molestia seguía ahí instalada. Rugió, solo esperaba mejorarse al rato. No quería tener que suspender los pendientes que todavía debía hacer. Ni podía darse
—Me cuidas... —¿Eh? No te haré acaso, ya sé que solamente está soltando tonterías porque te sientes enfermo —declaró bufando. El sonrió. —Puede que me sienta demasiado mal, pero no estoy loco, tampoco he perdido la cabeza ni siquiera tengo amnesia —le expresó con lentitud. A lo que que ella sonrió de nuevo. —Ya que eres tan consciente de que te estoy cuidando, me agradeces luego —apuntó. —Gracias, Madison —expresó. Luego se quedó en silencio, y regresó a lo mismo, a los quejidos. En serio se sentía fatal. Ella se sentía conmovida con sus palabras. Al menos estaba siendo agradecido, ya se pudo convencer de que había un corazón en su pecho, y no un pedazo de piedra como pensó en algún momento. —Vale, de nada. Al rato ella comprobó que efectivamente la fiebre había bajado. Ya no tenía tanta calentura como antes. Se sentía tan cansada en realidad. Pero no sé iría dejándolo así. —Madison... —volvió a decir su nombre. ¿Cómo es que cada vez que la llamaba sentía como su corazón c