Otra noche había llegado, y Nickolas no se sentía demasiado bien. Y es que lo que le estaba pasando era por haber sido insensato, tenía que haber tenido más cuidado, solo entonces no se sentiría tan mal como ahora. Sabía que los estornudos ya daban paso al resfriado. Pero a sabiendas de eso todavía no había tomado medicamentos para evitar empeorar. La razón: solía preocuparse más por terminar un informe en lugar de atacar el problema de salud. Él suspiró, no podía seguir mirando la pantalla de su portátil, había estado durante un largo rato sentado allí, frente a la misma, por lo que ahora entre cerraba la mirada, puesto que la iluminación le estaba afectando un poco. Cuándo se levantó de su silla giratoria rápidamente sintió como un mareo se estaba apoderando de todo su ser, pensó que sería cosa de un momento nada más, pero la molestia seguía ahí instalada. Rugió, solo esperaba mejorarse al rato. No quería tener que suspender los pendientes que todavía debía hacer. Ni podía darse
—Me cuidas... —¿Eh? No te haré acaso, ya sé que solamente está soltando tonterías porque te sientes enfermo —declaró bufando. El sonrió. —Puede que me sienta demasiado mal, pero no estoy loco, tampoco he perdido la cabeza ni siquiera tengo amnesia —le expresó con lentitud. A lo que que ella sonrió de nuevo. —Ya que eres tan consciente de que te estoy cuidando, me agradeces luego —apuntó. —Gracias, Madison —expresó. Luego se quedó en silencio, y regresó a lo mismo, a los quejidos. En serio se sentía fatal. Ella se sentía conmovida con sus palabras. Al menos estaba siendo agradecido, ya se pudo convencer de que había un corazón en su pecho, y no un pedazo de piedra como pensó en algún momento. —Vale, de nada. Al rato ella comprobó que efectivamente la fiebre había bajado. Ya no tenía tanta calentura como antes. Se sentía tan cansada en realidad. Pero no sé iría dejándolo así. —Madison... —volvió a decir su nombre. ¿Cómo es que cada vez que la llamaba sentía como su corazón c
—¿Acaso no puedes hacer bien tu trabajo? —reclamó con voz fuerte, haciendo que Madison diera un respingo.No había sido de ninguna manera intencional, solo un desafortunado incidente, pasó saliva con dificultad. No le gustaba cuando de pronto se ponía así de agresivo con ella, las cosas nunca terminaban bien. Si bien tenía la culpa, todos podían cometer errores, y ella no era la excepción. —L-lo siento mucho —comenzó diciendo, casi un ruego. Tenía el corazón latiendo de prisa, amenaza con salirse de su pecho en cualquier momento. Ni siquiera era capaz de mirarlo a los ojos. Nickolas avanzó un observó con malos ojos aquel caos. No se lo podía creer. Le iba a dar un infarto. Ella no tenía que ser tan incompetente. Sabía que en cualquier momento sucedería el fallo como ahora. —¡¿Tienes idea de lo importante que es este documento?! —sacudió la hoja en el aire, estaba enojado —. ¡No, por supuesto que no lo sabes! Sus gritos asustaron al bebé, quién comenzó a lloriquear debido al esc
Después de tardar una eternidad en la parada, pudo la jóven al fin llegar a casa de Nickolas. Se dirigió a su habitación para recostar a su pequeño que se había dormido en el transporte, así que aprovechando que aún no despertaba, decidió darse una ducha caliente para no tomar un resfriado debido a la lluvia. Se había mojado gran parte del cuerpo, todo por intentar cubrir a su bebé que al menos mantuvo protegido del aguacero que todavía no cesaba allí afuera.Se despojó del pesado vestido empapado y se metió a la ducha sintiendo inmediatamente el agua caliente en su cuerpo desnudo. Lavó su cabello largo tomándose todo el tiempo del mundo hasta sentirse relajada. Minutos más tarde salió envuelta en una toalla enrollada a su cuerpo y un turbante en su cabeza. Revisó el armario vacío, todavía no había sacado su ropa de las valijas, luego tomaría unos minutos de su tiempo para hacerlo. Se vistió con una pijama de algodón que consistía en un pantalón rosado y camisa de tirantes. Luego se
La joven Madison se había levantado temprano esa mañana, era lo mínimo que podía hacer por estar viviendo allí bajo el mismo techo que él; se encargó de la comida, incluso cuando Nickolas no se lo había pedido. Preparó tostadas francesas con huevos revueltos y panqueques dulces, no era quizá el mejor desayuno que tal vez aquel hombre comería, pero la intención es lo que valía.Sirvió dos platos colocándolos en la mesa del comedor, y fue en busca del café recién hecho para él, había notado que solía beberlo temprano al despertar.En cuanto a Nickolas se dispuso a bajar las escaleras el olor a comida impregnado en su casa le hizo fruncir el ceño en confusión, no recordaba haberle dicho a Celine que prepara el desayuno para él. Por lo que a su mente vino una persona, solo a ella se le podía ocurrir y algo le decía que todo aquel exquisito aroma era obra de su nueva inquilina.Suspiró profundamente.Al cruzar la cocina notó que todo estaba en su lugar, no había indicios de que alguien hay
Las horas transcurrieron de voladas, Nickolas revisó su reloj viendo que faltaba poco para las ocho y debía pasar a recoger a Madison. Se levantó de la silla y agarró su abrigo saliendo de la oficina, caminado por la empresa que en ese momento se hallaba vacía ya que hacía rato que había acabado el turno de los demás. Todos parecían ansiosos de regresar a su hogar, mientras que él prefería quedarse por más tiempo en el trabajo adelantando pendientes. De todos modos no tenía nada que hacer en casa tan temprano. Aún tenía que terminar el diseño que su padre no aprobó alegando que estaba sencillo para ser promocionado ese año. Así que decidió hacerle unos cambios.Caminó por el estacionamiento hasta llegar a su auto, se subió al asiento y arrancó el motor abandonando el lugar. Decidió bajar la ventanilla para sentir el aire fresco de la tarde. Las calles no estaban muy concurridas, de hecho los coches se desplazaban sin ningún problema por la carretera. Observó el panorama, la ciudad de
La joven se hundió en el asiento como si aquello la fuera a salvar de la tensión que se había creado en el ambiente. Tanto padre e hijo se observaron fijamente en una guerra de miradas que la tenía alerta, no sabía en qué momento alguno de los dos lanzaría el primer golpe. Pero, afortunadamente eso no fue lo que sucedió, una risa corta brotó de la garganta del CEO acabando con el momento tenso.—Estoy más que seguro que es la mujer con que quiero pasar el resto de mi vida —gesticuló demostrando una seguridad que no pusiera en duda su decisión —. Así que espero respetes mi decisión. Soy un adulto la fin y al cabo, y no tienes derecho a imponerme nada, menos a meterte en mis decisiones. Madison abrió los ojos con sorpresa. Pero cambió la expresión al sentir los ojos del señor Jones sobre ella. Estaba que echaba chispas, su mirada fulminante la dejó helada.Tragó grueso.A Nathan le parecía una locura todo aquello, no comprendía qué ganaría su único hijo al llevar a acabo algo tan preci
(...)Las horas pasaron lentamente, el tiempo se le hizo eterno a Nickolas haciendo que su ansiedad aumentara. No podía dejar de mirar la sala de emergencia a cada dos minutos esperando ver salir al doctor. Siquiera se había movido de allí aunque su estómago gruñó reclamando por comida, lo ignoró alegando que luego iría a la cafetería por algo de cenar. En ese instante lo que único que le importaba era saber cómo estaba Madison. Verla desplomarse en sus brazos fue la experiencia más desagradable que había presenciado Nickolas. Se asustó tanto que le resultó difícil no entrar en pánico, recordando lo sucedido años atrás.Desde la muerte de su hermano, había desarrollado hematofobia al presenciar cierta cantidad de sangre. Por lo que al estar expuesto ante aquel líquido rojo que comenzó a brotar de la joven, revivieron aquellos recuerdos angustiosos que recurrieron a su mente de manera involuntaria, provocando malestar en él. Después de aquel accidente, Nickolas no volvió a ser el mi